México: Preocupación inexistente en 2006
lunes 12 de diciembre de 2011
Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
A Felipe Calderón no le preocupa quien gane la elección presidencial del primer domingo de julio, si nos atenemos a la respuesta que brindó a su entrevistador de cabecera.
“No, definitivamente no. Mientras la elección sea democrática, es bueno para el país, gane quien gane. Y no es tan importante quién gane o qué partido, sino cómo gana. Y con qué apoyo gana. Eso es lo que debe ser fundamental. La importancia de llegar a la Presidencia sin compromisos que puedan atar las decisiones soberanas que un presidente debe tomar es fundamental para cualquiera”.
Legítima es la tesis de quien siendo candidato al cargo de primer empleado de los mexicanos, que no otra cosa es, sencillamente la ignoró porque se alió a los dueños de México –incluido el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio–, pactó una subordinación mayor a los intereses de la Casa Blanca y La Moncloa, entre otros, y aún no concluye el pago de costosas facturas de toda índole porque llegó a Los Pinos, como él mismo reconoció con agradecible cinismo: “Haiga sido como haiga sido”.
Ahora le asalta otra preocupación al también general de cinco estrellas, expresada el domingo 4 en un acto para recibir aplausos de subordinados, socios y camaradas de partido, y es “la intervención evidente y palmaria del crimen organizado en los procesos electorales”. Cierto, aporta datos, todos relacionados con Michoacán y la derrota de Luisa María Calderón, su hermana, y ambos no acaban de digerirla, aunque ella está lista para arribar al Senado.
Discursea tanto el abogado, economista y administrador público que no se percata o no escucha a sus asesores --embriagado como está porque comenzó el último año de su gobierno y abundantes opositores le auguraron “sólo un día” con la banda presidencial--, que su reiterada denuncia es el reconocimiento, involuntario, del fracaso de la estrategia militar y policiaca en Michoacán, puesta en juego en diciembre de 2006.
Cinco años después resulta que el crimen organizado pagó espacios en diarios como AM, en los que se amenazó a los votantes de Acción Nacional en tierras tarascas. Una pregunta obligada: ¿La reacción del comandante supremo de las fuerzas armadas sería la misma si el favorecido fuese el PAN? Me temo que no. Y si me apuran tampoco del Partido de la Revolución Democrática o de cualquier otro.
“Porque nunca lo había visto tan evidente”, jura el preocupado titular del Ejecutivo y verdadero jefe del Ministerio Público federal, al que usa y abusa para fines políticos y electorales, como lo evidenció el llamado michoacanazo, próximo a reeditarse contra los priístas en otros estados, según prevé Francisco Labastida.
Las documentadas denuncias periodísticas sobre la intervención del narcotráfico en procesos electorales datan de los tiempos en que Tomás Yarrington gobernó Tamaulipas (1999-2004) y, antes, cuando Luis Donaldo Colosio fue asesinado en 1994. ¿Dónde estaba Calderón que a la luz de sus preocupaciones al parecer no se enteró?
No le falta razón a Andrés Manuel López Obrador, cuando advierte ante empresarios de Yucatán, con todo y su nuevo estilo cuidadoso y numerosos encuentros exitosos con representantes de la iniciativa privada, que es preciso “proceder si se tienen pruebas, si se tienen elementos. Ésa es la obligación de cualquier ciudadano, mucho más de una autoridad”.
Y si el guerrerista michoacano de Morelia no procede y se refugia en la reiteración discursiva, acaso es que algo trae entre las manos en contra de partidos y candidatos de las oposiciones, pues se resiste a entregar la banda tricolor a un candidato no panista, como todo apunta que sucederá.
Fuente
Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)
A Felipe Calderón no le preocupa quien gane la elección presidencial del primer domingo de julio, si nos atenemos a la respuesta que brindó a su entrevistador de cabecera.
“No, definitivamente no. Mientras la elección sea democrática, es bueno para el país, gane quien gane. Y no es tan importante quién gane o qué partido, sino cómo gana. Y con qué apoyo gana. Eso es lo que debe ser fundamental. La importancia de llegar a la Presidencia sin compromisos que puedan atar las decisiones soberanas que un presidente debe tomar es fundamental para cualquiera”.
Legítima es la tesis de quien siendo candidato al cargo de primer empleado de los mexicanos, que no otra cosa es, sencillamente la ignoró porque se alió a los dueños de México –incluido el duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio–, pactó una subordinación mayor a los intereses de la Casa Blanca y La Moncloa, entre otros, y aún no concluye el pago de costosas facturas de toda índole porque llegó a Los Pinos, como él mismo reconoció con agradecible cinismo: “Haiga sido como haiga sido”.
Ahora le asalta otra preocupación al también general de cinco estrellas, expresada el domingo 4 en un acto para recibir aplausos de subordinados, socios y camaradas de partido, y es “la intervención evidente y palmaria del crimen organizado en los procesos electorales”. Cierto, aporta datos, todos relacionados con Michoacán y la derrota de Luisa María Calderón, su hermana, y ambos no acaban de digerirla, aunque ella está lista para arribar al Senado.
Discursea tanto el abogado, economista y administrador público que no se percata o no escucha a sus asesores --embriagado como está porque comenzó el último año de su gobierno y abundantes opositores le auguraron “sólo un día” con la banda presidencial--, que su reiterada denuncia es el reconocimiento, involuntario, del fracaso de la estrategia militar y policiaca en Michoacán, puesta en juego en diciembre de 2006.
Cinco años después resulta que el crimen organizado pagó espacios en diarios como AM, en los que se amenazó a los votantes de Acción Nacional en tierras tarascas. Una pregunta obligada: ¿La reacción del comandante supremo de las fuerzas armadas sería la misma si el favorecido fuese el PAN? Me temo que no. Y si me apuran tampoco del Partido de la Revolución Democrática o de cualquier otro.
“Porque nunca lo había visto tan evidente”, jura el preocupado titular del Ejecutivo y verdadero jefe del Ministerio Público federal, al que usa y abusa para fines políticos y electorales, como lo evidenció el llamado michoacanazo, próximo a reeditarse contra los priístas en otros estados, según prevé Francisco Labastida.
Las documentadas denuncias periodísticas sobre la intervención del narcotráfico en procesos electorales datan de los tiempos en que Tomás Yarrington gobernó Tamaulipas (1999-2004) y, antes, cuando Luis Donaldo Colosio fue asesinado en 1994. ¿Dónde estaba Calderón que a la luz de sus preocupaciones al parecer no se enteró?
No le falta razón a Andrés Manuel López Obrador, cuando advierte ante empresarios de Yucatán, con todo y su nuevo estilo cuidadoso y numerosos encuentros exitosos con representantes de la iniciativa privada, que es preciso “proceder si se tienen pruebas, si se tienen elementos. Ésa es la obligación de cualquier ciudadano, mucho más de una autoridad”.
Y si el guerrerista michoacano de Morelia no procede y se refugia en la reiteración discursiva, acaso es que algo trae entre las manos en contra de partidos y candidatos de las oposiciones, pues se resiste a entregar la banda tricolor a un candidato no panista, como todo apunta que sucederá.
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