El Fondo de Cultura Económica en el juego político

José Carreño Carlón, exvocero de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. Foto: Octavio Gómez
José Carreño Carlón, exvocero de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari.
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F. (apro).- En la integración del equipo de gobierno de Enrique Peña Nieto continúan las designaciones polémicas. Esta vez tocó el turno al Fondo de Cultura Económica (FCE), en donde se remplazó a Joaquín Diez-Canedo por José Carreño Carlón, quien fue vocero de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari.
Aunque Diez-Canedo no se va al desempleo pues asume la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), su remoción del FCE se da cuando oficialmente le faltaban dos años de gestión. Y ha sido percibida en el medio intelectual, particularmente el literario y editorial, como un desacierto, según las opiniones recabadas en varios medios de comunicación.
En el blog del diario español El País, el periodista y escritor Juan Cruz escribió en su columna que pocos nombres hay en la nómina de la “resistencia cultural”, y uno de ellos es el de Diez-Canedo y “lo acaban de despedir del Fondo…”. El también autor lo interpretó como el retorno del PRI encarnado por Salinas que marca “con su impronta la política de la industria cultural”.
Dejó ver que el FCE, la UNAM y ahora la Feria Internacional del Libro de Guadalajara se han convertido en “un codiciadísimo puesto cultural en México, y le han hecho sitio en ese lugar tan preciado a alguien directamente relacionado con la política, la del pasado y la del presente”. Y advirtió que la labor de editor que desempeñaba Diez-Canedo, entendida como quien transmite la imaginación de otro, está en riesgo de diluirse.
En otros medios se expresaron el escritor José de la Colina, quien dijo no entender el cambio, pues Diez-Canedo “lo estaba haciendo bien” y consideró que el FCE es una “institución exclusiva de libros y a ello debe responder su director”.
Se destacó además la posición de Carreño Carlón frente al entonces naciente movimiento estudiantil #YoSoy132 al que calificó de grupo “entrenado”, que fuese conductor de Televisa, y que en su pasado hubiera sido diputado del PRI y “salinista”. Él respondió que “son episodios de la historia profesional de la gente que no hay por qué ocultar, pero se trata de estereotipos”.
El dedo y la mano
En el blog de Letras Libres, el escritor Gabriel Zaid también abordó el tema en su texto “Caprichos presidenciales”. Recordó que el FCE fue fundado en 1934 por Daniel Cosío Villegas “como una editorial independiente, no como una dependencia editorial del poder ejecutivo”, e hizo un recuento de las veces que el presidente en turno ha metido mano:
La primera en 1965 cuando Gustavo Díaz Ordaz despidió al entonces gerente Arnaldo Orfila Reynal por haber publicado el polémico libro Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, que abordaba el tema de la pobreza y las zonas marginales. Fue, a decir suyo, un “capricho presidencial” que “dañó una institución querida y respetada en todo el mundo”.
Otra fue cuando en 1990 al expresidente Miguel de la Madrid “se le antojó la dirección del Fondo” y su sucesor Salinas de Gortari se la dio. Se preguntó porqué el político deseaba “una chambita” si además “no le faltaba dinero para poner su propia editorial. Fue un capricho inexplicable, pero destructivo”.
Ahora, escribió, la situación se repite con Carreño Carlón, “nuevo director del Fondo por capricho presidencial”. Consideró absurdo el nombramiento y aludió a que “viene de una promesa de Enrique Peña Nieto”. Entonces cuestionó:
“Pero ¿a quién? Por su trayectoria y su poder mediático, no es de creerse que Carreño Carlón haya solicitado el Fondo. Tampoco es de creerse que le interese a Televisa. Le interesa al expresidente Salinas de Gortari, que tiene delirios de retorno”. Advirtió que si a Salinas le interesara ocupar la oficina del Fondo como a De la Madrid “el escándalo sería mayúsculo”, aunque considera que “el nombramiento de su fiel escudero también es un escándalo, pero por cuenta de otros”.
El escritor lamentó además:
“Reducir el Fondo de Cultura Económica a una de tantas cartas de la baraja política de puestos asignables es una pérdida para la cultura de habla española. La rotación de directores en función de circunstancias y perspectivas que nada tienen que ver con el mundo de los libros degrada al Fondo como proyecto cultural.”
Otro caso
Hace mucho que los puestos de la burocracia cultural ya no están ajenos a la lucha política y las ambiciones personales. Se puede añadir otro caso a los enumerados por Zaid. En mayo de 2002 salió del FCE su entonces director Gonzalo Celorio. El fallecido Carlos Fuentes declaró que no se trataba de una renuncia sino de un cese y lo consideró un error “muy serio” del gobierno de Vicente Fox.
Meses antes el entonces diputado perredista, José Antonio Magallanes, había pretendido acusar a Celorio de “malos manejos”. La situación quedó aclarada en su momento por el entonces gerente Jorge Ruiz Dueñas.
Hace unos meses, esta reportera consultó a Ruiz Dueñas sobre el asunto, preguntando si acaso había sido víctima de una “guerra sucia”. Respondió por correo electrónico que “el mero planteamiento es descabellado”, que Celorio además de “un gran escritor” es “una persona intachable” y él no tuvo conocimiento de nada parecido a una “guerra sucia”.
Y agregó para responder a la pregunta de si con ello había resultado beneficiada su sucesora Consuelo Sáizar, quien siempre ostentó su amistad y admiración por Elba Esther Gordillo y quien llegó finalmente al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, tras la renuncia de Sergio Vela, el cual también estuvo involucrado previamente en un escándalo mediático:
“Tampoco creo que su sucesión tuviese una trama orientada desde ya al abordaje del CNCA. Tomar posesión de un puesto como la presidencia del CNCA, una vez dados los resultados iniciales de quien en ese momento lo regía, por lo demás desastrosos, no debió ser complicado en tan caótico escenario, para quien tenía las relaciones cupulares necesarias en la casa presidencial y apoyos de personajes que constituían (y alguna constituye aún) poderosos grupos de interés en la política nacional.”
Recordó que la exfuncionaria insistía en que su intención era seguir siendo editora y directora del Fondo y añadió:
“Tampoco (se) desconoce que, con los mismos recursos políticos que antes he mencionado y la relación previa cultivada con la pareja presidencial Fox desde la campaña de aquella época, se tejió la salida del maestro Celorio sin explicación alguna una vez que el doctor José Sarukhán Kermez salió del encargo de Comisionado para el Desarrollo Social y Humano (a pesar de los buenos oficios del entonces secretario de Educación, doctor Reyes Tamez Guerra). En efecto, con la dirección orquestal del psicólogo industrial Ramón Muñoz Gutiérrez que tanto daño hizo al país, a la sazón jefe de la Oficina de la Presidencia y bajo el guión de encumbradas señoras, se hizo realidad el deseo de la aspirante y así le cumplieron una oferta que provenía de tiempo atrás. Pero tampoco es necesario caer en teorías conspirativas para recordar que desde el interior del organismo, la actividad del entonces director general y los que con él laborábamos era observada con sigilo por quien compartía con la pretensa sucesora la información del caso en la mayor intimidad.”
Consultado hace unos días sobre el nombramiento de Carreño Carlón y el cambio de Diez-Canedo a la Conaliteg, Ruiz Dueñas consideró que no se trata, en el segundo caso, de una especie de degradación pues sin duda la Comisión es una responsabilidad importante, ya que es responsable ni más ni menos que de los libros que han de llegar a todas las escuelas primarias e incluso secundarias del país.
Dio un voto de confianza a Carreño, a quien conoció en 1973, pero advirtió que el FCE tiene ahora compromisos económicos serios pues aún se debe cubrir la deuda del Centro Cultural Gabriel García Márquez que el Fondo abrió en Bogotá, Colombia.

Fuente

Comentarios