Las fuerzas militares modernizan su equipo sólo para combatir al narco

Jesús Aranda

Periódico La Jornada
Martes 4 de octubre de 2011, p. 7
La participación en el combate al crimen organizado, particularmente en contra del tráfico de drogas y de armas, ha sido el factor principal en la modernización de las fuerzas armadas en México, de 2006 a la fecha.

El Ejército Mexicano está equipado únicamente para un conflicto de baja intensidad, por lo que la fabricación y compra de armas de asalto y fusiles han adquirido mayor importancia en los años recientes, sostiene Iñigo Guevara, especialista en seguridad nacional con maestría en seguridad internacional por la Universidad de Georgetown.

Señala que durante el sexenio actual la adquisición de armamento y equipo por parte del Ejército y Fuerza Aérea ha estado supeditada a la labor que desempeñan en materia de seguridad pública, al tiempo que su capacidad como ejército convencional “está muy limitada en comparación con otros ejércitos de América Latina”.

En el estudio denominado Adapting, transforming, and modernizing under fire: the american military, publicado por el Instituto de Estudios Etratégicos del Colegio de Guerra del ejército de Estados Unidos, Guevara da cuenta que desde 2004 el Ejército Mexicano no ha adquirido ni una pieza de armamento pesado, en tanto que la Infantería de Marina incrementó sus efectivos a 18 mil en el presente sexenio, con lo que se convirtió en la segunda a escala mundial por su número de elementos, sólo debajo del cuerpo de marines de Estados Unidos.

Cabe precisar que el especialista se refiere únicamente al número de elementos de fuerzas especiales de infantería de Marina, lo cual no tiene nada que ver con la capacidad de disuasión, cantidad de buques y aeronaves, armamento y poderío de fuego de la Armada de México, en lo que nuestro país está por debajo de otras naciones, incluso latinoamericanas, como Brasil, Argentina, Chile, Perú y Venezuela.

El documento agrega que la Fuerza Aérea y la aviación naval han renovado su flota de aviones y helicópteros, con el objetivo central de combatir el tráfico de drogas, dejando de lado la necesaria modernización de su flota, que requiere de aviones estratégicos de combate.

Guevara señala que el Ejército no ha modernizado sus piezas de artillería mediana o pesada; actualmente sus regimientos están equipados con cañones M101, M2A1, M3, y los italianos OTO Melara M56. La última adquisición de equipo fue en 2004, cuando se compraron 13 Norinco M90 de 105 mm, de procedencia china.

“El ejemplo más representativo de cómo la lucha antinarcóticos ha influenciado las adquisiciones del Ejército quedó demostrada en 2008, cuando la Secretaría de la Defensa Nacional inició en 2008 la compra de mil 640 camionetas 4X4, 360 doble cabina y mil vehículos multipropósito Humvee, con el objetivo de “proveer a las unidades operativas con vehículos que tienen la velocidad adecuada y características para operaciones en apoyo de las fuerzas de seguridad pública en contra del crimen organizado en el territorio nacional”, indicó la dependencia cuando justificó la compra.
En 2011, añade el texto, la dependencia compró 200 vehículos Oshkosh SandCat, que es un 4x4 de última generación.

La Fuerza Aérea Mexicana, apunta, es el más claro ejemplo de cómo una rama de las fuerzas armadas está supeditada al combate a las drogas, ya que de 2006 a la fecha adquirió 80 aviones y helicópteros (para transporte de tropas y vigilancia), de los cuales ocho son parte de la Iniciativa Mérida.

En cambio, a partir de que los jets T-33 fueron dados de baja por la Fuerza Aérea, la vigilancia del territorio nacional quedó a cargo de los aviones Pilatus PC-7 turbo y de un solo escuadrón de aviones supersónicos F-5 Tiger II (que ya cumplieron más de 30 años de servicio).

En 2008, la Defensa Nacional le solicitó al Congreso recursos para comprar 12 jets F-16 y cuatro baterías de defensa antiaérea; la petición fue ignorada.

La Armada también planeó la adquisición de 12 jets de combate, petición que fue archivada por falta de recursos; en su lugar, adquirió aviones de transporte y de patrulla marítima, así como helicópteros de transporte.

Por su parte, la Infantería de Marina se fortaleció con la creación de 30 batallones, ubicados en los estados costeros y en el Distrito Federal, que tienen la encomienda de proteger instalaciones estratégicas, combatir al narcotráfico, rescatar la vida en la mar y vigilar las aguas nacionales.

El incremento de efectivos llevó consigo la compra de vehículos de transportación terrestre, además de equipo militar, como fusiles, uniformes, botas, etcétera.

El autor concluye que aun cuando es necesario que el combate al narcotráfico lo lleven a cabo las corporaciones policiacas, y no militares y marinos, éstos continuarán en la primera línea en materia de seguridad pública, porque las autoridades civiles con cuentan –después de cinco años de la actual administración– con la capacidad ni el personal para asumir el papel que les corresponde.

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