Apremios de México




julio 27, 2019 | Por Martín Esparza
 
Mientras en el país los senadores aceleraron la aprobación de la Reforma Laboral para cumplir con los requerimientos establecidos en el T-MEC, sobre todo por los congresistas demócratas, postergando el análisis de asuntos como el outsourcing, en Estados Unidos y Canadá su ratificación se supedita al tema electoral y a los caprichos y conveniencias de la reelección de Donald Trump para el 2020.
En Canadá las campañas iniciarán en septiembre próximo dejando en un impasse la ratificación del acuerdo hasta después de Octubre y los demócratas evalúan la conveniencia de aprobarlo por los costos políticos para su partido, pues con toda seguridad Trump lo vendería como un triunfo personal en su reelección.
Los republicanos necesitan el voto de 30 demócratas para sacar adelante su ratificación legislativa, pero varios precandidatos de este partido han señalado que desean proponer  modificaciones al tratado, sobre todo en materia de cumplimiento.
Tanto Canadá como México saben de la actitud bipolar de Trump en el trato a sus socios comerciales, lo que no anuncia un buen entendimiento; uno de tantos antecedentes negativos, amén del asunto migratorio con nuestro país, fue la imposición de aranceles a las importaciones de aluminio y acero de ambos países.
Analistas estadounidenses coinciden en que Trump volverá a echar mano de su pasado lema de campaña: “Estados Unidos Primero”, para ganar las simpatías del electorado y bien haría el gobierno mexicano en diseñar una estrategia de amortiguamiento a los ataques que sin duda emprenderá de nueva cuenta el presidente norteamericano contra nuestro país.
Los legisladores mexicanos deben entender que no es cumpliendo a la carta los  requerimientos en materia laboral y ambiental como se construirá un verdadero acuerdo en bien de la economía nacional, sino exigiendo como lo pretenden los candidatos demócratas a la presidencia, integrar a su contenido T-MEC cláusulas de cumplimiento que lo blinden de actitudes caprichosas y convenencieras de Trump.
En tal sentido, Canadá seguramente estará en pro de tal disposición, y por ahí se podrían comenzar a tejer reglas claras de operación. El riesgo de que el nuevo acuerdo sea una réplica de los nulos beneficios que trajo el TLCAN, es muy alto, pues de nueva cuenta se dejar a un lado el fortalecimiento de la planta productiva nacional y una política integral de apoyos al campo.
Preocupa saber que en el presupuesto de egresos de este año, nuevamente empresas trasnacionales de alimentos fueron favorecidas con millonarios subsidios. De hecho, el TLCAN contribuyó a la quiebra del campo nacional al dejar a nuestros productores en una desventajosa competencia con sus pares norteamericanos por  la política de subsidios del país vecino.
Millones de pequeños productores emigraron a los Estados Unidos para no morir de hambre y el país quedó en una desventajosa dependencia alimentaria, como también energética, por los lineamientos antinacionalistas del TLCAN, alentados por los gobiernos neoliberales.
México está en su derecho de exigir que el T-MEC no se convierta en un arma de negociación y chantaje electoral de Trump. Y nuestros diputados y senadores, junto con el nuevo gobierno, tienen la palabra.

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