De la Madrid hipotecó el país

Sección:Articulistas Fecha:6 diciembre, 2014

Deuda pública y sus ocultos beneficiarios

Martín Esparza Flores          
MArtin-Esparza
                            
—V— 

No conforme con dejar al país una deuda pública de más de 82 mil millones de dólares, José López Portillo cometió otro error garrafal al final de su sexenio (1976-1982) al designar como su sucesor a Miguel de la Madrid, el tecnócrata que arrojó el truncado proyecto económico de nación a los fauces del neoliberalismo.
Apenas iniciado su gobierno, aplicó a pie juntillas las recetas financieras del FMI, aceptando una desventajosa renegociación de la deuda pública que le costó al país el pago anual por intereses de más de 10 mil millones de dólares, mismos que fueron cubiertos con el total de los ingresos petroleros a costa de reducir drásticamente los salarios de empleados públicos y trabajadores, recortando y desapareciendo diversos programas sociales.
Es a partir del arribo de la generación de tecnócratas que de manera abierta se optó por favorecer a los banqueros internacionales, trasladando los costos del pago del servicio de la deuda a los contribuyentes y a la clase trabajadora; además, siguiendo las pautas dictadas por los organismos internacionales, se regresó parte del control de la banca nacionalizada por López Portillo a los particulares y se inició la venta de paraestatales.
Como ocurrió en 1821, tras la declaración de Independencia en que Agustín de Iturbide fue obligado a aceptar una deuda impuesta por la Corona española, la insolvencia que enfrentaba el país en 1982 fue aprovechada por los acreedores extranjeros —550 bancos internacionales— que proporcionaron créditos emergentes, no con el fin de reactivar la economía, sino para que De la Madrid aceptara sumisamente cumplir con los pagos del servicio de la deuda.
Siguiendo lo ordenado por los organismos internacionales al gobierno de De la Madrid (1982-1988), se consumó la liquidación de 294 empresas públicas, la fusión de otras 72 lo mismo que la trasferencia de 25 de ellas y la venta de 155 al sector privado. Pero no conforme con tirar por la borda empresas del sector oficial cuya consolidación representó años de esfuerzo, el gobierno en turno hizo de la venta de las paraestatales un barril sin fondo en detrimento de las pírricas finanzas públicas.
Al finalizar el sexenio de De la Madrid, el endeudamiento del país superó los 100 mil millones de dólares, pagando por concepto de intereses a los organismo financieros internacionales 60 mil millones de dólares, lo que convirtió desde entonces a Pemex como la caja chica de las deterioradas finanzas públicas del gobierno federal y del errado modelo económico. Caro le salió al pueblo de México la adopción del modelo neoliberal de los tecnócratas y sus compromisos asumidos con la agiotista banca mundial.
Pero la privatización de las empresas públicas y el crecimiento geométrico de la deuda externa apenas comenzaban pues estaba por escribirse una de sus peores etapas con los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000). 

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