“Dueños” del basquetbol profesional violan derechos laborales de jugadores
En total impunidad, la Liga Nacional de Baloncesto Profesional y algunos clubes quebrantarían la Ley Federal del Trabajo. Jugadores, sin derecho a salario, cobertura médica, seguridad social, indemnizaciones en caso de lesión ni respeto a sus decisiones de jugar o no con algún equipo
En México, probar suerte en los
clubes de basquetbol profesional suele significar la aceptación de
condiciones laborales deplorables: al deportista le ofrecen un trabajo y
le exigen rendimiento, pero le niegan sus derechos básicos, como el
salario, el seguro médico y la seguridad social.
Los honorarios en este deporte se
manejan bajo el concepto de alimentación o pago en especie; en la
mayoría de los casos, cuando se acuerda una cantidad económica, ésta no
llega al bolsillo del basquetbolista.
La retahila de anomalias no para: cuando
el jugador quiere salirse del equipo, la condición es que no reclame el
adeudo. Sólo así puede irse “libremente” a otro club. En muchos casos,
los contratos carecen de seguro médico y seguridad social, y es
frecuente que las copias de éstos no lleguen a manos de los jugadores.
En total impunidad, la Liga Nacional de
Baloncesto Profesional (LNBP) y algunos clubes que la integran
quebrantan la Ley Federal del Trabajo (LFT). Por si fuera poco, para los
jugadores hablar sobre ello puede significar el fin de su carrera
deportiva.
“Te hacen firmar contratos en blanco”,
asegura Jesús Ramsés Benítez González, exjugador profesional. El
compromiso del equipo con el jugador jamás queda asentado en un
documento: en el contrato “no está su firma y no se sabe si ellos van a
cumplir su parte”.
En 2009, Benítez González fue despedido y
vetado sin justificación alguna de la Liga. A la fecha, sigue en busca
de una resolución legal favorable.
“Te contratan con la promesa de que vas a
jugar y al principio sí sucede. Después, te mandan 3 meses a la banca y
no te pagan. Un día llega un equipo para contratarte y, cuando le
comentas al entrenador, no te deja: ellos son dueños de tu carta
y te dejan ir con la condición de que no te paguen los 3 meses donde ni
siquiera jugaste. No te queda de otra y aceptas”, dice un jugador
profesional que solicita el anonimato por miedo a represalias.
El caso de Ramsés Benítez fue peor:
“Cuando otros equipos saben del bloqueo, me dicen: ‘Vente, yo te pago tu
salario, tu rehabilitación’. Uno tiene familia y ahí ya no me querían:
me iban a mandar a la casa, no me habían pagado y pues hay que comer.
Entonces hablo con ellos sobre ese ofrecimiento y me dicen: ‘No te vas a
ir, no te vas a ir con ninguno. Nosotros tenemos tus derechos, somos
tus dueños’”.
La LNBP fue creada en 2000 en Durango,
Durango. Información oficial refiere que es “una empresa enfocada al
soporte y profesionalización del baloncesto en nuestro país”, con el
objetivo de producir “verdaderos profesionales del baloncesto”.
Actualmente es presidida por el
licenciado Sergio Ganem Velázquez, también presidente del Club Fuerza
Regia de Monterrey, y cuenta con la participación de 10 equipos. Hasta
la temporada pasada, sumando las listas oficiales de jugadores de la
Liga, eran 99 los basquetbolistas que veían acción en las duelas.
La Liga Nacional de Baloncesto
Profesional tiene como “objetivo de calidad” importar jugadores: 48 de
los 99 que jugaron la temporada pasada son extranjeros. También busca
llevar a las duelas “a jóvenes talentos de importantes instituciones
educativas”, con el fin indirecto de nutrir a la Selección Mexicana de
un mayor número de basquetbolistas.
De 2011 a la fecha, el basquetbol
mexicano ha vivido un cambio sustancial, al menos en la duela: la
Selección Mexicana ganó la medalla de plata en los Juegos Panamericanos
que se disputaron aquel año en Guadalajara, Jalisco, y clasificó al
Mundial de la especialidad en 2014, después de 40 años de no asistir a
dicho evento.
Pero hace rato que la Selección no
refleja lo que viven los jugadores de las ligas profesionales del país,
como la LNBP, la Liga de Chihuahua o el Circuito de Baloncesto de la
Costa del Pacífico (Cibacopa). Y es que laborar en éstas no es sólo
competir con jugadores estadunidenses, sino, sobre todo, hay que sortear
problemas.
Ramsés alzó la voz
Para un atleta profesional, una lesión
significa alejarse del único sustento económico para él y su familia.
Tal es el caso de Ramsés Benítez, quien en 2009 se lastimó la espalda y
tuvo que abandonar las duelas. Hasta hoy, lucha por obtener una
resolución legal que obligue a los “dueños” de su carta a indemnizarlo.
Ramsés nació el 10 de septiembre 1979 en
Ciudad Obregón, Sonora, e inició su carrera en el baloncesto a los 14
años. De ahí, no paró hasta 2009. Según su autobiografía publicada en el
blog Raza de Bronce, le dicen Lulo desde que era pequeño.
Durante su etapa como estudiante del
Instituto Tecnológico de Sonora (Itson), inició su carrera en la
Selección Mexicana. A los 30 años seguía en las convocatorias del
combinado, pero durante un entrenamiento se lesionó y tuvo que ser
operado de una hernia discal.
En aquel momento, Benítez jugaba para
los hoy desaparecidos Halcones Verdes de la Universidad Veracruzana
(UV), equipo de la LNBP. Su contrato aún estaba en manos del equipo de
Xalapa cuando fue operado. Ni los Halcones ni los directivos de la
Selección Nacional se hicieron cargo de él durante su tratamiento
médico.
De acuerdo con el exjugador, Juan Manuel
González –entonces presidente de la LNBP y apoderado del equipo de la
UV– le aseguró que sí sería apoyado, pero eso no sucedió. Todo lo tuvo
que pagar de su bolsillo: operación y rehabilitación. Aunque al inicio,
Ramsés Benítez no le dio mucha importancia a la falta de asistencia
médica, los problemas no parecían terminar.
Tres meses después de la lesión, el
directivo del baloncesto profesional no sólo le dio la espalda, sino que
también lo despidió sin justificación alguna, asegura Ramsés. Seis
meses después de su operación, Benítez ya volvía a las duelas para
reincoporarse a su nuevo equipo. Lo que él no sabía es que su estancia
ahí sería de tan sólo 6 meses.
La preocupación del seleccionado
mexicano pronto pasó de no tener trabajo en los Halcones Verdes a no
poder ofrecer sus servicios a ningún otro equipo. Lo habían vetado de la
LNBP, la Liga de Chihuahua y del Cibacopa. No podía jugar en México
porque sus “derechos” eran del equipo veracruzano, que lo tenía
“bloqueado”.
Pacto de caballeros
Pareciera que en la Liga Nacional de
Baloncesto Profesional existe un código no escrito, que se conoce en el
medio deportivo como el pacto de caballeros. Este “acuerdo”
entre dueños de los clubes les permite mover a placer a cualquier
jugador, sin siquiera preguntar si está de acuerdo. Así, los jugadores
son mercancía y el dueño hace con ella lo que le place.
“Ellos tienen unas reglas dentro de la Liga donde si tú llegas con ellos a hacer un try out, ya eres parte del equipo. Si te registran como jugador protegido,
les perteneces. Es una lista de 25 jugadores, no importa que no
juegues. Ellos alegan que les perteneces y pueden venderte, rentarte o
no dejarte jugar. Eso es lo que hicieron conmigo. Ellos me dejaron en la
lista de protegidos”, comenta Benítez, quien hoy se dedica a impartir clínicas de baloncesto en Sonora.
En el artículo 295 del capítulo X,
“Deportistas profesionales” –título sexto, “Trabajos especiales”–, la
Ley Federal del Trabajo establece que “los deportistas profesionales no
podrán ser transferidos a otra empresa o club sin su consentimiento”.
Pero la historia en la LNBP es otra.
“Para ser libre tienes que estar 3 años
como jugador prestado o rentado. Si dejas de jugar dos temporadas
seguidas con ese equipo, quedas libre. En sí no libre, quedas a merced
de la Liga. Uno no tiene libertad de nada.”
Para ejemplificar el sometimiento, Ramsés recuerda que en su caso lo bloquearon al enlistarlo como protegido. “Y no puedo jugar en ningún lado sin que les pidan permiso. Ellos pueden decir sí o no”.
En 2012, Ramsés intentó volver al
deporte ráfaga en la plaza de Guadalajara, después de estar dos
temporadas sin jugar. “A la semana de estar ahí hablan con Juan Manuel
González y Modesto Robledo [presidente de la Asociación Deportiva
Mexicana de Baloncesto]. El primero dice: ‘Se me va a la chingada ese güey
porque si no se va, no te voy a dejar jugar a tres de tus jugadores. Y
si quieres, te puedo ayudar y mandar a tres o cuatro jugadores por
Ramsés Benítez, pero él no juega. Él está vetado’. Después, le hablan a
Modesto y dice: ‘Ramsés Benítez está vetado. No puede jugar en esta Liga
ni en ninguna otra de México porque está vetado’”, recuerda, con voz
entrecortada, el exjugador de 37 años de edad.
Lulo no sólo quedó fuera del
deporte que lo vio crecer, sino también sin la actividad que significaba
todos sus ingresos. Sus intentos por llegar a un acuerdo fueron nulos:
no lo quisieron escuchar y desde 2009 sigue peleando en los tribunales
con demandas por incumplimiento de contrato y despido injustificado.
Las fallas en los contratos
De los jugadores consultados para este trabajo, sólo cuatro señalan haber firmado un contrato. Ninguno de ellos recibió copia.
“Si bien es cierto que el patrón (dueño
del club o empresa) está obligado por la ley a entregarle una copia del
contrato de trabajo al empleado (deportistas), para que éste a su vez
esté enterado de los derechos y obligaciones contraídos, también es
cierto que, en caso de conflicto entre el deportista y el club, la carga
de la prueba será para el patrón porque nunca entregó la copia al
empleado”, explica la doctora en derecho María Carmen Macías Vázquez,
investigadora en el Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
La académica observa que “la ausencia de
un contrato no desestima la relación jurídica laboral, porque la ley
prevé el caso de la presunción; esto es que el deportista puede
corroborar con testigos y documentos que infieran una relación laboral
ante la autoridad laboral”.
En teoría, la existencia o no de los
contratos tampoco debería motivar el incumplimiento del pago de
salarios. Para la doctora Macías Vázquez, “el salario es un derecho de
los trabajadores y además es irrenunciable (según el artículo 33 de la
Ley Federal de Trabajo)”.
La especialista en derecho laboral
agrega que “el salario o retribución por el trabajo prestado debe
consistir en la cantidad en efectivo que hayan acordado las partes, el
cual puede integrarse de varios conceptos o no, entre los cuales se
encuentra el pago en especie”. Pero, aclara, “el salario debe pagarse en
efectivo independientemente de que se integre por varios rubros o la
connotación que se le dé”.
Respecto de la práctica en la que
incurren algunos dueños de equipos de pagar en especie o establecer el
concepto de alimentación como única forma de pago, la doctora explica:
“el concepto de pago de alimentos que la ley establece, y de manera muy
específica para el trabajo de los deportistas, consiste en que los
alimentos deben ser cubiertos totalmente por el club o empresa a la que
presta sus servicios el deportista (artículo 298, fracción III, de la
Ley Federal del Trabajo), lo que también es independiente de su salario.
Encasillar el salario bajo un concepto en específico, como lo es el de
alimentos, implica revisar otras disposiciones jurídicas en las áreas
correspondientes a la seguridad social y los impuestos”.
El exjugador Benítez asegura que en su
caso firmó dos contratos: “Uno porque estás sobre el tope salarial que
tiene la Liga, ése es un convenio entre el club y el jugador. Después
firmas otro, que es el que le presentan a la Liga; y muchas veces, no
todos los equipos, se firma otro que es por menos dinero en caso de que
entre el fisco”.
Al igual que otros jugadores
entrevistados, a Benítez no le dieron copia de ninguna de sus
contrataciones: “Los contratos no te los entregan. Actúan con alevosía y
ventaja: te los mandan sin firma y tú los tienes que regresar firmados.
Ellos los mantienen y nunca los firman. Si no te los entregan es porque
nunca los firmaron”.
Los patrones callan
En México el deporte es regulado la
Comisión de Cultura Física y Deporte (Conade), a cargo de Alfredo
Castillo Cervantes. Pero éste prefiere no dar entrevistas, a pesar de la
grave situación laboral que padecen los basquetbolistas. Vía
telefónica, José Emiliano Montiel Hernández, asesor de Estrategia de
Alfredo Castillo, dice que en la Conade sólo “su jefe” puede emitir una
declaración oficial, pero adelanta que la Liga es ajena a la Conade.
No obstante, el artículo 86 del título
cuarto de la Ley General de Cultura Física y Deporte –dedicado al
deporte profesional– dice: “Los deportistas profesionales mexicanos que
integren preselecciones y selecciones nacionales, que involucren
oficialmente la representación del país en competiciones
internacionales, gozarán de los mismos derechos e incentivos
establecidos dentro de esta ley, para los deportistas de alto
rendimiento”.
De lo anterior se desprende que, por lo
menos en el caso de Ramsés Benítez –quien era seleccionado nacional al
momento de sufrir una lesión en la espalda–, la autoridad sí tiene
directamente responsabilidad. Sobre todo porque el daño se produjo
durante una concentración con la Selección Mexicana.
Pero no sólo la autoridad deportiva
guarda silencio. La LNBP también. Sergio Ganem Velázquez, presidente de
la Liga Nacional de Baloncesto Profesional, había aceptado la entrevista
pero al final la negó. Se le buscó a través del comisionado general,
ingeniero Alonso Izaguirre López, quien se comprometió a atender la
solicitud con alguno de los directivos, sin resultado favorable.
También se buscó al doctor Juan Manuel
González Flores, actual presidente del club Garzas de Plata de Hidalgo y
expresidente de la LNBP, pero hasta el cierre de esta edición no se
obtuvo respuesta.
Atropellos laborales
En caso de ser víctimas de atropellos en
materia laboral, los jugadores profesionales de basquetbol sólo tienen
la posibilidad de pelear ante las Juntas de Conciliación y Arbitraje sus
derechos.
El exjugador Ramsés Benítez aconseja a
los jóvenes jugadores que no tengan miedo de denunciar cualquier tipo de
abuso. Su experiencia le ha enseñado que es peor callar y esperar una
conciliación amistosa con los “dueños” del deporte ráfaga. Pasan años y
no se logra ningún beneficio para el jugador; por el contrario, puede
ser víctima de represalias.
Según cuenta Benítez, los pocos que han
alzado la voz han conseguido por lo menos ser activados de nuevo y
continuar con su carrera. Él, sin embargo, continúa con su lucha.
“Son derechos que tiene uno como jugador
y se los digo porque comprobado lo tengo con mi caso. Estoy esperando
un resultado y yo sé que todo es favorable. Eso les va a dar mucha
confianza. No solamente en el basquetbol, sino en todos los deportes
profesionales, porque si alguien está cometiendo un daño y después te
quieren truncar tu forma de vivir y trabajar, ellos tienen que pagar ese
perjuicio de por vida. No se vale que no estén haciendo las cosas con
base en la ley y le quiten a uno la oportunidad.”
Rafael Armando Vadillo Santos
[CONTRAGOLPE]
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