Corren a Josefina de un restaurante

‘Si no tienes control de esto… no controlas a nadie’ le reclaman molestos comensales
viernes, 06 de abril de 2012

MÉXICO, D.F., (APRO).- Nuevo tropiezo tuvo ayer Josefina Vázquez Mota en su campaña como candidata presidencial del PAN, cuando fue corrida junto con su equipo y reporteros que la acompañaban, de un puesto de gorditas en Tres Marías, el peculiar pueblito de Morelos famoso por sus restaurantes de comida típica y antojerías.

Antes repartió volantes en la caseta de cobro de la autopista. La mayoría de los vacacionistas intentan esquivarla; unos cuantos de plano le lanzan un recordatorio familiar con el claxon de sus autos y, los menos, le aplauden y les dan ánimos.

Pasan de las 11:00 de la mañana y Josefina desayuna con su esposo, Sergio Ocampo, y con la candidata al senado Rosi Orozco, una importante líder evangélica.

Entre el staff de la candidata y los reporteros hay comensales molestos. "Que les sirvan a todos", pide Josefina, y en segundos su mesa se llena de platones con montañas de quesadillas de todos los guisos y decenas de refrescos que, con pericia olímpica, destapa el mesero.

FAMILIAS ENOJADAS

Nadie atiende el banquete. Agresión a reportera desde la mesa contigua, limonazo que va a dar —sin intención evidente pero con muy mala puntería— a la mesa de Vázquez Mota, justo entre ella y su marido. La candidata se aproxima conciliadora, pero el rostro de las familias enojadas no cambia. Le reclaman falta de respeto, no quieren escuchar más, no quieren fotógrafos.

"Si no tienes control de esto… no controlas a nadie", le espetan.

El dueño de El Sinaí, agarra parejo, les pide a reporteros y staff salir.

"Ya estuvo bueno el rato".

La candidata se disculpa, da instrucciones para salir del lugar. Y su marido, con el rostro desencajado, la sigue sin chistar. Detrás, Rosa de la Garza, y más atrás, las montañas de quesadillas y las filas de refrescos sin consumir.

Afuera, unas cuantas mujeres, con mandil y platos de plástico, le gritan: "ni un voto al PAN", "ni un voto al PAN". No se inmuta. Para eso están las porras de camiseta que transmutan sus coros de caseta por otros improvisados a propósito del escenario: "Morelos Josefina, Morelos Josefina".

Llega a otro pequeño puesto sin clientes que se incomoden. Se aproxima y pide una quesadilla y, aunque se la están preparando, la cocinera le reclama.

"No hay explicación para los gasolinazos", le espeta Isabel, una mujer que hace quesadillas en el puesto "Doña Tere". Insiste en recriminarle a Vázquez Mota que los políticos no apoyan al pueblo.

"Todos los corruptos, más ricos y más ricos".

Vázquez Mota intenta generar empatía, pero no lo logra. Les habla de los que firman compromisos y no cumplen, pero que ella sí tiene palabra.

LOS RECLAMOS

—Josefina, ¿de qué manera vas a acercarte a nosotros? Firmarías ante notario? Porque en Tres Marías necesitamos educación… —cuestiona la joven Christian Nicolás.

—Hay quienes firman y no cumplen. Tú eres muy joven, pero a nosotros nos enseñaban el valor de la palabra, la palabra se respeta y se cumple —dice la candidata, condescendiente.

La lista de la joven, que no se inmuta ni se pone nerviosa, se amplía. Mantiene el tono de igualdad, la tutea, le menciona la educación, el desempleo, la falta de oportunidades y hasta los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, habitantes de Tres Marías, que se quedaron sin trabajo, sin liquidación y que ahora sólo pueden trabajar con contratistas.

En eso Rosi Orozco tercia, algo dice de su trabajo en la Cámara con mujeres víctimas de violación, se le escapa un "jovencitas como tú". Pocos la escuchan, Vázquez Mota da un mordisco a su quesadilla frente a las cámaras y, momentos después, se despide con amabilidad.

La candidata a senadora sigue en su perorata y Christian reacciona:

"No me diste respuesta a mis preguntas, sólo diste vueltas y vueltas. Eres como todos los políticos, una política más", recrimina.

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