8 de marzo Día Internacional de la Mujer
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El movimiento femenino comienza a mediados del siglo en 1848, cuando indignadas por la prohibición que impedía a las mujeres hablar en una convención contra la esclavitud, Elizabeth Cady y Lucretia Mott organizan junto con cientos de personas la primera convención nacional por los derechos de las mujeres en Nueva York.
Años más tarde, en 1857, el 8 de marzo, estallaron una huelga las trabajadoras textiles de la fábrica Cotton de Nueva York. Para escarmentar a las mujeres el patrón las encerró e incendió la fábrica. A las que lograron escapar las baleó la policía.
Ese trágico 8 de marzo murieron 120 trabajadoras. A raíz de este crimen que causó indignación mundial, en 1866 el Primer Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores aprobó una resolución que defendía el derecho de la mujer al trabajo e igualdad de salario y condiciones laborales con el hombre. Lo que desafiaba la cultura dominante que colocaba a la mujer en el hogar y tachaba a las trabajadoras de “mujeres de la calle”. En 1899 el Congreso fundador de la Segunda Internacional Socialista celebrado en Paris, Clara Zetkin defendió el derecho de la mujer al trabajo, la protección de las madres y los niños y la participación de las mujeres en la política nacional e internacional.
En 1909 hubo una larga huelga de tejedoras en Nueva York. Fueron violentamente reprimidas por la policía durante una gran marcha en la que cantaban la melodía Pan y Rosas, el pan significaba mejores condiciones de trabajo, las rosas la conquista de una vida mejor.
En 1910, Clara Zetkin propuso que el día 8 de marzo se consagrara a la mujer y fue en 1911 cuando el movimiento obrero y socialista celebró el Día de la Mujer en varios países. Seis décadas después la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó en 1975 la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Este 2021 celebramos el bicentenario de la Independencia y es momento de reconocer el papel clave que desempeñaron grandes mujeres como Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra… que son las más conocidas, pero muchas otras mujeres impulsaron la lucha: Carmen Camacho, María Josefa Huerta y Escalante, Rafaela López Aguado de López Rayón, María Josefa Martínez Navarrete, María Josefa Natera, María Ubalda Sánchez, Mariana Rodríguez del Toro, Ana Villegas y muchas otras patriotas.
Combatieron desde todas las trincheras, como enfermeras y cocineras, dirigentes e ideólogas, organizadoras, espías, propagandistas, combatientes, estrategas.
Una de estas mujeres, Altagracia Mercado, era de Huichapan, Hidalgo. Y tuvo su propia compañía que ella financió para abasto, armas y equipo para su tropa. El 24 julio de 1819 fue derrotada por los españoles. Valientemente se quedó luchando hasta el final, la atraparon. Y el capitán realista ordenó: “A los hombres fusílenlos”, a esta mujer no, no debe morir una mujer con tanto valor. La heroína de Huichapan fue detenida en la Ciudad de México fue encarcelada hasta que la liberó la Independencia.
Manuela Medina, de Taxco, creó su propia compañía y acompañó a José María Morelos a Oaxaca, a Acapulco. La Suprema Junta de Zitácuaro la nombró Capitana, ganó siete batallas. De ella dijo Morelos: “Ojalá que la décima parte de los americanos tuviesen los mismos sentimientos pues ya hubiéramos ganado la guerra”. La Capitana nunca se indultó. Murió en 1822 en Texcoco, a causa de las heridas de lanza que había recibido de los realistas.
María Fermina de Rivera fue una insurgente originaria de Tlaltizapan. Con su esposo José María se unió a la lucha de Morelos. Al morir éste, encabezó su grupo armado en lucha por la Independencia. Se unió a Vicente Guerrero y luchó con hambres terribles, recorriendo caminos pedregosos, climas ingratos, a veces cogía el fusil de un muerto. Combatiendo el 21 de febrero de 1821 murió en la Hacienda de Chichihualco, hoy Guerrero.
Antonia Nava de Catalán, la Generala, combatió al lado de Morelos y Bravo. Avituallaba a la tropa, coopera en la administración de los ejércitos y atendiendo heridos. Participó junto a Nicolás, su esposo, en la lucha hasta el triunfo. Cuando se agotaron las provisiones de la tropa de Nicolás Bravo, en Tlacotepec, Guerrero, estando sitiados por los realistas en octubre de 1814, el general Bravo mandó diezmar a sus soldados para que comieran los demás de su carne. Ella se presentó ante él acompañada de varias mujeres y le dijo: “Venimos porque queremos servir de alimento, ¡repartan nuestros cuerpos en raciones a los soldados!” Esto levantó el ánimo de las tropas y, muertos de hambre, lucharon y vencieron. Cantaban La Tlayuda durante el sitio, que dice: “Cogerás la jaula, pero a los pájaros no”. De forma increíble y sigilosa lograron romper el sitio. Cuando Morelos le dio el pésame a Antonia, por la muerte de su esposo, ella dijo: “Mi marido murió cumpliendo su deber y vengo a traer a mis cuatro hijos. El chiquito de tambor para apoyar”.
Hubo todo tipo de actividad, y diversas formas en las que las mujeres apoyaban. Francisca y Magdalena Godos hacían cartuchos. Otra que hizo historia fue Juana Guadalupe Arcos Barragán, la Barragana, nació en 1780 en Amuco Coyuca, de Guerrero. Reunió un grupo de campesinos y se presentó con Morelos para pelear por la causa. Juana había dedicado su vida a trabajar con su padre y hermano, en el cuidado y acarreo de mulas y caballos, que solía montar con maestría. En 1810, su padre y hermano fueron aprehendidos en Izúcar por los realistas, llevaban consigo correspondencia y armas para Morelos. Los invasores españoles los ejecutaron. Juana encontró los cuerpos colgados de un árbol. No sabía que su familia estuviera involucrada en el movimiento insurgente; ella reunió y armó a un grupo de campesinos de su confianza y abandonó su hogar para seguir a Morelos.
En Cuautla, cuando iba a empezar el sitio y arriesgando la vida y entre los disparos de los realistas, Juana avisó oportunamente a Morelos sobre la llegada de Félix María Calleja a la zona, alertando al grupo de patriotas para preparar la defensa. Era una gran combatiente, tenía mucho carisma. Era muy elocuente, cuando hablaba hacía surgir el amor por la libertad. Muchos estaban totalmente dispuestos a morir antes de permitir el triunfo de los realistas. Durante el sitio de Cuautla, Morelos le concedió el mando de un batallón y le encargó defender los lugares de mayor riesgo y responsabilidad. Roto el sitio de Cuautla, Juana siguió a Morelos hasta la muerte de éste; luego llegó a comandar un grupo de insurgentes con el grado de capitana.
El pueblo le brindaba alimentos para su tropa. En toda Tierra Caliente se hizo famosa su valentía, que fortalecía y brindaba confianza a todos los que peleaban bajo su mando. Instaló su campo de operaciones por el rumbo de San Miguel Totolapan, donde aprovechó fortificaciones naturales donde nadie podía sacarla ni vencerla. Murió fusilada en 1820 poco antes de consumarse la Independencia.
Una mujer acomodada que dejó todo, hasta la vida en la lucha es Gertrudis Bocanegra quien nació en Pátzcuaro, Michoacán, el 11 de abril de 1765. Fue hija de padres comerciantes y convirtió su posición acomodada en un baluarte de organización y lucha y murió fusilada.
Otra desde luego, fue Josefa Ortiz de Domínguez, una mujer decidida, que defendía sus opiniones y además ligaba su pensamiento a la acción. Josefa se rebeló contra la estructura autoritaria colonial y trascendiendo las barreras que le imponía al género femenino una sociedad patriarcal. Sin ella no se hubiese iniciado la Independencia, además de su papel clave en la conspiración. Al ser descubiertos y estar encerrada se las ingenió para dar la orden a Ignacio Pérez de que avisara a Allende que había que dar inicio a la lucha de inmediato, ella tuvo la iniciativa.
De modo que en la Independencia la mujer demostró el lugar que ocupa en la sociedad. Este 8 de marzo de 2021 la lucha de la mujer continúa, con más ahínco que nunca, luchando por la equidad, la abolición de los roles de género y políticas públicas con perspectiva de género. Impartir la materia de educación sexual y afectiva en escuelas. Respeto a la autonomía y autodeterminación de las mujeres indígenas, a su cultura, visión de la vida, prácticas educativas y de salud. Abolición de la explotación sexual y erradicar la violencia hacia la mujer por medio de la prevención, atención y sanción. Eliminar la trata de personas, la pederastia y el abuso infantil. Derechos laborales efectivos. Eliminar la brecha salarial, patrimonial y económica. Acceso a la seguridad social, jubilación, prestaciones. Derechos reproductivos. Atención a la violencia obstétrica y a la natalidad digna. Acceso a la prevención del embarazo y la educación sexual. Despenalización del aborto y que la mujer decida sobre su propio cuerpo. Transformar roles. Impulsar paternidades responsables y nuevas masculinidades. Apoyo social con guarderías accesibles, casas refugio. Abrir centros de cultura en toda comunidad. Cocinas y lavanderías económicas. Apoyo social al trabajo doméstico y al cuidado de enfermos. Atención de la salud en casa.
Es importante el acceso a la justicia, atención y respeto a las denuncias de mujeres y al debido proceso; reparación del daño a las mujeres víctimas de violencia sexual y de género. Así como organizar a la sociedad para que se garanticen, respetándose realmente, los derechos de todas las mujeres: indígenas, afromexicanas, bisexuales, lesbianas, por encima de apariencia, color de piel, origen nacional, edad, religión, ideología.
Es necesario un Estado con equidad de género. Transformar el sistema de opresión porque enemigo de la mujer es el sistema patriarcal y de explotación. Que la publicidad y los medios no reafirmen ni promuevan el patriarcado. La lucha sigue, las demandas de la mujer se hacen sentir el 8 de marzo. Tras una lucha iniciada en el siglo XIX, el siglo XXI es y será el siglo de la mujer.
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