#MarchaFeminista: con el rostro al descubierto y rabia contra gobiernos 4T
Atrás de ellas, marcharon cientos, la mayoría jóvenes con el rostro descubierto y sus pancartas en lo alto: “Alerta de género no sirve. 4 años y en el Edomex la impunidad sigue”, “Mi vida tiene valor, mi cuerpo no tiene precio”, “No es abuso, es violación”, “Nos han quitado tanto, que también nos quitaron el miedo”, “Tú, mujer. Hoy estás haciendo historia”. Era la voz de madres de familia, estudiantes de la UNAM, trabajadoras de gobierno y de la iniciativa privada, abuelas, hijas, hermanas, esposas…
“¡Mujer policía, no me representa!”
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En medio de ambos estaban formadas las más de 2 mil trabajadoras “voluntarias” del gobierno capitalino con sus camisetas blancas que llamaban a la “paz”.
Pero esa tranquilidad duró poco, pues el camellón del Paseo de la Reforma comenzó a ser pintado con signos anarquistas. Y empezaron las primeras agresiones: un camarógrafo de AlJazzira fue rociado con pintura gris mientras grababa las pintas. Varias mujeres con el rostro cubierto rompieron los cristales de la estación La Palma del Metrobús.
Y cuando prendieron fuego, llegaron las policías con extintores para apagarlo. Ese fue el inicio de la nube de gas picante que prevaleció en el Paseo de la Reforma, la avenida Juárez y la calle 5 de Mayo, cada vez que las manifestantes prendían fuego. La respuesta: “¡Ni con gas ni con gas, ni con gas nos callarán!”.
En la glorieta a Colón hubo jaloneos entre manifestantes y uniformadas, se mentaron la madre, se empujaron. Los ánimos se calentaron cuando las primeras les gritaban “Traidoras” y las segundas contestaban con “Cállate, pendeja” y el “chorro” de gas enseguida. Las jefas de las policías les ordenaban una y otra vez “repliéguense, repliéguense”, mientras repetían a las encapuchadas que la marcha era pacífica.
Exigen justicia a la 4T
Ya en el mitin en el Zócalo capitalino, las representantes de los distintos grupos feministas, trabajadoras y estudiantes tuvieron una consigna en común: que los gobiernos de la llamada Cuarta Transformación no han cumplido su demanda de justicia por los feminicidios ni de la garantía de tener una vida libre de violencia, muchos menos han respetado sus derechos laborales y, por el contrario, han recortado presupuesto a programas sociales.
“!Estamos en tiempos de guerra. Nos queremos vivas, juntas y libres!”, “¡No queremos ser valientes, queremos ser libres”, gritaron, mientras sostenían una vela prendida en honor de las que ya no están.
Mención especial mereció el apoyo que las oradoras hicieron a la lucha de las mujeres en todo el mundo, pero en especial en América Latina. De hecho, un grupo de mujeres chilenas subieron al estrado con el torso descubierto y denunciaron la reciente violencia ejercida por el gobierno del presidente Piñera.
Familiares de víctimas de feminicidio que convocaron a una velada para recordar a las suyas tuvieron que esperar a que el contingente separatista pasara para comenzar su protesta en exigencia de justicia y hacer su recorrido de manera pacífica y sin contratiempos.
Las luces de la Ciudad se apagaban, las calles se iban quedando solas y entonces las luces de las veladoras que portaba el contingente mixto, conformado por familiares de víctimas de feminicidio, se encendieron para iluminar el camino.
Frente a la mole que conmemora la revolución mexicana, los hombres y mujeres esperaron a que la otra manifestación pasara mientras colocaban en cruces los nombres de sus hijas, madres y hermanas y ponían su imagen estampada en una manta, cartulina o simple fotografía en el suelo.
Aunque las manifestación estaba convocada a las 18:00 horas, fue hasta poco antes de las 19:00 que los deudos y sobrevivientes de feminicidio, con veladores en mano y la imagen de sus familiares, comenzaron a enfilarse hacia avenida Juárez al grito de “ni una más, ni una más, ni una asesinada más”.
En el camino, cada una de los asistentes tomaba el micrófono y esbozaba en una cuantas palabras el suplicio que significa la pérdida de un ser querido en circunstancias violentas y la búsqueda por la obtención de justicia.
“Soy mamá de Fátima Quintanar Gutiérrez. Era una niña de 12 años ocho meses que venía de la secundaria, a las tres de la tarde cuando regresaba de la secundaria, y fue interceptada por tres de mis vecinos 100 metros antes de llegar a la casa. Por tres vecinos. Fue privada de la libertad, violada por estos tres sujetos, lapidada y enterrada”, recordó Lorena Gutiérrez, y expresó su anhelo de que todas las niñas puedan caminar en paz y vivir libres de violencia.
“Soy hermana de Serimar Soto, asesinada por su prometido el 28 de enero de 2017 en Coahuila, pero no sólo hablo por ella, hablo Karina, por Azucena, por todas ellas que no pueden estar aquí porque están a miles de kilómetros, pero también piden justicia porque estas familias fueron mutiladas y todas estas vidas fueron amadas y son extrañadas hoy”, prosiguió Sandra Soto, en su turno.
A cada uno de los relatos, el contingente integrado por unas 150 personas respondía: “No estás sola, no estás sola”.
Y al grito respondían, a su vez, las consignas inentendibles grabadas con aerosol “ACAB”, “No soy tu musa, soy artista” y el sonido de los vidrios rotos que Delia, una vendedora de periódicos barría de su puesto, mismos que explicó le tomará unos meses reponer y cuyo costo estima en unos 10 mil pesos.
A la manifestación que arrancaba lágrimas a los participantes que alzaban la voz para denunciar la saña con la que sus hijas, hermanas y madres habían sido violentadas, se sumaban los escuchas que no podían ocultar su indignación y trataban de arropar a las víctimas de la violencia y la impunidad de las autoridades.
“Mi hija tenía 18 años, dejó a un niño de un año y ocho meses en la orfandad y ya no lo tengo conmigo, lo tiene él que mató también a mis dos hijos por investigar. Tengo seis años esperando, ya no sé qué más hacer. No fue suicidio, fue feminicidio”, expresó la madre de Fernanda Sánchez Velarde.
Mariana, Campira, Fátima, Lesvy, Fernanda, “presentes”, gritaba el contingente para no olvidarlas, y continuaba “las mujeres que asesinaste no morirán, no morirán”, mientras al fondo la batucada, respaldaba la protesta y la exigencia de los deudos.
Al llegar al antimonumento por los feminicidios, que se encuentra tapizado de fichas de búsqueda y fotografías de las mujeres asesinadas, los deudos colocaron ahí sus veladoras, consumidas casi por completo y clamaron una vez más por justicia.
“Nadie está pagando por el asesinato de Leslie, no es justo que porque uno sea pobre no nos hagan justicia. ¡Ya basta!”, decía otra de las madres, que ya no alcanzaba a identificarse ante la premura de ceder el micrófono y volver a sus casa, ubicadas en la periferia de la metrópoli.
“Esta luz es para ti y para todas ellas. Con el amor de toda esta gente que se une al dolor de toda ellas en búsqueda. Ayúdame a encontrar lo que más he amado en esta tierra”, decía otra de las madres.
De manera previa, María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, tomó el micrófono y alzó la voz en una exigencia: el cese de la violencia feminicida, que el año pasado terminó con la vida de 10 mujeres al día en el país.
La activista denunció que de los 3 mil 700 asesinatos cometidos contra las mujeres en 2018, más de la mitad contaba con características para ser clasificado como feminicidio, pero sólo el 25% fueron investigados como tal.
“Necesitamos saber cómo van a romper la cadena de impunidad. Tomemos acciones y no seamos simples espectadores. Hoy, día internacional para la erradicación de la violencia contra las mujeres encendemos una luz, para que no continúe ”, expresó la coordinadora del OCNF.
Los familiares de víctimas de feminicidio hicieron un llamado al presidente Andrés Manuel López Obrador para tomar acciones inmediatas contra la violencia hacia las mujeres y la implementación de un programa de restitución para los niños en la orfandad y garantizar su vida.
Al clamor se sumaron Irinea Buendía, madre de Mariana Lima Buendía, víctima de feminicidio en 2010: Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín, asesinada en 2017 en Ciudad Universitaria y el actor Diego Luna, quien agradeció a los familiares por su coraje y valor para seguir en la lucha por la justicia.
“Me sumo a su grito de justicia y espero que la ciudadanía deje la indiferencia a un lado. La violencia es una enfermedad brutal que nuestro país se tiene que sacudir”, señaló.
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