La rebelión de las audiencias



 
PROCESO 
 

La gran mayoría de las audiencias –los ciudadanos que consumen información, especialmente por medios electrónicos– descreen ya de los medios tradicionales (radio y televisión) y depositan su confianza en las redes sociales. En México, esa “franca rebelión” afecta principalmente a los dos emporios televisivos: Televisa y TV Azteca, cuya credibilidad cae en picada. A continuación se reproduce el capítulo “La caída de la confianza, el ascenso de la movilidad”, del libro La rebelión de las audiencias. De la televisión a la era del trending topic y el like (Grijalbo, 2017), de Jenaro Villamil, que se presentará este jueves 17, a las 19:30 horas, en El Estanquillo.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En julio de 2012 la empresa Parametría publicó una encuesta levantada en 800 hogares mexicanos para conocer el nivel de confianza en los medios tradicionales: prensa, radio y televisión. En esa primera muestra 55% admitió tener “mucha confianza/algo de confianza” en los noticiarios de la pantalla, y sólo 44% “poca confianza/nada de confianza”. Fue el mes de las elecciones presidenciales. En las calles de las principales ciudades había irrumpido un movimiento social de jóvenes, la mayoría universitarios, que reclamaban la democratización de los medios masivos y, especialmente, el fin de ese “matrimonio por conveniencia” entre Televisa, la empresa emblemática del poder mediático en el país, y el candidato presidencial priista Enrique Peña Nieto. Se llamaron #YoSoy132, a tono con el lenguaje del trendig topic de Twitter.
Dos años después, en julio de 2014, la ecuación comenzó a cambiar: de 55% disminuyó a 37% el nivel de quienes tenían “mucha confianza/algo de confianza” en los noticiarios de la televisión, mientras que 62% admitió tener “poca confianza/nada de confianza”. En ese mes se aprobó la reforma de telecomunicaciones, una de las grandes promesas del gobierno peñista y de los partidos que formaron el Pacto por México. Se presumió a nivel internacional como uno de los grandes logros de la nueva administración. La mayoría de los mexicanos ignoraba en qué consistían esos cambios legales que prometieron una mayor competencia y disminución en las tarifas de los servicios de telecomunicaciones.
Para enero de 2017 la debacle en la confianza de los contenidos informativos era total. La misma empresa midió que 83% de sus encuestados confiaba “poco/nada” en los noticiarios televisivos, mientras 81% declaró lo mismo frente a los programas noticiosos de la radio y 79% no confiaba en los periódicos. ¿Qué había sucedido?
Parametría explicó en su reporte que “la pérdida de confianza en los medios tradicionales de comunicación no es un fenómeno propio de México. La mayoría de los países presenta una baja de confianza que la ciudadanía tiene de la radio, la televisión y los periódicos. En este contexto, las redes sociales se han convertido en una herramienta que los ciudadanos usan cada vez más con mayor frecuencia para enterarse de los acontecimientos”1.
En alguna medida, la tendencia al descrédito es generalizada en todas partes del mundo. De hecho, en Estados Unidos el magnate inmobiliario Donald Trump triunfó en las elecciones presidenciales de noviembre 2016 confrontándose con los medios más importantes del establishment americano y continuó su pleito durante los primeros meses de su mandato. En otras partes del mundo la caída en las audiencias de los medios analógicos es muy pronunciada. Y la desconfianza en los “medios establecidos” es equiparable con la irrupción de los ciberpasquines o de los sitios en internet dedicados a generar falsas noticias, rumores o simplemente burlarse de todo.
Sin embargo, en pocos países, como en México, el cambio ha sido tan drástico y vertiginoso para la propia clase política y tan crítico para las poderosas empresas televisivas que durante los años anteriores aspiraron a fundar un “monopolio de la opinión pública” gracias a la alta concentración de las concesiones en televisión abierta (Televisa dominaba 70% y TV Azteca 30% de las audiencias, la publicidad y los contenidos), a su dominio de la agenda informativa, a su influencia en los principales noticiarios de radio y a la sociedad con la mayoría de los periódicos.
La ecuación fue tan exitosa que, empoderadas, llevaron a Los Pinos a un joven e inexperto político del Estado de México, valga la contradicción, gracias a la magia mercadológica de la pantalla televisiva, al uso intensivo de la propaganda mezclada con espectáculo e información. En el gran logro vino la penitencia.
La misma empresa Parametría apuntó que 15 años antes (2002), en plena fiesta por la alternancia al estilo mexicano, con la llegada del PAN a la Presidencia de la República, el optimismo por las buenas cifras económicas; el auge de los reality shows, como Big Brother, que rompió récords de audiencias; 70% de los encuestados confiaba “mucho/algo” en los noticiarios de televisión y 58%, en promedio, confiaba “mucho/algo” en los medios informativos.
La caída de la confianza en los contenidos informativos de la televisión y otros medios corre en paralelo con la intensidad de las críticas que se expresan en redes sociales hacia el gobierno de Enrique Peña Nieto. Tan sólo entre el 1 de enero y el 1 de septiembre de 2016, un monitoreo, al que tuvo acceso la agencia Insurgente Press, a las redes sociales de Twitter y Facebook demostró que diariamente se emiten 16 mil 820 mensajes negativos contra el presidente mexicano.
Hasta septiembre de 2016, durante el cuarto año de gobierno de Peña Nieto, se emitieron un total de 82 millones de críticas, memes, sátiras y mensajes en contra del primer mandatario. El 31 de agosto de ese año el nivel de desaprobación a la visita del entonces candidato republicano Donald Trump a Los Pinos alcanzó 11 millones 904 mil mensajes negativos en Facebook, mientras que en Twitter fueron 2 millones 68 mil 842 críticas.
La suma de cuentas de usuarios que postearon entre enero y septiembre de 2016 cuestionamientos y críticas a la administración de Peña Nieto en Facebook sumaron 14 millones 542 mil 500 cuentas, contra menos de 2 millones de cuentas con mensajes de apoyo a su gestión2.
La otra manera de ver tele
Paradójicamente, la televisión no dejó de ser uno de los medios de comunicación más vistos por los mexicanos, a pesar de la deserción o la indiferencia de las audiencias más jóvenes (12 a 30 años) que crecieron sin la “hegemonía televisiva”. La Primera Encuesta Nacional de Consumos Audiovisuales, realizada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) entre octubre y noviembre de 2015, arrojó datos muy interesantes:
• El 98% de los hogares mexicanos tiene una televisión, pero menos de 30%, una computadora.
• El 56% de la población cuenta sólo con televisión abierta, y es su medio de información privilegiado.
• El 81% ve televisión abierta y sus géneros preferidos son los noticiarios, telenovelas y películas (en ese orden).
• El 40% declaró escuchar radio. De ese universo, 80% lo escucha en sus hogares, 17% a través del teléfono móvil y 14% en el automóvil o transporte público.
• De los usuarios de internet, 92% consume contenidos audiovisuales (Youtube, Netflix y videojuegos, en ese orden).
La Tercera Encuesta Nacional de Usuarios de Servicios de Telecomunicaciones, levantada en 2016 por el mismo IFT, arrojó otros datos aún más importantes sobre los usos de internet y el consumo de redes sociales. Los mexicanos no dejaron de ver televisión, pero el uso de las redes sociales se incrementó mucho más y especialmente a través de la telefonía móvil: 86% se conecta vía el smartphone, del cual 89% usa redes sociales, 90% ve videos cortos y sólo 64-67% consume noticias.
La mayoría de los usuarios de internet en México consume cinco horas al día para actividades personales y laborales, contra las tres horas en promedio diario que ven televisión.
En marzo de 2017 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer su Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH). El levantamiento se realizó en 134 mil 79 viviendas durante el segundo trimestre de 2016, distribuidas en 49 ciudades.
Algunos datos tratan de documentar el “optimismo” del gobierno federal frente a la reforma de telecomunicaciones y el mayor uso de internet: afirma que 15.7 millones de hogares (47% del total) disponen de conexión a internet, mientras que 93.1% cuenta con al menos un televisor, 73% posee al menos un aparato de tipo digital, lo que representa un incremento de 23% entre 2015 y 2016.
Otros datos son coincidentes con la encuesta del IFT:
• La tecnología que va en aumento es la telefonía celular: 81 millones de mexicanos mayores de seis años son usuarios de celular. De ellos, 60.6 utilizan un teléfono inteligente o smartphone, un incremento de casi 10% entre 2015 y 2016.
• En contraste, los usuarios de computadora disminuyeron 4.3% en el mismo periodo, aunque la presencia de una computadora en el hogar se elevó ligeramente: pasó de 44.9 a 45.6% entre 2015 y 2016.
• Las principales actividades de los internautas son comunicarse (88.9%), acceder a contenidos audiovisuales (81.9%) y entretenimiento (80.1%).
Un organismo privado, la compañía IAB México, presentó también en marzo de 2017 otra encuesta con mil 24 personas, y confirmó la existencia de 57% de la población internauta (68 millones de mexicanos) con una alta dependencia a sus dispositivos móviles: 74% dicen poseer un smartphone (porcentaje mucho más elevado que las encuestas del IFT y el INEGI), y 68% afirmó que es el dispositivo con el que más se conectan.
Paradójicamente, sólo 18% de los usuarios se fijan en los anuncios publicitarios, 6% acceden al contenido publicitario y 5% realizan alguna compra online.
El contenido más importante es el video online que se ve con mayor frecuencia entre las 6 y las 9 p. m., es decir, la misma hora del prime time del horario de la televisión abierta. En su teléfono móvil los usuarios ven con mayor frecuencia los videos cortos en streaming realizados por otros usuarios. En la laptop prefieren ver películas y tutoriales. En computadora, películas.
La plataforma más utilizada es, sin duda, Facebook (92%), seguida de Youtube (45%), mientras Twitter e Instagram se mantienen en 19%.
El acceso a internet a través de plataformas móviles “permite al internauta estar conectado e informado coexistiendo con otros puntos de contacto, 84% declara que internet forma parte de su vida cotidiana, 87% disfruta utilizarlo y 89% lo mantiene actualizado”, dice el estudio de IAB México. En otras palabras, el internet desplazó en confianza y constancia a la televisión, a la radio y arrasó con los medios impresos.
La configuración de una audiencia convergente es clara también en el estudio de IAB México: “En 2015, se fortalece la interacción entre internet y la televisión, 32% navega en internet mientras ve televisión”.
¿Cuáles son las razones? 26% declaró que para “leer los comentarios sobre el programa en las redes sociales”; 24%, para “buscar información sobre los artistas, la trama (de una novela, programa o película), atletas o equipos”; 19%, para “hablar de lo que estoy viendo con otra persona”.
A nivel continental, también este cambio de lo analógico a lo digital, el uso intensivo de la “lógica conectiva” arroja datos interesantes en los índices de confianza en la democracia y en los medios de comunicación.
El informe de 2016, elaborado con 20 mil encuestas en 18 países latinoamericanos por la empresa Latinobarómetro, con sede en Chile, destacó que entre 2004 y 2010 “el país donde más cae la percepción de independencia de los medios de comunicación es México”, que pasa de 28 a 22%. En México, sólo 30% percibe a los medios de comunicación como “opositores” al gobierno, frente a 75% de Costa Rica, 69% de Panamá o 66% de Brasil.
El informe refleja, adicionalmente, un “evidente retroceso” de los medios tradicionales, como la televisión, la radio y los periódicos, frente al incremento del internet como fuente de información política.
Lo que más llama la atención –apunta Latinobarómetro– es que esta alza del internet como fuente de información política ha hecho caer la importancia de los medios informales más tradicionales, como “la familia”. Es decir, internet no sólo revoluciona la manera como se informa la ciudadanía, sino que moderniza su comportamiento desmantelando un rasgo tan tradicional de las sociedades como es la credibilidad entre quienes tienen el contacto directo con la piel del otro, la familia, los amigos y compañeros de trabajo.
Los datos de 2016 indican que, por primera vez en 20 años, ­existe una disminución de la importancia de las fuentes tradicionales de información, marcando un punto de inflexión en la manera como se comunican los latinoamericanos en política. Ello en medio de la era de la desconfianza3.
Tendencias de la rebelión
¿Qué están arrojando estos datos cuantitativos y cualitativos?
1. En primer lugar, que entre 2014 y 2017 se ha producido una auténtica transformación de las audiencias mexicanas y latinoamericanas frente a los contenidos mediáticos tradicionales, especialmente los informativos o noticiarios de la televisión, pero también frente a los géneros del entretenimiento empaquetado y programado para una audiencia inmóvil. Los mexicanos no han disminuido sustancialmente su consumo de la pantalla televisiva (el IFT promedió una baja de 15% de rating entre 2013 y 2015), pero ya no la ven igual y la contrastan cada vez más con los contenidos que eligen o a los que tienen acceso a través de las redes sociales (Facebook, Twitter y Youtube, principalmente). 32% navega en internet mientras observa la pantalla televisiva (según IAB México).
Latinobarómetro destaca que el uso de Facebook, Twitter y Youtube en México ha crecido de manera constante hasta romper el promedio regional del continente: frente a 50%, en promedio, en México las audiencias convergentes utilizan 59% Facebook; frente a 19% promedio de uso de Twitter, en México es de 28%, y ante 28% promedio de Youtube, en México es de 34%.
2. La rebelión de las audiencias se configura con un perfil cada vez más interactivo. Estamos hablando de audiencias convergentes cada vez más dinámicas y capaces de incidir en la opinión pública. Es decir, ciudadanos que utilizan tanto los medios analógicos o radiodifundidos (televisión y radio) como los medios digitales (redes sociales) a través de los servicios de telecomunicaciones (telefonía móvil, televisión restringida e internet). La movilidad, brevedad y eficacia son los tres ejes de este modelo de comunicación que ­privilegia el uso del smartphone.
3. La convergencia les da nuevas características a estas ­audiencias. Éstas son las características claras de las audiencias convergentes: a) interactividad para impulsar una comunicación más horizontal; b) hipertextualidad que le permite al usuario explorar la red de conexiones a través de la navegación; c) ­instantaneidad que posibilita la transmisión de la información y el entretenimiento en forma inmediata, desde lugares remotos o cercanos, y la posibilidad de compartirlo persona-persona o persona-grupo o grupo-grupo; d) interacción que facilita la flexibilidad en los contenidos, la intervención de las audiencias y la fluidez en la comunicación; e) movilidad en la que convergen la radiodifusión, las telecomunicaciones y la informática. Estas características las explicamos en extenso en el siguiente capítulo.
4. La rebelión de las audiencias rompe la idea de homogeneidad y alienta la fragmentación de las mismas, pero no necesariamente su dispersión. En otras palabras, la diversificación y segmentación de las audiencias imposibilita un “monopolio de la opinión pública” por parte de una televisora, un vocero o un solo programa, pero permite la generación de mecanismos dinámicos para incidir en la agenda pública y generar estados de ánimo social coincidentes.
En el caso mexicano, las audiencias se han vuelto mucho más críticas, demandantes e, incluso, intemperantes frente a los procesos tradicionales de deliberación. La crítica pasa tanto por un juicio más duro frente a la clase política gobernante, los partidos políticos, las instituciones antes “intocables” (ejército, iglesias, empresarios), pero también contra las propias televisoras que forman parte de un “sistema” que es rechazado con mayor fuerza. De ahí los altos niveles de desconfianza en todo aquello que provenga del “sistema” que naufraga en su propia referencialidad o en su incapacidad para conocer y estudiar estos fenómenos de audiencia.
5. Las mediciones tradicionales, construidas en la industria mediática analógica, ya no son útiles para entender a las audiencias. El rating, el share y la masividad de un contenido ya no garantizan ni el éxito ni el fracaso de un contenido. Quienes han tratado de replicar estos modelos televisivos a los nuevos medios digitales fracasan ostensiblemente: buscar muchos seguidores, likes o tráfico no necesariamente se traduce en éxito o influencia en la opinión pública.
Las audiencias convergentes y rebeldes constituyen un auténtico desafío para el análisis sociológico, mercadológico y político, porque rompen con paradigmas antiguos que surgieron de una teoría de los medios de comunicación que confundió el viejo axioma de Marshall McLuhan: “el medio es el mensaje”, y lo tradujo en una operación de sacralización al medio sin darse cuenta de que las propias audiencias se podían convertir en medios en sí mismos y en creadores y consumidores de contenidos sin la mediación de la gran industria televisiva o radiofónica.
6. Surge un nuevo y poderoso concepto que es más útil para analizar a las audiencias convergentes, rebeldes, interactivas y multimedia: el cross-media. Acuñado apenas en 2011, el cross-media define la posibilidad de comunicar un mismo texto en distintas plataformas, así como de complementarlo, reinventarlo o reproducirlo, como sucede con las aplicaciones móviles, los videos de Youtube, el streaming en Periscope o en Facebook Live.
La investigadora Rosa Elba Arroyo, en su proyecto de estudio de cross-media como modelo de comunicación política, advierte una diferencia fundamental: en las producciones multimedia el contenido permanece intacto aun cuando se presente en varias plataformas. Las producciones cross-media modifican un contenido o una información hasta el grado de complementarlo con la participación de las audiencias una vez que ha pasado por distintas plataformas.
El cross-media también ha facilitado procesos de distorsión, alteración o viralización de información falsa, como ocurrió en ­enero de 2017 con los rumores de un “golpe de Estado” o de represión ­militar a raíz del descontento social por el gasolinazo. Lo interesante es que la “vacuna” provino de la propia interactividad.
7. La rebelión de las audiencias es profundamente antigobiernista, en contra de los partidos políticos y, en general, de una clase dirigente que es señalada por corrupta, cínica, mentirosa. Es una rebelión que rebasa a los propios partidos tradicionales y encuentra verdaderos “picos” de expresión negativa en escándalos como los de corrupción. Por ejemplo, el mismo día que Peña Nieto fue exonerado por la Secretaría de la Función Pública del escándalo de la Casa Blanca (21 de agosto de 2015), los monitoreos en Facebook registraron 28 millones de duros cuestionamientos al “perdón”.
Observaremos estos fenómenos con mayor intensidad en los próximos meses y años, como un intento de “ensuciar” las redes sociales, promover “guerras sucias” en el mundo digital o crear una falsa interacción. Esta amenaza es tan preocupante como las violaciones a la neutralidad de la red, a la privacidad o al honor de las audiencias, pero lo que ha ocurrido en los últimos tres años –plagados de intentos de “sembrar” campañas de odio o de miedo– es un efecto boomerang muy negativo para sus promotores.
1 Para más información, consultar: www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=4946.
2 Daniel Pensamiento y Abel Espinosa, “Acumula EPN 82 millones en críticas en redes sociales entre enero-septiembre”, Insurgente Press, 13 de septiembre de 2016. Para más información, consultar: www.insurgentepress.com.mx/acumula-epn-82-millones-de-criticas-redes-sociales-entre-enero-septiembre/
3 Latinobarómetro, Informe 2016, 2 de septiembre de 2016. Para más información, consultar: www.latinobarometro.org/latNewsShow.jsp.

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