Cambios a planes de estudio ponen en riesgo la amplia formación de profesores

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Los maestros se enfrentan a un Estado que quiere desconocerlos, afirman especialistas. En la imagen, alumnas de la Escuela Normal Rural Vanguardia de Tamazulapan, OaxacaFoto Marco Peláez
Laura Poy Solano
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de marzo de 2016, p. 3
A pocas semanas de que la Secretaría de Educación Pública (SEP) dé a conocer una nueva reforma a la educación de las normales, profesores e investigadores alertan sobre los riesgos de implementar cambios a planes y programas de estudio, ya que podrían acabar por extinguir los procesos formativos heterógeneos que se han forjado por más de un siglo en esas escuelas.
Si algo caracteriza al sistema educativo nacional y a la formación inicial de maestros en México es su enorme diversidad, afirma César Navarro Gallegos, profesor-investigador del Instituto José María Luis Mora. Agrega que justamente lo que se pone en riesgo es la capacidad de un sistema para encontrar múltiples respuesta a una realidad educativa compleja y diversa.
Expertos en educación normal afirman que nuevamente se anuncia una transformación curricular para la formación inicial de maestros, e incluso de su estructura administrativa y académica, pero sin que se conozca cuál es el diagnóstico del que se parte. La propuesta, hasta donde sabemos, se elaboró en total hermetismo, como si fuera secreto de Estado, puntualiza Ángel Díaz Barriga, profesor del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación.
Señalan que en agosto de 2015 la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación dio a conocer en su portal electrónico ocho láminas con algunos datos que incluían una propuesta de reducir la oferta educativa a dos licenciaturas (educación y docencia, y educación inclusiva), mientras para la especialización se proponían 10 maestrías en campos como lenguaje y comunicación; físico-matemáticas; ciencias naturales; ciencias sociales; valores y desarrollo humano, entre otras.
Díaz Barriga considera que esta propuesta, como está planteada, es un desprecio a la profesión docente, porque hay un desconocimiento garrafal de la historia de la formación de profesores en México. No sé de dónde sacaron esta supuesta idea brillante de hacer dos licenciaturas, cuando lo que necesita el país es reconocer la madurez académica de estas instituciones, cuyo inicio, dijo, se remonta a hace más de un siglo.
En vez de destinar esfuerzos a reflexionar sobre cómo debería trabajar el maestro del siglo XXI, estamos perdiendo el tiempo porque tenemos que ver cómo nos defendemos de un Estado que quiere desconocer a sus maestros, que sólo piensa cómo los va a evaluar y a cuántos va a declarar no idóneos.
Desconfianza gubernamental
Desde finales de la década de 1960, apunta, el gobierno federal comienza a desconfiar, incluso a descalificar a las normales, proceso que no se ha detenido. Y por lo que se logra atisbar de la reforma a la educación normal, agrega, está en riesgo la estructura donde germinó la producción intelectual de la enseñanza mexicana del siglo XX.
En las pasadas tres décadas, recuerdan investigadores, la educación normal en México ha enfrentado diversos procesos de reforma. Uno de las más relevantes fue en 1984, cuando se otorga el nivel de instituciones de educación superior a dichas escuelas, se crean las licenciaturas y se establece como requisito para el ingreso haber cursado el bachillerato, además de buscar fortalecer su tarea de investigación.
Marco Antonio Savín Castro, especialista en temas de educación normal, afirma en su estudio Escuelas normales: propuestas para la reforma integral, publicado por la SEP en 2003, que los cambios a las normales desde la década de 1980 hasta finales de los años 90 del siglo pasado estuvieron marcados por la lógica y los plazos de la política, la administración o el financiamiento, más que por los plazos de la educación.
En 1997, señalan los académicos, se aplicó una nueva reforma curricular a las normales, en el contexto de la decentralización educativa aprobada en 1992. El objetivo, indican, era concentrarse nuevamente en que el estudiante desarrollara las habilidades de la enseñanza y el aprendizaje.
La siguiente transformación del plan de estudios y de la organización de los contenidos en la educación normal se da en 2012, y es quizá una de las reformas más rápidamente desechadas, apunta Navarro Gallegos.
Generaciones perdidas
Oscar Cortés, profesor de la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, destaca que las constantes modificaciones a planes y programas tanto en la educación normal como en formación básica han propiciado generaciones perdidas de nuevos profesores que egresan con un desfase entre los contenidos que cursan en la normal y los que deben aplicar en el aula.
Agregó que se ha propiciado un desmoronamiento de todo lo que significa ser maestros de educación básica, del contacto directo con la práctica en la escuela, del vínculo entre profesor y alumno y, sobre todo, de la búsqueda de nuevos esquemas de aprendizaje acordes a lo que demanda cada estudiante.


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