3 aeropuertos de 'primer mundo' cuyo futuro se decidió por consulta
En Francia, Alemania y Estados Unidos, los gobiernos han preguntado a sus ciudadanos si quieren, o no, una nueva terminal aérea
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ARTEMIO GUERRA BAZ / CUARTOSCURO.COM
Para miles, se trata de una decisión técnica que no debería someterse a un referéndum popular, sino a una votación entre expertos; para otros miles, se trata de un ejercicio de democracia participativa inédito que quita la decisión de una obra trascedente y millonaria a una cúpula en el poder, acostumbrada a decidir por encima de los ciudadanos.
Recientemente, tres grandes y polémicos aeropuertos en Europa y Norteamérica decidieron su futuro con base en una votación popular, como lo hará México. Sus resultados fueron variados. Y dejaron un sabor de boca agridulce entre los votantes.
En septiembre de 2017, el gobierno de Alemania tuvo que afrontar, a regañadientes, la decisión de mantener abierto el viejo Aeropuerto de Berlín-Tegel tras perder una consulta popular.
Amado entre los ciudadanos por su cercanía con la ciudad e Berlín, pero saturado por la demanda de turistas, el viejo Aeropuerto de Berlín-Tegel parecía estar condenado a cerrar, luego de que el gobierno alemán construyó el nuevo Aeropuerto Internacional Berlín-Brandenburg, una moderna terminal con capacidad mediana y alejado del centro financiero y habitacional de la capital teutona. Pero los alemanes no estaban listos para decir adiós a su histórico y querido aeropuerto.
Tras meses de protestas, el gobierno alemán se vio obligado a realizar una consulta popular. La votación terminó en 56 por ciento de los votos a favor de mantener abierto el viejo aeropuerto, creando una "muy, muy difícil situación" en materia legal y financiera para Berlín, según el alcalde Michael Mueller.
La votación obligó al gobierno a remodelar el nuevo aeropuerto, casi por inaugurarse. La nueva versión, que tiene ya el apoyo de la mayoría, tendrá una mayor capacidad y el viejo aeropuerto se convertirá en un parque ecológico y un centro de negocios.
En febrero de 2016, el entonces presidente de Francia, Francois Hollande, llamó a un referéndum para decidir qué hacer con los planes de construcción del nuevo Aeropuerto Notre-Dame-des-Landes, que estaba polarizando a la sociedad.
La nueva terminal aérea francesa buscaba ampliar la capacidad del país para recibir inversión turística y de negocios, al mismo tiempo que crearía un nuevo polo económico para Europa. Pero sus detractores acusaron que el verdadero plan era enriquecer a una élite política a costa de destruir mil 650 hectáreas de áreas verdes, vitales para el medio ambiente del país.
La votación pública propuesta por el presidente francés tardó medio año en organizarse y, finalmente, en junio de 2016 se llevó a cabo con un resultado de 55 por ciento a favor de continuar con la nueva obra.
Sin embargo, la polémica no terminó ahí: al analizar los datos, los activistas descubrieron que la negativa ganó abrumadoramente en las urnas colocadas en pueblos cercanos al nuevo aeropuerto, mientras que el voto a favor se acumuló en las zonas alejadas a la construcción. Es decir, la consulta reveló que quienes vivirían con las consecuencias inmediatas de la obra no querían el aeropuerto.
Tras largas jornadas de protestas y una invasión de activistas a la zona de construcción del aeropuerto para proteger las áreas verdes, el gobierno francés anunció en enero de 2018 su decisión de cancelar la construcción y optar por ampliar el aeropuerto en la provincia de Nantes.
En noviembre de 2017, el gobierno Kansas City, Estados Unidos, decidió preguntar a los ciudadanos de sus principales condados si aprobaban la construcción de un nuevo aeropuerto en sustitución de las terminales áreas ya existentes, que tendrían que ser demolidas.
El referéndum se organizó después de que miles de vecinos se quejaran del alto costo del proyecto original. Para sacar adelante el proyecto del nuevo aeropuerto, el gobierno local modificó la propuesta para que los fondos de la obra salieran exclusivamente de las ganancias obtenidas por los impuestos de empresas privadas que tienen negocios en la terminal aérea.
Tras ese ajuste, la votación terminó en 75 por ciento a favor de la obra y se espera que el nuevo aeropuerto abra sus puertas en 2021.
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