Sólo fue punta de lanza
Reforma laboral y la revisión técnica de la OIT
Martín Esparza Flores
-II-
Requisito primario para la consumación
de las reformas estructurales impuestas unilateralmente al pueblo de
México, la reforma laboral demostró no ser la fórmula mágica para crear
el millón de empleos anuales prometidos a inicios de la actual
administración.
Desde el periodo de transición, tanto
panistas como priistas bregaron para que la propuesta fuera aprobada en
el Congreso antes del primero de diciembre de 2013 en que se verificó el
cambio de poderes; de manera insólita voces del sector obrero del PRI
que años atrás la habían desechado terminaron por sumarse a su favor,
conscientes del retroceso que ésta implicaba para los derechos laborales
de millones de trabajadores, e incluso para la existencia misma de sus
sindicatos corporativos.
La tesis central fue siempre que se
generarían al año un millón de empleos estables y bien remunerados; sin
embargo, al revisar las cifras de organismos como el Instituto Nacional
de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el IMSS, el panorama
muestra todo lo contrario: al último trimestre del 2013, dictan los
análisis del INEGI, 2 millones 600 mil mexicanos en edad productiva se
encontraban en situación de desempleo y al cierre de diciembre pasado,
reportaba el IMSS apenas 463 mil nuevas afiliaciones contra 711 mil de
2012. Mientras que 29 millones de mexicanos subsisten en la
informalidad.
El Centro de Análisis Multidisciplinario
del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM reportaba que de
diciembre de 2012 a mayo de 2013 se habían perdido en el país unos 220
mil empleos, situación que no ha pasado inadvertida a la lupa de
organismos internacionales como el Foro Económico Mundial (WEF), que
situó a México en el lugar 113, en cuanto a generador de empleos, de un
total de 148 países, al descender doce sitios en relación con 2012 en
que se le ubicó en la posición 102.
Ahora queda al descubierto que la
reforma laboral no era más que la punta de lanza del paquete de
modificaciones constitucionales impuestas a la clase política en el
poder por los organismos internacionales.
El pago por hora, los contratos de prueba y la legalización de las outsourcings
no son más que mecanismos a favor de los empresarios para emplear y
despedir con toda libertad a sus trabajadores, buscando desaparecer la
contratación colectiva.
Minar los instrumentos legales de
defensa de millones de trabajadores fue la razón de fondo para la
aprobación de la reforma laboral que en nada les ha beneficiado y a la
que ahora, subrepticiamente, la Secretaría del Trabajo solicita a la OIT
que le practique una revisión técnica que permita conocer los puntos en
que se puedan modificar sus arbitrarias modificaciones.
Los trabajadores deben rescatar la
memoria histórica de sus luchas para que mediante la fundación de
organismos como la Nueva Central de Trabajadores, a constituirse los
días 22 y 23 de febrero, retomen la defensa de sus derechos, ahora
mutilados por la embestida neoliberal.
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