Triquis
La “paz” en la
región triqui de Oaxaca es tensa, sostenida con acuerdos siempre a punto
de romperse y donde las armas siguen fluyendo de manera permanente:
fusiles de asalto AK47 y R15 e, incluso, fusiles de alta potencia Barret
calibre 50.
En efecto, no son los días –que nadie
quiere que vuelvan– de cuando las tres organizaciones que coexisten en
aquellos montes mantenían una guerra abierta con saldos de decenas de
muertos y de mujeres violadas, casas quemadas y cientos de familias
desplazadas; territorios enteros ocupados por paramilitares a los que ni
las Fuerzas Armadas podían ingresar. En esa guerra perdieron la vida
defensores de derechos humanos como el finlandés Jiri Antero Jaakola y
la oaxaqueña Alberta Cariño Trujillo (2010), atacados por la
irracionalidad de uno de los bandos beligerantes.
Sin embargo, desde entonces las
emboscadas no han cesado. De manera trágica y esporádica hombres,
mujeres y niños son víctimas de los disparos de personas parapetadas en
los cerros; en las laderas, a las orillas de los caminos, y en las
veredas de los montes jarillosos. Y con cada emboscada, los frágiles
acuerdos que sosiegan los ímpetus de los grupos parecen venirse abajo.
De todo está enterado el gobierno
federal. El asunto ha rebasado al Instituto Nacional de los Pueblos
Indígenas (INPI), cuyo director general es Adelfo Regino, y ya ha
llegado a la Secretaría de Gobernación. Alejandro Encinas, subsecretario
de Derechos Humanos, Población y Migración de esta dependencia, atiende
personalmente la situación.
La nación triqui cuenta con tres centros religiosos, ceremoniales y culturales (o Chuma’a).
Para los de la región baja se trata de San Juan Copala, para los de la
triqui media es San Martín Itunyoso y para los de la triqui alta es San
Andrés Chicahuaxtla. Aunque se saben parte de un solo pueblo, mantienen
particularidades lingüísticas y de vestimenta: según la región, en los
huipiles de la mujeres de Copala prevalece el rojo; en los de Intunyoso,
el morado, y en los de Chicahuaxtla, el blanco.
Aunque la violencia atraviesa toda la
región triqui, la zona que en las últimas décadas ha padecido
principalmente las emboscadas, los desplazamientos y los enfrentamientos
armados es la de San Juan Copala. En la triqui baja es donde coexisten
con precaria paz tres organizaciones: el Movimiento de Unificación y
Lucha Triqui (MULT), que se asume de izquierda; la Unidad de Bienestar
de la Región Triqui (Ubisort), afiliada desde su fundación al Partido
Revolucionario Institucional (PRI) y antigua rival del MULT, y el
Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI), una
escisión de la primera, que impulsó la creación de un municipio autónomo
y que por ello terminó enfrentada tanto con el MULT como con la
Ubisort.
La declaratoria de San Juan Copala como
municipio autónomo en 2007 y la creación de gobiernos e instituciones
municipales autónomas funcionó exitosamente por 3 años. Vino después la
declaración de guerra de la Ubisort y el MULT contra los autonomistas y
la región se vio envuelta en una disputa por el Chuma’a con
armas de alto poder. En una alianza antes impensable, el MULT y la
Ubisort tomaron San Juan Copala literalmente a sangre y fuego el 16 de
septiembre de 2010. Además de los muertos, lesionados y violadas,
cientos fueron desplazados y hasta la fecha no han podido regresar a sus
casas.
Las heridas no han sanado y todos los
grupos velan armas (aquí también la frase es literal). El tema no ha
trascendido a los medios de comunicación. Como siempre, lo hará hasta
que los muertos indígenas alcancen la decena y las manifestaciones
pidiendo justicia lleguen a las ciudades.
Aliados circunstanciales en estos
momentos el MULT y la Ubisort, Adelfo Regino intentó que el MULT y el
MULTI firmaran un “acuerdo de paz”. Alejandro Encinas convocó a sus
dirigentes para que vuelvan a integrarse en una sola organización.
Las propuestas no han prosperado no sólo
por la profunda desconfianza mutua. El MULTI rechaza llegar a acuerdos
sin que se discuta cuándo les devolverán sus hogares y pertenencias. No
aceptan formar parte de nueva cuenta de la organización que los despojó y
hasta el día de hoy ocupa sus casas en San Juan Copala.
La comunidad de El Rastrojo es conocida
como la “capital” del MULT. La de Yosoyuxi, como la del MULTI. Por su
parte, la Ubisort tiene su asiento en La Sabana. Una misma lengua, un
mismo territorio, una misma cultura, una misma cosmovisión, diferentes
organizaciones políticas. Es triste que se vea muy lejos que los
habitantes de estas comunidades vuelvan a llamarse unos a otros tinujei (hermano mío), como se refieren los triquis a sí mismos.
Encinas y Regino deberán hacer un
trabajo muy cuidadoso para evitar otro incendio en la pradera. Otro más
de los que ya están en marcha en las regiones indígenas de México. Por
el bien de los triquis, de Oaxaca y del país, que se conduzcan con
honestidad, justicia y que tengan éxito.
Zósimo CamachoFuente
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