Élites devoran el erario

 
Revista Siempre!
 
Por Martín Esparza Flores /
Cámara de Diputados

Recortes afectan desarrollo económico/II

Martín Esparza Flores
El manejo presupuestal en los últimos tres sexenios ha estado marcado por una tendencia a mantener incólumes los privilegios de las élites del poder como es el caso del Poder Legislativo cuya asignación de recursos creció en un 34 por ciento en el periodo comprendido del 2007 al 2015, y contradiciendo al eternizado discurso de la austeridad, el gasto corriente por servicios personales de los altos funcionarios se incrementó en un 37 por ciento del 2000 al 2015, de acuerdo a estudios elaborados por expertos del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM.
En contraparte, y aunque resulte paradójico en el contexto de la reforma educativa, el gasto programado en educación ha disminuido en términos reales, desde el 2007, a una tasa promedio de 1.5 por ciento anual; su peso dentro de los presupuestos se ha desplomado “desde un 34 por ciento en 2007 hasta un 29.3 por ciento en 2016”, pero también los apoyos al campo, como sector primario, han sido magros pues en el mismo periodo apenas y han tenido un crecimiento del 0.03 por ciento, según establecen los análisis de los economistas de la Máxima Casa de Estudios.
Amén de la parte de responsabilidad que le toca a los sectores empresariales del país en el gris crecimiento de la economía nacional, los gobiernos en turno tienen buena parte de culpa por los pésimos diseños en las asignaciones presupuestales de las tres últimas décadas, ya que mientras se han disparado los presupuestos asignados al rubro de la seguridad, los referentes a áreas productivas como las actividades agrícolas, silvicultura y pesca han recibido sólo migajas del 2007 al 2015. De hecho, y a pesar de su importancia como generador de divisas, ni el turismo se ha salvado de esta política de marginación presupuestaria al arañar apenas un 0,7 por ciento de participación promedio en el gasto de desarrollo.
Realmente crítico resulta saber que el gasto del gobierno ha tenido un crecimiento anual del 4.6 por ciento en la última década, muy superior al del PIB, y es más preocupante enterarse que el no gravar adecuadamente los ingresos por ganancias de sectores como el financiero y minero, implica que el peso del erario público
“lo carguen los trabajadores que viven al día o bien que apenas pueden solventar sus gastos de una vida digna, mientras los recursos públicos se emplean ineficientemente y se dilapidan en gasto corriente de la burocracia estatal”, sobre todo de las élites privilegiadas.
El análisis del Centro de Análisis Multidisciplinario en torno al manejo presupuestal es tajante al recalcar que bajo la “falsa austeridad” manejada desde hace más de una década, se ha acentuado la mala distribución del ingreso y las desigualdades sociales. “No es coincidencia —señala el estudio–, que al amparo de la “nueva” ideología económica y política, las fortunas privadas hayan crecido a ritmos tan acelerados y hayan convertido a varios empresarios en magnates a nivel de posicionarse en las listas de los hombres más poderosos y ricos del planeta”.
De cara a los recortes presupuestales, valdría preguntar a los arquitectos de las finanzas públicas: ¿se han hecho en las áreas correctas y de manera juiciosa e imparcial? Si es así, ¿por qué entonces las cifras hablan de un estado de excepción para la enquistada clase política? ¿Quién entonces está mintiendo al país?
esparza

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