México: Como en feria
lunes 12 de diciembre de 2011
Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)
“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes.”
Sí, para variar, también voy a comentar sobre el dislate o, mejor dicho, la regada del tepache del tal Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por todos tan sabido y tan ridiculizado. Recuperado de las carcajadas queda la pregunta: ¿Alguien votará por semejante onagro (burro silvestre)? Lamentablemente la respuesta es que serán muchos y que el dislate no sólo no le resta votos sino que le suma más; precisamente la de ese mundo de analfabetos funcionales a los que va dirigida la mercadotecnia electoral de Televisa; esos que ahora dirán: Peña Nieto es de los nuestros.
Ni siquiera la ofensiva reacción de la hija, que se refirió a la “prole de pendejos envidiosos” para designar a quienes critican a su padre por ser un iletrado. Nadie se pone el saco: proletarios y pendejos, los demás. Es como lo del lema de “primero los pobres” con el que ni los verdaderamente pobres se quisieron identificar.
No es lo mismo que el candidato de Televisa exhiba su brutal falta de educación, la que de inmediato será subsanada con carretonadas de spots de imagen, a que otro candidato tenga la atinada ocurrencia de aplicar un “cállate chachalaca”, que los mismos medios se encargarán de hacer escarnio de quien lo dijo. Habría que recordar aquella expresión de intolerancia del que mereció ser llamado chachalaca, cuando se aferró a un debate no programado: “Hoy, hoy, hoy” decía y se supuso sería su tumba política, pero la mercadotecnia dominante convirtió la pifia en virtud y le redituó votos.
Peña Nieto, su hija o su esposa (que no canta mal las rancheras en eso del racismo) podrán decir o hacer las peores estupideces que se les ocurra, que nada les va a pasar; es mucho el dinero invertido en el proyecto de imponerlo como presidente en el guiñol armado por sus jefes. Lo lamento por los priístas de buena cepa que no ganan para tanta vergüenza; tal vez ahora comiencen a entender que Televisa les expropió el partido.
Mientras nos divertimos haciendo mofa de Peña Nieto, la feria continúa, y no precisamente la del libro, sino la que está subastando lo que queda del país. Escondida entre las noticias escandalosas, pasa insuficientemente advertida la aprobación en las comisiones de la Cámara de Diputados del proyecto de ley de las llamadas asociaciones público-privadas que, en resumidas cuentas, significa la privatización del Estado. Envuelta en un disfraz de utilidad para que se realicen las obras necesarias para el desarrollo del país, constituye el verdadero caballo de Troya para que, por su gracia, se subcontrate la función de gobernar; ya sólo falta que se eliminen los procesos electorales y se reemplacen por licitaciones al mejor postor y que, incluso, se lleve a licitación el contrato para contratar.
En igual condición se encuentra la reforma estructural que hace nugatorios los derechos conquistados por la clase trabajadora, por la que se reimplanta la decimonónica asimetría en las relaciones obrero-patronales en beneficio del patrón. Como concesión para contar con la votación priísta en la Cámara, la tal reforma deja intactos los instrumentos de control corporativo del sindicalismo charro, desde siempre dispuesto a transar los legítimos intereses de los trabajadores conforme al interés personalísimo de los liderazgos corruptos.
Es una lamentable paradoja de la historia que, mientras en Caracas se consolida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, como la instancia gestora y defensora de la soberanía de los pueblos de Nuestra América, que no incluye a los Estados Unidos ni a Canadá, en México se traicione la herencia común mediante la entrega a título gratuito y ominoso de la soberanía nacional, que no otra cosa significan las perversas reformas impulsadas por el PRI y por el PAN.
Lo de Peña Nieto sólo confirma lo sabido: es el artículo chatarra intensamente promovido por la propaganda televisiva; es una bola de humo. Lo otro es un torpedo debajo de la línea de flotación; es el estertor del dinosaurio que se sabe muerto pero que pretende llevarse al país entre las patas.
Ojo MORENA. No vaya siendo que en estos estertores nos dejen sin país al cual regenerar.
Fuente
Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)
“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes.”
Sí, para variar, también voy a comentar sobre el dislate o, mejor dicho, la regada del tepache del tal Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, por todos tan sabido y tan ridiculizado. Recuperado de las carcajadas queda la pregunta: ¿Alguien votará por semejante onagro (burro silvestre)? Lamentablemente la respuesta es que serán muchos y que el dislate no sólo no le resta votos sino que le suma más; precisamente la de ese mundo de analfabetos funcionales a los que va dirigida la mercadotecnia electoral de Televisa; esos que ahora dirán: Peña Nieto es de los nuestros.
Ni siquiera la ofensiva reacción de la hija, que se refirió a la “prole de pendejos envidiosos” para designar a quienes critican a su padre por ser un iletrado. Nadie se pone el saco: proletarios y pendejos, los demás. Es como lo del lema de “primero los pobres” con el que ni los verdaderamente pobres se quisieron identificar.
No es lo mismo que el candidato de Televisa exhiba su brutal falta de educación, la que de inmediato será subsanada con carretonadas de spots de imagen, a que otro candidato tenga la atinada ocurrencia de aplicar un “cállate chachalaca”, que los mismos medios se encargarán de hacer escarnio de quien lo dijo. Habría que recordar aquella expresión de intolerancia del que mereció ser llamado chachalaca, cuando se aferró a un debate no programado: “Hoy, hoy, hoy” decía y se supuso sería su tumba política, pero la mercadotecnia dominante convirtió la pifia en virtud y le redituó votos.
Peña Nieto, su hija o su esposa (que no canta mal las rancheras en eso del racismo) podrán decir o hacer las peores estupideces que se les ocurra, que nada les va a pasar; es mucho el dinero invertido en el proyecto de imponerlo como presidente en el guiñol armado por sus jefes. Lo lamento por los priístas de buena cepa que no ganan para tanta vergüenza; tal vez ahora comiencen a entender que Televisa les expropió el partido.
Mientras nos divertimos haciendo mofa de Peña Nieto, la feria continúa, y no precisamente la del libro, sino la que está subastando lo que queda del país. Escondida entre las noticias escandalosas, pasa insuficientemente advertida la aprobación en las comisiones de la Cámara de Diputados del proyecto de ley de las llamadas asociaciones público-privadas que, en resumidas cuentas, significa la privatización del Estado. Envuelta en un disfraz de utilidad para que se realicen las obras necesarias para el desarrollo del país, constituye el verdadero caballo de Troya para que, por su gracia, se subcontrate la función de gobernar; ya sólo falta que se eliminen los procesos electorales y se reemplacen por licitaciones al mejor postor y que, incluso, se lleve a licitación el contrato para contratar.
En igual condición se encuentra la reforma estructural que hace nugatorios los derechos conquistados por la clase trabajadora, por la que se reimplanta la decimonónica asimetría en las relaciones obrero-patronales en beneficio del patrón. Como concesión para contar con la votación priísta en la Cámara, la tal reforma deja intactos los instrumentos de control corporativo del sindicalismo charro, desde siempre dispuesto a transar los legítimos intereses de los trabajadores conforme al interés personalísimo de los liderazgos corruptos.
Es una lamentable paradoja de la historia que, mientras en Caracas se consolida la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, como la instancia gestora y defensora de la soberanía de los pueblos de Nuestra América, que no incluye a los Estados Unidos ni a Canadá, en México se traicione la herencia común mediante la entrega a título gratuito y ominoso de la soberanía nacional, que no otra cosa significan las perversas reformas impulsadas por el PRI y por el PAN.
Lo de Peña Nieto sólo confirma lo sabido: es el artículo chatarra intensamente promovido por la propaganda televisiva; es una bola de humo. Lo otro es un torpedo debajo de la línea de flotación; es el estertor del dinosaurio que se sabe muerto pero que pretende llevarse al país entre las patas.
Ojo MORENA. No vaya siendo que en estos estertores nos dejen sin país al cual regenerar.
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