No sólo es Trump, es México
La mayor vulnerabilidad del país ante las nuevas fuerzas de poder en Estados Unidos no se llama Donald Trump, ni son sus nuevos halcones antimexicanos y bélicos. Son las condiciones cada vez más débiles en que han dejado al país sus gobernantes, representantes populares y responsables de hacer justicia en décadas recientes.
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La apertura indiscriminada de México como “campeón del libre comercio”, primero acabó con la industria nacional manufacturera, luego con la banca y después con la industria petrolera, incluido el desahucio de Pemex por parte de Peña, por mencionar sólo sectores estratégicos del país.
Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña fueron muy eficientes en desmantelar al Estado mexicano, sin ofrecer nada a cambio de esa destrucción y de sus efectos sociales perniciosos, como la pobreza y la violencia.
Hay que ser justos, Calderón sí hizo algo: echarle más gasolina al fuego. Peña fue incapaz de apagarlo y México es hoy un país en un conflicto interno no declarado con niveles de violencia que se acercan a países en guerra como Siria, Afganistán o Irak, de acuerdo con el Índice de Paz Global 2016 (Proceso 2075).
La clase política se sirvió de la afectación al Estado mexicano a través de los programas sociales asistencialististas que inauguró Salinas con el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) y que sus sucesores han rebautizado e incrementado para administrarlo en su beneficio electoral.
Desde Salinas, también hubo una dedicación para acabar con el servicio exterior y trocaron la “obsoleta” política exterior mexicana en “diplomacia económica”. Luis Videgaray no es el único que ha llegado a aprender. Con el nuevo embajador de México en Washington, Gerónimo Gutiérrez pasó lo mismo cuando asumió la subsecretaría para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la segunda parte del sexenio de Fox (2003-2006).
Más agraviante aún es que expresidentes como Zedillo y exembajadores en Washington como Jesús Reyes Heroles y el exsecretario de priistas y panistas, Luis Téllez Kuenzler, con toda la información estratégica que han manejado, se han dedicado a vender asesoría a grandes empresas estadunidenses para hacer negocios en México.
Las críticas ahora se centran en Enrique Peña Nieto por ser constitucionalmente en quien recae la representación del Estado. Tan incapaces como tímidos, el titular del Ejecutivo federal y sus secretarios han demostrado su estatura ante una crisis como la que representa Trump.
Los legisladores no pasan de ser meros testigos, casi mudos; y los jueces mexicanos difícilmente fallan contra los intereses estadunidenses en México, como lo demostró la resolución del miércoles 18 en la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el caso de Coca Cola.
Trump podrá actuar contra México tanto como lo dejen los responsables del aparato mexicano. Por cierto, vale preguntarse si los jefes militares que tanto se quejan de estar sirviendo al país como policías (porque “no estudiaron para perseguir delincuentes”, como dice el secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos), han pensado replantear su cooperación con el Pentágono o también van a esperar a lo que decidan Trump y el general James Mattis, el esperado nuevo secretario de la Defensa estadunidense.
@jorgecarrascoa
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