Refinería Bicentenario: 9 mil millones de pesos tirados a la basura

El secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell. Foto: Germán Canseco
El secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell.
Foto: Germán Canseco
Hace seis años, el gobierno federal prometió que la Refinería Bicentenario sería el mayor proyecto de infraestructura de la última década, y le invirtió 9 mil 612 millones de pesos. Pero hace tres meses la canceló. Facturas  de la millonaria inversión, obtenidas para esta investigación periodística, evidencian la necesidad de una auditoría: en el terreno –ubicado en Tula, Hidalgo– no se colocó más que una barda, hubo millonarias adjudicaciones directas, modificaciones en los montos pactados y contratación de empresas con historiales de corrupción.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con todo y reforma energética, en diciembre pasado el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, anunció la cancelación de la Refinería Bicentenario (RB), que debía construirse en Tula, Hidalgo. Ésta sería la obra petrolera más importante de las últimas décadas, y el gobierno de Enrique Peña Nieto había condicionado su edificación, precisamente, a que se aprobara la reforma.
Ante el anuncio, legisladores de las comisiones de Energía en ambas cámaras del Congreso preparan la solicitud de una auditoría sobre los recursos que se gastaron en esta fallida obra, durante los últimos seis años: 9 mil 612 millones de pesos.
La pregunta es: ¿qué se hizo con ese dinero? A simple vista, sólo se observa una barda que bordea las 700 hectáreas del polígono donde, se supone, la refinería debía operar a partir de septiembre de 2016. Por lo demás, la obra es papel.
Esta reportera obtuvo copias de las facturas pagadas en las 41 contrataciones que los funcionarios de Pemex hicieron para la RB, más facturas de otros gastos solventados con esa misma bolsa presupuestal, que en algunos casos fue usada como “caja chica” de la subsidiaria Pemex Refinación. Dichos documentos revelan que hubo millonarias adjudicaciones directas, modificaciones en los montos contractuales originales, aceptación de plazos adicionales y atrasos sin cobro de penalización.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2002, ya en circulación)
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