Consulta sobre el NAIM: detenerlo, “una de cal por las que van de arena”
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La consulta
ciudadana nacional para decidir detener o continuar la construcción del
NAIM (Nuevo Aeropuerto Internacional de México) en lo que queda del Lago
de Texcoco, va más allá de las posturas favorables y opositoras al
desarrollo de la terminal aérea y el gran complejo urbano y comercial
denominado Aerotrópolis que se pretende edificar, ventajoso negocio de
los inversionistas por sobre los antiguos dueños de los predios, quienes
en su mayoría vendieron bajo presión, coerción y engaños a precios
irrisorios en comparación con los que ahora se manejan gracias a la
especulación inmobiliaria.
Sin duda es necesario incrementar la
capacidad aérea comercial, pero ello no debería implicar la afectación
de lo que queda del Lago de Texcoco y áreas aledañas, así como de las
formas de vida que este espacio acuático-terrestre alberga a pesar de
estar entre la zona urbana de la Ciudad de México y las del Estado de
México. Por supuesto que no debemos pasar por alto las necesidades
aéreas y tampoco la alteración medioambiental que se está dando en la
zona e incluso en otras debido a la explotación minera que se realiza
para abastecer de materiales a la mega obra, que requiere de una
considerable modificación del suelo para poder soportar al aeropuerto y
la ciudad que se quieren construir, y eso no garantiza que las
edificaciones no sufran graves afectaciones debido al suelo fangoso del
área.
Debe considerarse que la mancha urbana
de la Ciudad de México y de los municipios mexiquenses de Chimalhuacán,
Nezahualcóyotl y Ecatepec se ha unido al pueblo de Tequistlán al norte, y
que prácticamente –salvo pequeños espacios aún no urbanizados– forma un
cinturón que rodea a lo que queda del Lago de Texcoco por el noreste
con Tezoyuca, y al este con San Salvador Atenco, Chiconcuac, Tulantongo,
Texcoco, San Bernardino, Montecillo y Santiago Cuautlalpan que cierra
el circuito urbano con Chimalhuacán al sureste del área en cuestión, que
mide aproximadamente 15 kilómetros de sur a norte por 10 kilómetros de
este a oeste. De darse continuidad al NAIM no sólo la mancha urbana que
rodea este espacio lacustre y de humedales seguirá creciendo y
limitándolo cada vez más, si no que desde dentro ésta se incrementará,
lo que tendrá impactos negativos en una zona que ya ha sido ampliamente
devastada y que es al nororiente de la zona metropolitana el último
espacio natural que queda antes de las poblaciones de los municipios de
Tezoyuca, Atenco y Texcoco. Por lo anterior manifestarnos en la consulta
en contra del NAIM implicará defender el medio ambiente y frenar el
brutal desarrollo urbano que se pretende llevar a cabo, además de salir a
defender de la manera más civilizada a los pobladores originarios que
han sido ultrajados desde hace 3 sexenios para que se desprendieran de
sus tierras.
Votar en la consulta ciudadana contra el
NAIM será defender la Ciudad de México y las zonas urbanas del Estado
de México, pues lo que queda del Lago de Texcoco es un espacio natural
cuya riqueza biológica y capacidad hídrica son un baluarte desde el que
se puede contrarrestar la terrible y desorganizada urbanización y
contaminación que hemos generado. Claro que usted tiene el derecho de
votar a favor del “progreso” y de una terminal aérea de lujo para
satisfacer la demanda aérea y los intereses económicos de los más
potentados de este país, aún a condición del ecocidio de lo que
queda del gran lago de las glorias prehispánicas; pero no deseche la
posibilidad, si para usted volar es una prioridad, de que también puede
votar por reacondicionar los aeropuertos de la Ciudad de México y
Toluca, así como construir dos pistas en la base aérea de Santa Lucía
sin generar más afectaciones medioambientales en la zona del conflicto.
Sea cual sea su postura con respecto al
NAIM, emita su opinión; es aquí donde radica la verdadera trascendencia
de la consulta nacional, pues será el primer ejercicio de democracia
participativa de la entrante administración federal –ya ha planteado
otros a nivel estatal sobre otros temas que generan conflicto social–,
pero será la consulta sobre el NAIM la que sentará el precedente de la
relación entre gobierno federal, la base social y los grupos de poder
económico y político para otras cuestiones que deberán tratarse durante
el sexenio que va a comenzar.
Aproveche la “tersa” transición de la
supuesta democracia representativa, en la que políticos y magnates
económicos decidieron en sexenios anteriores la edificación del NAIM
–aún a costa de muertes, represión, despojo y ecocidio–, a la
democracia participativa en la que por primera vez se le está tomando en
cuenta para determinar los destinos de la nación. Es la oportunidad de
demostrar que la naturaleza y la gente importan más que la riqueza
económica de las cúpulas políticas y empresariales, es la ocasión de
trabajar en concordancia con un gobierno que ha prometido cambios en la
manera de dirigir este país. No se preocupe por la inversión económica
ya realizada, nunca valdrá más el dinero que la naturaleza lacustre y
sus especies animales y más aún cuando hay otras opciones menos lesivas
para solventar la demanda área. Que de lo invertido se preocupen los
inversionistas y el gobierno, antes cuando otros gobiernos y
especuladores decidieron invertir ahí a usted no le preguntaron si
estaba de acuerdo, pero ahora que le preguntan valore la posibilidad de
elegir el México que quiere y piense que se perderá menos aún perdiendo
lo invertido, los inversionistas inmobiliarios siempre podrán vender sus
tierras a los ejidatarios o al gobierno y zanjar la deuda social que
generaron. El gobierno y todos nosotros podremos sin duda enfrentar la
pérdida de la infraestructura desarrollada, es más, deberemos velar por
revertirla al costo que sea. Ya nos han hecho pagar por otros entuertos
económicos como el Fobaproa y otras deudas generadas por anteriores
administraciones federales y estatales, aún y cuando en gran parte se
deben a fraudes y malas decisiones que han hecho las mismas autoridades.
Así que, aunque decidir detener la construcción del NAIM nos cueste, a
la larga al privilegiar el lago y la naturaleza el precio pagado será
menor, además de que ahora es cuando echar una de cal por las que van de arena.
Roberto E Galindo*
*Maestro en apreciación y creación
literaria; literato, arqueólogo, diseñador gráfico. Cursa el doctorado
de novela en Casa Lamm. Miembro del taller literario La Serpiente
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