Caída de bandera empaña desfile militar conducido por la Marina
16 de septiembre de 2014
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El izamiento de la bandera en el Zócalo capitalino. Foto: Eduardo Miranda |
MÉXICO, D.F. (apro).- El desfile militar por la Independencia
de México que encabezó por primera vez la Marina Armada de México quedó
empañado por la caída de la bandera monumental al momento de izarla.
La Marina-Armada de México había llegado con la moral en alto a las celebraciones del 204 aniversario de la Independencia al tener el aval del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Enrique Peña Nieto, para dirigir por primera vez en la historia de México la parada militar, en un desplazamiento más del Ejército.
Con el argumento del 100 aniversario de la defensa del puerto de Veracruz por parte de la Marina durante la invasión de Estados Unidos a México en 1914, la Armada se propuso un desfile militar para el lucimiento de su preparación y equipamiento, y de paso enmarcar dos instrumentos de gobierno de Peña Nieto: la Gendarmería y la Cruzada Nacional contra el Hambre.
El jefe del Estado Mayor, responsable de la operación de la Armada, el vicealmirante Joaquín Zetina Angulo, fue designado el comandante del desfile, con lo que el jefe máximo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República, hacía un reconocimiento público a los marinos en sus tareas de seguridad, superiores a las del Ejército en años recientes.
En sus fastos, la Marina decidió que una mujer de la Armada portara la bandera insignia al inicio del desfile, algo impensable aún en el Ejército.
El vicealmirante Zetina tuvo tiempo para la preparación de la parada castrense. Aunque apenas a principios de mes se hizo público que sería el comandante del desfile militar, desde julio pasado en los círculos militares se sabía que los soldados serían comandados por un marino con experiencia operativa y administrativa.
Era la oportunidad del lucimiento del secretario de la Marina, Armada de México, el almirante Vidal Soberón Sanz, involucrado en las operaciones contra el narcotráfico desde el sexenio pasado, cuando las fuerzas especiales de la Armadas empezaron a salir de su ámbito natural y a operar en zonas continentales, en una inspiración de los marines estadunidenses.
Pero una falla ostensible en el primer acto del desfile acabó con la fiesta de la Marina. Al momento de izar la bandera monumental, el mayor de los símbolos para los militares, se vino abajo. La escolta militar encargada del izamiento en el asta del Zócalo capitalino quedó rebasada cuando se desprendió el lábaro apenas comenzaba a subir.
Los representantes de los poderes del Estado se quedaron congelados en su saludo a la bandera. El presidente de la República, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el ministro Juan Silva Meza, y los presidentes del Senado, Miguel Barbosa, y de la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles, veían los afanes de los abanderados.
El himno nacional terminó y se hizo un silencio. Las bandas de guerra no podían seguir con el programa. Los representantes de los poderes siguieron con el saludo hasta que los militares cambiaron la bandera monumental por una más pequeña.
Pasado el trance, Peña Nieto pasó revista a las Fuerzas Armadas en el vehículo militar blindado de nombre maya “Kitam” o “5 Estrellas”, de fabricación mexicana, que hace alusión a las cinco estrellas reservadas al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Después, Peña Nieto caminó con los jefes de las Fuerzas Armadas al Palacio Nacional. Durante todo el trayecto se dirigió al secretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos. En ningún momento volteó hacia el almirante Soberón.
El general Cienfuegos era quien había quedado bien con el vehículo fabricado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Ahora los marinos eran los desmoralizados.
Su primer desfile militar quedó marcado por un error impensable. Fue a la vista de todos. La televisión tuvo que desviar las imágenes del izamiento hacia distintas panorámicas de la plancha del Zócalo, concentrándose en los mosaicos históricos que formaban con paletas de colores más de 4 mil efectivos castrenses.
Testigos de la vergüenza local fueron las delegaciones internacionales invitadas por la Marina, escuelas navales de Estados Unidos –protagonistas de la invasión a Veracruz en 1914–, Argentina, Belice, Brasil, Colombia, Chile y Perú.
Al final, en su parte de actividades al presidente de la República, el comandante del desfile reportó “sin novedad”.
También refirió la participación de 21 mil 41 elementos. De ellos, 15 mil 852 fueron del Ejército, la Marina, Fuerza Aérea, Policía Nacional, Asociación Nacional de Charros y Federación Nacional de Charrería. Los otros 4 mil 595 participaron en la formación de los mosaicos y 238 fueron los militares extranjeros invitados.
Además se exhibieron 157 unidades terrestres, 10 embarcaciones y 57 aeronaves, pero el clima también impidió, como en otros años, que la celebración encabezada por la Marina iniciara con el lanzamiento en paracaídas sobre la plancha del Zócalo.
La Marina-Armada de México había llegado con la moral en alto a las celebraciones del 204 aniversario de la Independencia al tener el aval del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Enrique Peña Nieto, para dirigir por primera vez en la historia de México la parada militar, en un desplazamiento más del Ejército.
Con el argumento del 100 aniversario de la defensa del puerto de Veracruz por parte de la Marina durante la invasión de Estados Unidos a México en 1914, la Armada se propuso un desfile militar para el lucimiento de su preparación y equipamiento, y de paso enmarcar dos instrumentos de gobierno de Peña Nieto: la Gendarmería y la Cruzada Nacional contra el Hambre.
El jefe del Estado Mayor, responsable de la operación de la Armada, el vicealmirante Joaquín Zetina Angulo, fue designado el comandante del desfile, con lo que el jefe máximo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República, hacía un reconocimiento público a los marinos en sus tareas de seguridad, superiores a las del Ejército en años recientes.
En sus fastos, la Marina decidió que una mujer de la Armada portara la bandera insignia al inicio del desfile, algo impensable aún en el Ejército.
El vicealmirante Zetina tuvo tiempo para la preparación de la parada castrense. Aunque apenas a principios de mes se hizo público que sería el comandante del desfile militar, desde julio pasado en los círculos militares se sabía que los soldados serían comandados por un marino con experiencia operativa y administrativa.
Era la oportunidad del lucimiento del secretario de la Marina, Armada de México, el almirante Vidal Soberón Sanz, involucrado en las operaciones contra el narcotráfico desde el sexenio pasado, cuando las fuerzas especiales de la Armadas empezaron a salir de su ámbito natural y a operar en zonas continentales, en una inspiración de los marines estadunidenses.
Pero una falla ostensible en el primer acto del desfile acabó con la fiesta de la Marina. Al momento de izar la bandera monumental, el mayor de los símbolos para los militares, se vino abajo. La escolta militar encargada del izamiento en el asta del Zócalo capitalino quedó rebasada cuando se desprendió el lábaro apenas comenzaba a subir.
Los representantes de los poderes del Estado se quedaron congelados en su saludo a la bandera. El presidente de la República, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el ministro Juan Silva Meza, y los presidentes del Senado, Miguel Barbosa, y de la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles, veían los afanes de los abanderados.
El himno nacional terminó y se hizo un silencio. Las bandas de guerra no podían seguir con el programa. Los representantes de los poderes siguieron con el saludo hasta que los militares cambiaron la bandera monumental por una más pequeña.
Pasado el trance, Peña Nieto pasó revista a las Fuerzas Armadas en el vehículo militar blindado de nombre maya “Kitam” o “5 Estrellas”, de fabricación mexicana, que hace alusión a las cinco estrellas reservadas al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Después, Peña Nieto caminó con los jefes de las Fuerzas Armadas al Palacio Nacional. Durante todo el trayecto se dirigió al secretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos. En ningún momento volteó hacia el almirante Soberón.
El general Cienfuegos era quien había quedado bien con el vehículo fabricado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Ahora los marinos eran los desmoralizados.
Su primer desfile militar quedó marcado por un error impensable. Fue a la vista de todos. La televisión tuvo que desviar las imágenes del izamiento hacia distintas panorámicas de la plancha del Zócalo, concentrándose en los mosaicos históricos que formaban con paletas de colores más de 4 mil efectivos castrenses.
Testigos de la vergüenza local fueron las delegaciones internacionales invitadas por la Marina, escuelas navales de Estados Unidos –protagonistas de la invasión a Veracruz en 1914–, Argentina, Belice, Brasil, Colombia, Chile y Perú.
Al final, en su parte de actividades al presidente de la República, el comandante del desfile reportó “sin novedad”.
También refirió la participación de 21 mil 41 elementos. De ellos, 15 mil 852 fueron del Ejército, la Marina, Fuerza Aérea, Policía Nacional, Asociación Nacional de Charros y Federación Nacional de Charrería. Los otros 4 mil 595 participaron en la formación de los mosaicos y 238 fueron los militares extranjeros invitados.
Además se exhibieron 157 unidades terrestres, 10 embarcaciones y 57 aeronaves, pero el clima también impidió, como en otros años, que la celebración encabezada por la Marina iniciara con el lanzamiento en paracaídas sobre la plancha del Zócalo.
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