México SA - Se fueron los salvajes; llegaron los bárbaros

Carlos Fernández-Vega
En Mexicana de Aviación se fue un grupo de salvajes para que arribara otro de bárbaros. Cinco años se mantuvo Gastón Azcárraga Andrade como presidente del consejo de administración de la aerolínea reprivatizada en 2005, y en ese lapso el único plan concreto que llevó a cabo para reflotarla financieramente fue la reducción de la plantilla laboral y la mutilación de los contratos colectivos de pilotos, aeromozas y personal de tierra, mientras por abajo del agua vaciaba a la empresa hasta dejarla en cascarón, para traspasar” los recursos a Clik y Link.

Como se recordó en este espacio el pasado 4 de agosto, el balance de los primeros nueve meses de Gastón Azcárraga Andrade al frente de Mexicana de Aviación se tradujo en el despido de mil 800 trabajadores –de confianza y sindicalizados–, la venta de la llamada torre insignia de la aerolínea (en la calle de Xola, por alrededor de 80 millones de dólares) y el recorte de 25 por ciento del salario al personal que libró la reducción de plantilla. Paralelamente, exigió al gobierno federal que le “regresara” una cantidad “por ajustes” en el precio de venta, lo que logró (alrededor de 10 por ciento del precio supuestamente pagado). Con tal de contener la masacre laboral y evitar el cierre de la aerolínea, los que en ella aún laboraban aceptaron mutilación tras mutilación a sus contratos colectivos (pilotos, aeromozas y personal de tierra), mientras los dueños (Gastón, Ángel Losada, Juan Gallardo Thurlow, Isaac Saba e Ixe Banco, entre otros) no inyectaron un solo peso para alcanzar la restructuración financiera. Todo a costillas de los trabajadores. Año tras año, de los cinco que duró Gastón al frente de la empresa, ese fue el ejercicio de los dueños para evitar “la inminente quiebra” de Mexicana de Aviación, sin olvidar el permanente aumento de precio a los pasajes que llevaron a la aerolínea a ser considerada como la más onerosa del país, de tal suerte que esa política alcista contribuyó decididamente a reducir la demanda de asientos y, por ende, la caída de ingresos.

Pues bien, Gastón y socios graciosamente tiraron la toalla y dejaron colgados de la brocha a trabajadores, acreedores y clientela en general. Que se hagan bolas, fue la consigna, y agarraron camino. De la nada, surgió un “salvador” de Mexicana de Aviación (Advent); de la misma chistera brotó una misteriosa “Tenedora K” y, por si fuera poco, de ésta aparecieron el Grupo Industrial Omega y el Grupo Arizan, que inyectarían recursos frescos (alrededor de 49 millones de dólares) para que la aerolínea se mantuviera en funcionamiento (en los hechos sólo fueron 3 millones para la turbosina). Hasta allí el escenario de “salvamento”: se fueron los salvajes, y llegaron… los bárbaros.

En la mesa de negociaciones Advent y sus operadores propusieron una “salida definitiva” a la crisis financiera: despedir a 100 por ciento de la plantilla laboral para después, si es el caso, recontratar (libres de cualquier pasivo laboral) a 25 por ciento de los trabajadores; que se vayan todas las aeromozas y después ya verán, pero en vía de mientras brutal reducción salarial; lo mismo con los pilotos y el personal de tierra, y quien llegara a quedarse que ni se queje. Todo ello aderezado con la extinción de sus respectivos contratos colectivos, es decir, lo mismo que exigieron, a lo largo de cinco años, Gastón Azcárraga Andrade y socios.
Si esa es la brillante “solución definitiva” que propone la misteriosa Advent-Tenedora K-Omega-Arizan para “salvar” a Mexicana de Aviación, entonces qué caso tuvo que Gastón Azcárraga y socios se retiraran de la empresa, pues su pretensión era exactamente igual a la que empuja la trasnacional con sus operadores autóctonos, es decir, correr a todos, desaparecer los contratos colectivos y desatenderse de los pasivos laborales, sin meterle un peso a la aerolínea. Entonces, esta mágica salida más se parece a la “solución final” de Hitler.

Nada raro sería que todo esto encubra una maniobra gubernamental para que al final de cuentas el erario entre al “rescate” y la aerolínea regrese al rebaño del sector público, pero mientras alguien encuentra la “solución definitiva” a esta situación, según se acerca la fecha marcada por la ley, el ambiente político hierve: a escasas dos semanas de que el inquilino de Los Pinos presente su propuesta económica al Congreso (Ley de Ingresos, Presupuesto de Egresos, Criterios Generales de Política Económica y miscelánea fiscal), los senadores tricolores denuncian al gobierno calderonista por manipular la información y “ocultar el inminente colapso económico”, y como ejemplo subrayan la crisis financiera del IMSS (“en 2012 no podrá pagar a los jubilados”), la quiebra de Petróleos Mexicanos (saqueo tras saqueo) y los números rojos que reporta el Banco de México.

Aunque la economía mexicana colapsó de tiempo atrás, el inquilino de Los Pinos asegura que no hay tal que, por el contrario es boyante, que es envidia internacional y que de ninguna manera su gobierno, como le llama, oculta el real estado financiero de organismos como Pemex y el IMSS. “La información ha sido clara y transparente, no hay nada que ocultar”, según dijo, quedándose muy tranquilo, pues supone que todos le creen. Una economía que no crece, que no genera empleo, que no distribuye socialmente y que lo único que impulsa es la concentración del ingreso y la riqueza ni lejanamente puede considerarse exitosa, por muchos adornos que le ponga Calderón y su coro.

¿Cuál será la propuesta económica calderonista para 2011? La misma que para 2010, 2009, 2008 y 2007: ninguna. Repetirá errores y excesos propios y pasados, prometerá que no aumentarán los impuestos, para en los hechos incrementarlos todos, y se aferrará a la dependencia con el vecino del norte, dejando a un lado a la pasmada actividad interna que de plano no levanta. Futuro garantizado, pues.

Las rebanadas del pastel

Que todo marcha de maravilla en el calderonato lo demuestran dos hechos igual de intrascendentes: que la tapatía Jimena Navarrete se coronó miss universo 2010 y, más importante aún, que el inquilino de Los Pinos apareció en la portada de Hola! México, la subsidiaria de la más facha y cursi de las revistas españolas del corazón. La diferencia es que la primera tiene con qué responder y qué presumir, pero el segundo, como Fox y Martita entenderán, pagó (con recursos del erario, obvio es) por su graciosa aparición en la tapa de Hola! con motivo de su cumpleaños.

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