Fracasa también en Colombia la “guerra” contra las drogas
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Bogotá,
Colombia. El consumo de drogas crece en Colombia de modo preocupante,
amparado en un mercado cada vez más amplio y diverso. La conclusión
pertenece al Observatorio Nacional de Drogas, instancia gubernamental
subordinada al Ministerio de Justicia que señala cómo al menos 520 mil
estudiantes, cuyas edades están entre los 12 y los 18 años, han
consumido drogas por lo menos una vez en su vida. Esa cifra representa
al 15.9 por ciento de los escolares del país entre el séptimo décimo
primero grados, y confirma cómo el consumo se convirtió en un problema
de salud pública.
Los estudios de expertos revelan que
mientras el consumo de alcohol y tabaco en niños y adolescentes bajó, el
de sustancias ilegales, incluidos el éxtasis y la cocaína, va en
aumento sostenido.
De las drogas ilegales, la marihuana
encabeza la lista de las más fáciles de conseguir para los niños
colombianos, con 37.3 por ciento; le siguen el basuco (conocido en México como crack:
pasta de residuos de cocaína) con 12.4 por ciento; la cocaína con 12
por ciento; los productos inhalables con 8.5 por ciento y el éxtasis con
7 por ciento.
A lo anterior se suma que en los últimos
8 años se han encontrado 32 nuevas sustancias en el país sudamericano,
que consumen preferentemente los jóvenes.
Según investigaciones epidemiológicas de
consumo, el mercado de drogas sintéticas en Colombia se expande y se
diversifica. También se ha podido comprobar a través de las
incautaciones y de los datos obtenidos en laboratorios.
Jenny Fagua, de la Dirección de Política de Drogas del Ministerio de Justicia y del Derecho, explicó al diario local El Colombiano
tras un decomiso, por ejemplo de aparente éxtasis, se realizan pruebas
químicas que determinan si hay nuevas moléculas y si se trata de un
nuevo alucinógeno.
Advierten las autoridades colombianas
que conocer el impacto en la salud de tales sustancias puede tardar
mucho tiempo. En los laboratorios ilegales en los que las fabrican hacen
mezclas de anestésicos, opioides y estimulantes, pero nadie sabe en
realidad cuáles son los efectos de esas pastillas. Incluso, quienes las
compran no saben qué están consumiendo.
Señalan que los “jíbaros” –como llaman
en Colombia a los que se dedican al narcomenudeo–, engañan a los
compradores al manifestarles que son drogas como el éxtasis o el LSD,
cuando pueden tener perjuicios para la salud mucho mayores.
Para el médico e investigador José
Norman Salazar, el panorama es desalentador, pues demuestra que los
estudiantes cada vez están más cerca de acceder a este tipo de drogas.
El riesgo consiste en que los jóvenes “policonsumen”, es decir, pueden
tomar varias drogas que mezcladas con alcohol intoxican y conducen a la
muerte.
De los consumidores de sustancias psicoactivas en Colombia, el 87 por ciento compra marihuana. El abuso del basuco
se presenta, en su mayoría, en los estratos de bajos ingresos, mientras
que existe una mayor proporción de consumidores de cocaína y éxtasis en
los denominados estratos altos.
Martha Paredes, subdirectora de Análisis
e Investigación del Ministerio de Justicia, expresa que los resultados
siguen mostrando la tendencia al alza en el consumo y una reducción de
brechas entre hombres y mujeres. Paredes apunta que donde más se consume
es en el departamento de Antioquia, en el llamado Eje Cafetero, y en
Bogotá.
Para el presidente del país, Iván Duque,
es propósito de su administración desarticular las redes de suministro
de estupefacientes. Tras concluir en septiembre último reunión del
Consejo de Seguridad de la nación con altos jefes militares y
policiales, el mandatario declaró que es objetivo central de su gobierno
enfrentar el fenómeno de la drogadicción y acabar con las estructuras
del microtráfico.
De hecho, el pasado 1 de octubre entró
en vigor un decreto que regula el porte de estupefacientes en los
espacios públicos y permite a las autoridades “confiscar cualquier dosis
que se encuentre en las calles”. Duque admitió que hay cientos de miles
de consumidores de sustancias psicoactivas en Colombia y llamó a
enfrentar con fuerza la drogadicción. Expresó que habrá mano dura con
los expendedores, “con los que están contaminando a los niños en las
afueras de los colegios”.
Aseveró que su gobierno no está
dispuesto a ver impunemente la destrucción de hogares como consecuencia
de las drogas, ni la expansión de los cultivos ilícitos, estimados en
unas 200 mil hectáreas en todo el país.
A juicio de la excandidata presidencial
Piedad Córdoba, Duque ha optado por medidas que no resuelven el problema
de fondo con complejas ramificaciones políticas, económicas y sociales.
Sostiene la excongresista colombiana, que las nuevas directrices de la
Casa de Nariño (sede de la presidencia) no se enfocan en el consumidor
de cierto nivel de privilegio socioeconómico, sino en el de estratos
medios o bajos.
Discrepa también del decreto
gubernamental Juan de Zubiría, especialista en temas de educación y de
drogas en Colombia: “En general todas la políticas de restricción lo que
hacen es agudizar el problema. El microtráfico utilizará prácticas más
oscuras porque cuando usted prohíbe, lo que hace es fomentar el mercado
negro”.
Colombia es el principal productor de
cocaína en el mundo. Los cultivos de coca en el país crecieron en 171
mil hectáreas en 2017, lo que representa un aumento del 17 por ciento en
comparación con 2016, reveló un reciente informe de la Organización de
las Naciones Unidas (ONU). También el texto dio a conocer que el año
pasado se produjeron 1 mil 379 toneladas de cocaína en el país
sudamericano, 31 por ciento más que en 2016.
Como sostiene el histórico Acuerdo de
Paz pactado en La Habana, la clave está en combatir la profunda
inequidad social. Colombia es uno de los países más desiguales de
América Latina. Sin mayor inclusión, no se liberará de las drogas ni del
leonino negocio del narcotráfico.
Tania Peña/Prensa Latina
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