Catástrofe pudo evitarse
DESCUIDO DE LAS INSTALACIONES, crecimiento desordenado alrededor de la nave principal, deficiencias en la red eléctrica, bodegas irregulares y falta de hidrantes se conjugaron para derivar en el siniestro.
Un peritaje de la estructura del mercado “Adolfo López Mateos” realizado por un consultor de Asesoría, Diseño y Supervisión, por encargo del Ayuntamiento de Cuernavaca, cuya copia tiene DDM en exclusiva, revela que los daños causados por el fuego no son graves.
El incendio del mercado “Adolfo López Mateos” pudo haberse evitado si las diversas autoridades encargadas de la prevención de siniestros, supervisión y buen funcionamiento de los mercados públicos hubieran hecho su trabajo a tiempo.
El crecimiento desordenado de comercios alrededor de la nave principal, la tolerancia para construir bodegas verticales en los locales interiores, la deficiente instalación eléctrica, la falta de hidrantes y de equipo contra incendios y la apatía de las autoridades involucradas derivaron en la tragedia que mantiene a un sector productivo, fundamental en la economía del municipio y del estado, en la incertidumbre.
Por años, los locatarios se quejaron de los constantes “apagones” y variaciones en los voltajes eléctricos, producto de la sobrecarga de energía, derivado del crecimiento desordenado del comercio.
Las declaraciones de los representantes de la extinta compañía de Luz y Fuerza del Centro, hace más de dos años, con respecto a que el mercado era una “bomba de tiempo”, por los peligrosos problemas que tenían las instalaciones y el suministro del servicio, son recordadas hoy como el anuncio de una catástrofe que se pudo haber evitado si las autoridades no hubieran privilegiado sus intereses personales y políticos.
En julio de 2008, y tras destapar un endeudamiento millonario -que hoy se sigue pagando-, de parte del Ayuntamiento de Cuernavaca, y que incluía además al Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC), las autoridades municipales prometieron corregir el problema en el mercado municipal, en donde se planeó la instalación de una subestación eléctrica y la regularización e individualización de los contratos por el servicio de cada uno de los locatarios. Pero el tiempo pasó, terminó la administración municipal y nada se arregló.
Aunque el peritaje que determinará el origen del incendio aún no han sido presentado por las autoridades, todo apunta a que la conflagración pudo haber sido producto de un corto circuito. Además de que ésta no sería la primera ocasión que se registra un incendio en la central de abastos.
En 2002, problemas eléctricos en el mercado generaron un incendio que arrasó con más de 600 locales.
En marzo de 2010, la Dirección de Protección Civil de Cuernavaca, en ese entonces a cargo de Claudia Aponte Maysse, realizó un diagnóstico especial sobre el mercado, en el cual se concluía que tenía deficiencias en las instalaciones eléctricas, de gas y rutas de evacuación y fisuras en la cúpula.
El documento fue entregado al secretario de Turismo y Fomento Económico capitalino, Víctor Iván Saucedo Tapia. Sin embargo, no se tomaron cartas en el asunto. Nadie se atrevió a clausurar.
En mayo, la actual titular de la Dirección de Protección Civil de Cuernavaca, Raquel Solano Granados, aseguró que se haría una supervisión a las instalaciones del mercado. Pero, otra vez, nada se hizo.
La noche del sábado, las llamas consumían gran parte de la nave principal del mercado. Los bomberos llegaron con sus pipas llenas, pero, dada la magnitud del siniestro, bastaron sólo unos minutos para que quedaran vacías. No había agua disponible.
Esa noche, las carencias de los elementos de bomberos se hicieron evidentes. Sin equipo, con los uniformes rotos, sin mascarillas de oxígeno ni equipo de penetración, los tragahumo se internaron en el inmueble en llamas, mientras la gente les reclamaba “¡A qué vienen, si no traen agua ni herramientas!”.
“Hacen falta hachas”. “Que alguien pida picos y palas”. “Que nos traigan pipas”. “Hablen a SAPAC para que abran el agua”. Se escuchaba a través de los radios de los comandantes la noche del sábado.
“Hubo una descoordinación. El SAPAC no había abierto las llaves. Hubo escasez de agua al principio”, reconoció el director de Protección Civil estatal, Basiliso Miranda Román, en el noticiario Diario de Morelos Informa, conducido por los periodistas Gina Batista y Salvador Valora.
En el mismo espacio, el director del SAPAC, David Fonseca, admitió que el mercado, como la mayor parte de la ciudad, carece de hidrantes; además de que la cisterna, ubicada en la parte superior del ALM, tenía las válvulas cerradas.
Con información de Yesenia Daniel,
Adriana Monje y Gina Batista
Fuente
Un peritaje de la estructura del mercado “Adolfo López Mateos” realizado por un consultor de Asesoría, Diseño y Supervisión, por encargo del Ayuntamiento de Cuernavaca, cuya copia tiene DDM en exclusiva, revela que los daños causados por el fuego no son graves.
El incendio del mercado “Adolfo López Mateos” pudo haberse evitado si las diversas autoridades encargadas de la prevención de siniestros, supervisión y buen funcionamiento de los mercados públicos hubieran hecho su trabajo a tiempo.
El crecimiento desordenado de comercios alrededor de la nave principal, la tolerancia para construir bodegas verticales en los locales interiores, la deficiente instalación eléctrica, la falta de hidrantes y de equipo contra incendios y la apatía de las autoridades involucradas derivaron en la tragedia que mantiene a un sector productivo, fundamental en la economía del municipio y del estado, en la incertidumbre.
Por años, los locatarios se quejaron de los constantes “apagones” y variaciones en los voltajes eléctricos, producto de la sobrecarga de energía, derivado del crecimiento desordenado del comercio.
Las declaraciones de los representantes de la extinta compañía de Luz y Fuerza del Centro, hace más de dos años, con respecto a que el mercado era una “bomba de tiempo”, por los peligrosos problemas que tenían las instalaciones y el suministro del servicio, son recordadas hoy como el anuncio de una catástrofe que se pudo haber evitado si las autoridades no hubieran privilegiado sus intereses personales y políticos.
En julio de 2008, y tras destapar un endeudamiento millonario -que hoy se sigue pagando-, de parte del Ayuntamiento de Cuernavaca, y que incluía además al Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca (SAPAC), las autoridades municipales prometieron corregir el problema en el mercado municipal, en donde se planeó la instalación de una subestación eléctrica y la regularización e individualización de los contratos por el servicio de cada uno de los locatarios. Pero el tiempo pasó, terminó la administración municipal y nada se arregló.
Aunque el peritaje que determinará el origen del incendio aún no han sido presentado por las autoridades, todo apunta a que la conflagración pudo haber sido producto de un corto circuito. Además de que ésta no sería la primera ocasión que se registra un incendio en la central de abastos.
En 2002, problemas eléctricos en el mercado generaron un incendio que arrasó con más de 600 locales.
En marzo de 2010, la Dirección de Protección Civil de Cuernavaca, en ese entonces a cargo de Claudia Aponte Maysse, realizó un diagnóstico especial sobre el mercado, en el cual se concluía que tenía deficiencias en las instalaciones eléctricas, de gas y rutas de evacuación y fisuras en la cúpula.
El documento fue entregado al secretario de Turismo y Fomento Económico capitalino, Víctor Iván Saucedo Tapia. Sin embargo, no se tomaron cartas en el asunto. Nadie se atrevió a clausurar.
En mayo, la actual titular de la Dirección de Protección Civil de Cuernavaca, Raquel Solano Granados, aseguró que se haría una supervisión a las instalaciones del mercado. Pero, otra vez, nada se hizo.
La noche del sábado, las llamas consumían gran parte de la nave principal del mercado. Los bomberos llegaron con sus pipas llenas, pero, dada la magnitud del siniestro, bastaron sólo unos minutos para que quedaran vacías. No había agua disponible.
Esa noche, las carencias de los elementos de bomberos se hicieron evidentes. Sin equipo, con los uniformes rotos, sin mascarillas de oxígeno ni equipo de penetración, los tragahumo se internaron en el inmueble en llamas, mientras la gente les reclamaba “¡A qué vienen, si no traen agua ni herramientas!”.
“Hacen falta hachas”. “Que alguien pida picos y palas”. “Que nos traigan pipas”. “Hablen a SAPAC para que abran el agua”. Se escuchaba a través de los radios de los comandantes la noche del sábado.
“Hubo una descoordinación. El SAPAC no había abierto las llaves. Hubo escasez de agua al principio”, reconoció el director de Protección Civil estatal, Basiliso Miranda Román, en el noticiario Diario de Morelos Informa, conducido por los periodistas Gina Batista y Salvador Valora.
En el mismo espacio, el director del SAPAC, David Fonseca, admitió que el mercado, como la mayor parte de la ciudad, carece de hidrantes; además de que la cisterna, ubicada en la parte superior del ALM, tenía las válvulas cerradas.
Con información de Yesenia Daniel,
Adriana Monje y Gina Batista
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