De la Madrid hipotecó el país
Deuda pública y sus ocultos beneficiarios
Martín Esparza Flores
Martín Esparza Flores
—V—
No conforme con dejar al país una deuda
pública de más de 82 mil millones de dólares, José López Portillo
cometió otro error garrafal al final de su sexenio (1976-1982) al
designar como su sucesor a Miguel de la Madrid, el tecnócrata que arrojó
el truncado proyecto económico de nación a los fauces del
neoliberalismo.
Apenas iniciado su gobierno, aplicó a
pie juntillas las recetas financieras del FMI, aceptando una
desventajosa renegociación de la deuda pública que le costó al país el
pago anual por intereses de más de 10 mil millones de dólares, mismos
que fueron cubiertos con el total de los ingresos petroleros a costa de
reducir drásticamente los salarios de empleados públicos y trabajadores,
recortando y desapareciendo diversos programas sociales.
Es a partir del arribo de la generación
de tecnócratas que de manera abierta se optó por favorecer a los
banqueros internacionales, trasladando los costos del pago del servicio
de la deuda a los contribuyentes y a la clase trabajadora; además,
siguiendo las pautas dictadas por los organismos internacionales, se
regresó parte del control de la banca nacionalizada por López Portillo a
los particulares y se inició la venta de paraestatales.
Como ocurrió en 1821, tras la
declaración de Independencia en que Agustín de Iturbide fue obligado a
aceptar una deuda impuesta por la Corona española, la insolvencia que
enfrentaba el país en 1982 fue aprovechada por los acreedores
extranjeros —550 bancos internacionales— que proporcionaron créditos
emergentes, no con el fin de reactivar la economía, sino para que De la
Madrid aceptara sumisamente cumplir con los pagos del servicio de la
deuda.
Siguiendo lo ordenado por los organismos
internacionales al gobierno de De la Madrid (1982-1988), se consumó la
liquidación de 294 empresas públicas, la fusión de otras 72 lo mismo que
la trasferencia de 25 de ellas y la venta de 155 al sector privado.
Pero no conforme con tirar por la borda empresas del sector oficial cuya
consolidación representó años de esfuerzo, el gobierno en turno hizo de
la venta de las paraestatales un barril sin fondo en detrimento de las
pírricas finanzas públicas.
Al finalizar el sexenio de De la Madrid,
el endeudamiento del país superó los 100 mil millones de dólares,
pagando por concepto de intereses a los organismo financieros
internacionales 60 mil millones de dólares, lo que convirtió desde
entonces a Pemex como la caja chica de las deterioradas
finanzas públicas del gobierno federal y del errado modelo económico.
Caro le salió al pueblo de México la adopción del modelo neoliberal de
los tecnócratas y sus compromisos asumidos con la agiotista banca
mundial.
Pero la privatización de las empresas
públicas y el crecimiento geométrico de la deuda externa apenas
comenzaban pues estaba por escribirse una de sus peores etapas con los
gobiernos de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo
(1994-2000).
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