Nuevo giro de EU: se va Hosni Mubarak, pero no ahora
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 8 de febrero de 2011, p. 4
Washington, 7 de febrero. El gobierno de Barack Obama pareció apoyar al principio la demanda principal de la rebelión democrática en Egipto: la renuncia del presidente Hosni Mubarak, pero ahora indica que, aunque la decisión está en "manos del pueblo egipcio", las manos de Washington prefieren que el mandatario permanezca en el poder un poco más.
La secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó el domingo que una salida demasiado apresurada de Mubarak podría minar la transición en Egipto y, citando la Constitución de esa nación, la cual estipula que con la dimisión el país tendría que celebrar elecciones en 60 días, sostuvo que no daría tiempo para llevar a cabo unos comicios efectivos. Con ello, aparentemente, descartó la propuesta impulsada por líderes de la oposición de que la renuncia de Hosni Mubarak se dé junto con la suspensión provisional de la Constitución, la disolución del parlamento y el establecimiento de un proceso de transición hasta de un año, culminando con elecciones libres e imparciales.
Hoy, el Departamento de Estado repitió el argumento de su jefa, lo cual implica que el gobierno de Obama ha decidido no apoyar por ahora la principal exigencia de la oposición egipcia. PJ Crowley, vocero del Departamento de Estado, manifestó que es cuestionable la idea de que Egipto esté preparado para llevar a cabo unos comicios abiertos y competitivos a corto plazo, pues "se requiere mucho trabajo para llegar a un punto en el que se puedan celebrar elecciones libres e imparciales".
Todo ello sugirió un giro más en la política estadunidense, ya que el viernes Obama dio a entender que favorecía que Hosni Mubarak "tomara la decisión correcta", es decir, que dimitiera.
Ahora Obama elogia el inicio del diálogo, encabezado por el vicepresidente egipcio Omar Suleiman y la oposición, e instó a ampliarlo.
"Egipto tiene que negociar un camino y creo que está avanzando", comentó el mandatario estadunidense.
Hillary Clinton, al igual que sus colaboradores, procedió, como en el caso del golpe de Estado en Honduras, a aplicar el argumento constitucional para justificar su posición. Sólo que esa vez expresó que el derrocamiento del presidente era legal, porque había violado la Carta Magna, mientras ahora, en el caso de Egipto, se puso a estudiar la Constitución del país árabe y concluyó lo opuesto: que el gobernante, por ahora, debe seguir en el poder.
De hecho, los comentarios de Clinton parecen indicar que por el momento está de acuerdo con el ex diplomático Frank Wisner, enviado especial del presidente Obama al gobierno de Egipto al inicio de la crisis, quien hace sólo dos días fue desmentido por la canciller al afirmar lo mismo que ella señala ahora.
Wisner, en una conferencia en Alemania, aseveró que era "esencial" que Hosni Mubarak permaneciera en el poder en esta fase de transición. De inmediato Hillary Clinton declaró que Wisner hablaba a "título personal" y no en nombre del gobierno estadunidense. Sin embargo, con las palabras de Clinton parece que a final de cuentas sí estaban en sincronía.
Vale recordar, como reveló Robert Fisk en The Independent (publicado por La Jornada), que Wisner no únicamente es un diplomático veterano enviado por Obama a Egipto, sino también integrante de Patton Boggs, empresa de relaciones públicas y cabildeo contratada por el gobierno de Hosni Mubarak para defender y promover sus intereses ante la cúpula política estadunidense.
Eso sí, mientras el gobierno de Obama decide apoyar, promover, instar e intentar condicionar el proceso interno de Egipto, afirma una y otra vez que la transición está en manos del pueblo egipcio. Sin embargo, a Clinton, en el momento en que repitió que la situación depende de los egipcios, no le pareció contradictorio declarar que los pasos necesarios para lograr la transición, "por la que estoy abogando", podrían darse siempre y cuando sea abordada por "los líderes responsables de las protestas y la oposición", pero no aclaró quién determina quiénes son "responsables".
Esta jugada de Washington tiene sus riesgos. Algunos expertos advierten que el gobierno de Obama está haciendo justo lo que Hosni Mubarak más desea: comprar tiempo y prolongar la transición para intentar imponer "su solución".
Mientras tanto, políticos de ambos partidos en Washington se preguntan cómo fue que la rebelión democrática en Egipto, como admitió el almirante Mike Mullen en entrevista con Jon Stewart, del Daily Show (uno de los noticiarios más influyentes del país a pesar de ser ficticio), "nos tomó por sorpresa". La semana pasada legisladores interrogaron a integrantes de la CIA sobre cómo fue posible, a pesar de la información en sitios de Internet como Facebook y otras redes de comunicación cibernéticas, que las agencias de inteligencia estadunidenses no lograran alertar a la cúpula política de lo que estaba por suceder. "En algún momento tuvo que haber sido obvio que se iba a realizar una enorme manifestación", afirmó la senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité Selecto sobre Inteligencia, quien agregó que las agencias de inteligencia jamás enviaron una alerta a su comité sobre la creciente sublevación en ese nación.
Versiones extraoficiales en los medios de información sugieren que el presidente Obama también criticó a la "comunidad de inteligencia" por no haber evaluado los efectos de la rebelión en Túnez, sus potenciales consecuencias en la región y el inicio del levantamiento en Egipto.
La sorpresa, tal vez, explica en parte los constantes giros en la política exterior estadunidense ante la crisis en dicha nación. Aparentemente nadie había imaginado una revuelta.
Fuente
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Martes 8 de febrero de 2011, p. 4
Washington, 7 de febrero. El gobierno de Barack Obama pareció apoyar al principio la demanda principal de la rebelión democrática en Egipto: la renuncia del presidente Hosni Mubarak, pero ahora indica que, aunque la decisión está en "manos del pueblo egipcio", las manos de Washington prefieren que el mandatario permanezca en el poder un poco más.
La secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó el domingo que una salida demasiado apresurada de Mubarak podría minar la transición en Egipto y, citando la Constitución de esa nación, la cual estipula que con la dimisión el país tendría que celebrar elecciones en 60 días, sostuvo que no daría tiempo para llevar a cabo unos comicios efectivos. Con ello, aparentemente, descartó la propuesta impulsada por líderes de la oposición de que la renuncia de Hosni Mubarak se dé junto con la suspensión provisional de la Constitución, la disolución del parlamento y el establecimiento de un proceso de transición hasta de un año, culminando con elecciones libres e imparciales.
Hoy, el Departamento de Estado repitió el argumento de su jefa, lo cual implica que el gobierno de Obama ha decidido no apoyar por ahora la principal exigencia de la oposición egipcia. PJ Crowley, vocero del Departamento de Estado, manifestó que es cuestionable la idea de que Egipto esté preparado para llevar a cabo unos comicios abiertos y competitivos a corto plazo, pues "se requiere mucho trabajo para llegar a un punto en el que se puedan celebrar elecciones libres e imparciales".
Todo ello sugirió un giro más en la política estadunidense, ya que el viernes Obama dio a entender que favorecía que Hosni Mubarak "tomara la decisión correcta", es decir, que dimitiera.
Ahora Obama elogia el inicio del diálogo, encabezado por el vicepresidente egipcio Omar Suleiman y la oposición, e instó a ampliarlo.
"Egipto tiene que negociar un camino y creo que está avanzando", comentó el mandatario estadunidense.
Hillary Clinton, al igual que sus colaboradores, procedió, como en el caso del golpe de Estado en Honduras, a aplicar el argumento constitucional para justificar su posición. Sólo que esa vez expresó que el derrocamiento del presidente era legal, porque había violado la Carta Magna, mientras ahora, en el caso de Egipto, se puso a estudiar la Constitución del país árabe y concluyó lo opuesto: que el gobernante, por ahora, debe seguir en el poder.
De hecho, los comentarios de Clinton parecen indicar que por el momento está de acuerdo con el ex diplomático Frank Wisner, enviado especial del presidente Obama al gobierno de Egipto al inicio de la crisis, quien hace sólo dos días fue desmentido por la canciller al afirmar lo mismo que ella señala ahora.
Wisner, en una conferencia en Alemania, aseveró que era "esencial" que Hosni Mubarak permaneciera en el poder en esta fase de transición. De inmediato Hillary Clinton declaró que Wisner hablaba a "título personal" y no en nombre del gobierno estadunidense. Sin embargo, con las palabras de Clinton parece que a final de cuentas sí estaban en sincronía.
Vale recordar, como reveló Robert Fisk en The Independent (publicado por La Jornada), que Wisner no únicamente es un diplomático veterano enviado por Obama a Egipto, sino también integrante de Patton Boggs, empresa de relaciones públicas y cabildeo contratada por el gobierno de Hosni Mubarak para defender y promover sus intereses ante la cúpula política estadunidense.
Eso sí, mientras el gobierno de Obama decide apoyar, promover, instar e intentar condicionar el proceso interno de Egipto, afirma una y otra vez que la transición está en manos del pueblo egipcio. Sin embargo, a Clinton, en el momento en que repitió que la situación depende de los egipcios, no le pareció contradictorio declarar que los pasos necesarios para lograr la transición, "por la que estoy abogando", podrían darse siempre y cuando sea abordada por "los líderes responsables de las protestas y la oposición", pero no aclaró quién determina quiénes son "responsables".
Esta jugada de Washington tiene sus riesgos. Algunos expertos advierten que el gobierno de Obama está haciendo justo lo que Hosni Mubarak más desea: comprar tiempo y prolongar la transición para intentar imponer "su solución".
Mientras tanto, políticos de ambos partidos en Washington se preguntan cómo fue que la rebelión democrática en Egipto, como admitió el almirante Mike Mullen en entrevista con Jon Stewart, del Daily Show (uno de los noticiarios más influyentes del país a pesar de ser ficticio), "nos tomó por sorpresa". La semana pasada legisladores interrogaron a integrantes de la CIA sobre cómo fue posible, a pesar de la información en sitios de Internet como Facebook y otras redes de comunicación cibernéticas, que las agencias de inteligencia estadunidenses no lograran alertar a la cúpula política de lo que estaba por suceder. "En algún momento tuvo que haber sido obvio que se iba a realizar una enorme manifestación", afirmó la senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité Selecto sobre Inteligencia, quien agregó que las agencias de inteligencia jamás enviaron una alerta a su comité sobre la creciente sublevación en ese nación.
Versiones extraoficiales en los medios de información sugieren que el presidente Obama también criticó a la "comunidad de inteligencia" por no haber evaluado los efectos de la rebelión en Túnez, sus potenciales consecuencias en la región y el inicio del levantamiento en Egipto.
La sorpresa, tal vez, explica en parte los constantes giros en la política exterior estadunidense ante la crisis en dicha nación. Aparentemente nadie había imaginado una revuelta.
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