El fin del mundo, según el apocalipsis maya
Bernardo Barranco V.
Opinión
Perióidico La Jornada
Científicos, astrónomos
e investigadores han rechazado la idea del fin del mundo, supuestamente
vaticinada por los mayas entre el 21 y el 23 de diciembre próximos. En
diferentes partes del mundo han centrado su atención y preocupación por
las predicciones de una cultura mesoamericana importante, de la que
recién se repara en su existencia y legado. El pánico
ha crecido moderadamente en algunas regiones del planeta. Por ejemplo,
en Rusia, tuvo que salir el primer ministro, Dimitri Medvedev, a
desmentir la información de cataclismos y calmar a la inquieta
población. En China también se han sucedido compras de pánico y las
autoridades han perseguido a una secta de origen cristiano llamada
Iglesia de Dios todopoderoso, que persuade a sus miembros a entregarle todos sus bienes para prepararse para el apocalipsis que, según ellos, se acompañará de la segunda llegada del Mesías, en forma de mujer china. Compras de víveres, construcción de refugios que soporten hecatombes y maremotos, así como las reservaciones en la Riviera Maya están al tope esos días, ya que al parecer florece el turismo apocalíptico de aquellos ciudadanos que quieren ver el fin del mundo en primera fila.
un problema epistemológico de un mundo como el nuestro que quiere entender un mundo radicalmente distinto como el mesoamericano prehispánico. Y sobre todo, la noción sagrada del tiempo circular de los mayas y la incorrecta yuxtaposición judeocristiana del devenir. La supuesta profecía maya del fin del mundo se originó a partir de una lectura errónea de una inscripción hallada en un bloque jeroglífico incrustado en un muro, conocido como el Monumento de Tortuguero, en el estado de Tabasco, sureste del país. Esta interpretación viene desde los años ochenta. Por tanto, las predicciones mayas son el resultado de aseveraciones que no están basadas ni en la cultura maya propiamente ni en la ciencia, en particular de la astronomía.
Rigoberta Menchú, en reciente conferencia en la sala Mayamax del Gran Museo del Mundo Maya, en Mérida, se quejó de la manipulación de una cultura que sigue viva y demanda respeto. Concretamente habla de sincretismos mercantiles y de lecturas supuestamente científicas de antropólogos particularmente mexicanos. Los mayas representan una cultura sofisticada en los cálculos y observación astronómica, su manejo depurado de la matemática, inventaron el número
ceroque le permitía conservar una noción mística del tiempo ligado a la producción agrícola. Por ejemplo, en los equinoccios, los alineamientos solares durante marzo y septiembre, los mayas expresaban que la serpiente de luz y sombra que baja por la pirámide durante estas fechas anuncia el tiempo de preparar la tierra para plantar el maíz. La serpiente es la conexión entre el cielo y la tierra, y trae la energía del sol a la tierra para la siembra en la perspectiva religiosa marcada por el animismo que vinculaban sus dioses con la naturaleza.
Más allá del exótico masoquismo occidental, las profecías mayas de diciembre han favorecido en el mundo entero el conocimiento de la extraordinaria cultura maya y sus legados importantes. Coincido con la protesta de Juan Villoro, importa más el actual y cotidiano apocalipsis maya, envuelto en la miseria, la exclusión y la injusticia de cientos de comunidades indígenas que los vaticinios catastrofistas. El fin del mundo se presenta como realidad cotidiana al postergado indígena maya de nuestros días. Continúa el relegamiento, a pesar del levantamiento armado de 1994, ahí sólo reivindicaban los derechos de los pueblos indios y la dignidad de su cultura. Sin embargo, parecemos empecinados en desaparecerlos y ser los verdaderos ejecutores del fin de su mundo.
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