Los acuerdos de Pemex en España
CONTRLÍNEA
El ambiente electoral en Galicia, España, y la crisis económica que
está dejando a millones de españoles en el desempleo se convirtió en el
caldo de cultivo perfecto para profundizar la crisis que protagoniza la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
Una
vez más, la opacidad de sus operaciones en el exterior, a través de su
subsidiaria privada PMI Comercio Internacional, se develó al darse a
conocer (a fines de septiembre pasado) el acuerdo para la contratación
de astilleros en provincias españolas, para la construcción de barcos
(concretamente, un par de hoteles flotantes). En Galicia, la noticia es
tan buena que sirvió para apuntalar las propuestas políticas con
aspiraciones reeleccionistas del Partido Popular.
Uno de los astilleros beneficiados por el contrato, la legendaria
pero alicaída empresa naval Navantias, ha sido rescatada por el gobierno
español, por lo que el contrato de PMI Comercio Internacional, en
teoría una entidad del gobierno mexicano, no podía llegar en mejor
momento. Las suspicacias, sin embargo, surgieron en ambos continentes.
¿Por qué en Galicia se anuncia con bombo y platillo el contrato
en medio de la contienda electoral? ¿Por qué en México no se licita la
compra de dichos barcos como marca la normatividad? Pareciera un rescate
a marchas forzadas de los astilleros españoles con dinero del
erario mexicano, en el cual las preguntas en torno a la obligación de
Pemex de informar y buscar al mejor proveedor sobran y llaman a la
suspicacia.
En México se tuvo, hasta hace unas décadas, la aspiración de
impulsar a la industria naviera nacional. Pero la crisis económica de
1994, con el “error de diciembre” y sus secuelas (el manejo del Fondo
Bancario de Protección al Ahorro y la devaluación del peso frente al
dólar) impidió que empresas como Astilleros Unidos de Veracruz
escribieran una historia de éxito. De esta forma, la industria mexicana
sólo construye embarcaciones para el mercado local y no muy
especializadas. No son, claro, las que necesitan las subsidiarias Pemex
Exploración y Producción, Pemex Refinación y Pemex Petroquímica.
La relación comercial y de negocios en el caso de los barcos que se
comprarán en el extranjero no es lo criticable, sino la falta de
claridad y el contexto en el que se establecen los negocios con los
astilleros españoles.
Fue la opacidad de Pemex y, en especial, de su director general,
Juan José Suárez Coppel, la que complicó un caso que nació viciado, al
involucrar a PMI Comercio Internacional para no licitar estos contratos
en los mercados internacionales. Ahora PMI, sin rendir cuentas, se
prepara para comprar barcos en Galicia, para sumarlos a su patrimonio y
para usufructuar un servicio logístico. De las ganancias de esta
operación tampoco se enterarán los mexicanos, porque esta filial no está
obligada a informar.
Así, como si fuera una empresa privada, Pemex usó a su brazo comercial para evadir las restricciones legales a las que se encuentra sujeta. No sabremos qué tan caros serán los barcos gallegos.
Mientras tanto, ya se anuncia que el gobierno de Galicia autorizó a
PMI la ampliación y operación de una planta de mezcla de gasolinas en
Punta Langosteira, con una inversión de al menos 470 millones de pesos.
Llama la atención la celeridad con la que se cumplen los acuerdos de
inversión fuera del país, mientras a cuenta gotas se liberan los recursos para la construcción de la refinería de Tula, Hidalgo, que debió operar desde 2010.
*Periodista
Fuente: Contralínea 305 / Octubre de 2012
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