Es una gran impotencia no tener ni para llevar a tu madre al médico

Patricia Muñoz Ríos
 
Periódico La Jornada
Lunes 12 de mayo de 2014, p. 14
Connie mantuvo lista su maleta de vuelo y su uniforme de sobrecargo de Mexicana de Aviación –aerolínea que fue declarada en quiebra el mes pasado– junto a su cama durante tres años y siete meses, porque estaba convencida de que la empresa volvería a operar y que recuperaría su empleo. Después de haber sido durante 16 años supervisora B de vuelo de la firma, ahora para sobrevivir vende tortillas de harina en un negocio donde pasa hasta cinco horas frente a un comal.
Así como mi historia, hay otras 8 mil 500 de cada uno de los que quedamos desempleados; la de algunos es aún más difícil que la mía, expresa.
Connie, al igual que Claudia Araceli, Norma Angélica y Aldo, fueron sobrecargos de la aerolínea por más de una década y relatan que para sostener a sus familias han tenido que desarrollar actividades que nunca imaginaron, hasta poner puestos callejeros de comida y pagarles a las mafias de las calles para poder tener un lugar.
Antes tuvieron que vender sus automóviles, muebles, ropa, propiedades; también perdieron sus ahorros; se endeudaron con tarjetas de crédito; vendieron ropa a domicilio y más.
Depresión, deudas, acoso de los bancos, amenazas de que perderían sus propiedades por la falta de pago de sus hipotecas, problemas de salud, divorcios y hasta la pérdida de un bebé en un embarazo, son parte de sus historias de vida desde agosto de 2010, cuando se declaró que Mexicana dejaba de volar, en sus propias palabras las relatan.
Piensas que a ti no te va a pasar
De un día para otro pasé de volar a toda la República y ciudades de Estados Unidos, como Nueva York, a verme obligada a sacar a vender en la banqueta ropa usada mía y de mi hijo. Sientes que tu mundo se cae cuando tienes necesidades económicas. Tuve que vender ropa y zapatos de mi hijo, por 15 pesos y después de todo un día de estar en el sol, cuando me iba bien sacaba 200 o 300 pesos.
Es la voz de Connie Maldonado Álvarez, supervisora B de Mexicana de Aviación durante 16 años. Se le quiebra la voz y rompe en llanto cuando señala: “Piensas que a ti no te va a pasar, pero sí te pasa. Después de estar por más de una década y media a bordo de los aviones, ahora para mantenerme puse una maquiladora de tortillas de harina que se llama La Mexicana. Al local llego después de las siete de la mañana a preparar la harina, amasarla, meterla a las maquinas, estoy ante el comal más de cinco horas volteando tortillas. ¿Sabes cuánto cuesta un paquete?, 10 pesos y me friego hasta las seis de tarde.
Es un cambio de vida total. Cuando me habló una amiga para decirme que habían determinado la quiebra, de las dos de la madrugada a las siete de la noche del otro día, no paré de llorar; es un dolor del alma, porque sabes que nada será igual.
En mi vida volveré a votar por el PAN
Otra historia es la de Norma Angélica Sánchez Orozco, quien fue sobrecargo durante 13 años.
“Todavía estaba volando, tenía seis semanas de embarazo. Conocer la noticia (de la suspensión de actividades) fue muy impactante, vives un duelo, no lo aceptas, caí en depresión y tuve un aborto; entonces el duelo fue doble; pero la verdad es que muchos compañeros se enfermaron. Fue muy comentado el caso de uno que murió de depresión.
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Connie Maldonado Álvarez, ex supervisora B de MexicanaFoto José Carlo González
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Aldo Quirarte, ex supervisor B de la aerolíneaFoto José Carlo González
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Norma Angélica Sánchez Orozco, ex sobrecargoFoto José Carlo González
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Claudia Araceli Flores Ramos, ex sobrecargoFoto José Carlo González
“Luego conseguí un trabajo de recepcionista en un bufete, pero renuncié, pues la paga era muy baja; posteriormente puse un puesto ambulante de ensaladas con una amiga, pero es muy difícil vender en la calle, te cobran por todo, por el derecho de piso. No es negocio, vives al día y te endeudas.
Creo que el gobierno nos robó Mexicana. Yo era panista, confiaba mucho en ese partido y en el presidente Felipe Calderón, pero ahora que él me dejó sin empleo, ¿crees que voy a volver a votar por el PAN? En mi vida, nunca.
Al no haber dinero ya no hay amor
Aldo Quitarte, quien durante 10 años fue supervisor B de Mexicana, es directo: “A raíz de la suspensión de operaciones de la aerolínea mi vida cambió en todo, principalmente en lo familiar, al no haber dinero ya no hay amor, lo primero que me costó fue el divorcio y me dejaron con dos hijos, una niña, de cuatro años, y un niño, de tres.
Lo primero es que ya no podía pagar la escuela de los niños, me dediqué a vender ropa en pagos entre mis amigos. En la escuela en la que tenía a mis hijos llegué a un acuerdo con la directora y le pagaba las colegiaturas con ropa. Aparte estaba pagando mi casa y del banco me mandaban cartas y cartas, en las que me decían que si no pagaba me iban a quitar la casa; era una presión sicológica, aparte el divorcio, sin dinero, con los hijos a mi cargo.
Acerca de cómo se mantiene actualmente, señala que trabaja en la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación, y fue seleccionado mediante un concurso. Indica que es como una luz en el túnel que se esté negociando el que sobrecargos de Mexicana puedan entrar en Aeroméxico, porque se amplió el límite de edad.
Los ingresos se redujeron 70%
Claudia Araceli Flores Ramos, también sobrecargo por 12 años seis meses, plantea:
“Estuve trabajando medio año en un call center; luego en un bufete legal. He tenido un trabajo tras otro; todos mal pagados; el último, con una amiga, vendimos comida en la calle, sacábamos apenas los gastos del día, porque se tiene que pagar a la mafia que controla las calles.
“Tuve que vender cosas, hasta ropa, zapatos míos; mis joyas acabaron en el Monte de Piedad y se perdieron, porque no tuve para desempeñarlas; es una gran impotencia no tener ni para llevar a tu madre al médico o para comprarle las medicinas a tu papá.
Ahora entré a trabajar en el gobierno, tengo prestaciones, pero la paga es poca; no acabo las quincenas, es angustiante, no ves cómo vas a solventar los gastos. Los ingresos se redujeron 70 por ciento. Es vivir al día, tener que contar hasta los boletos del Metro que compras y ves que no te alcanza, tratas de estirar lo más posible y no lo logras.
Los testimonios en video pueden consultarse en La Jornada on line.

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