Lo que todo mexicano quisiera (no) saber sobre los bancos
28 de septiembre de 2014
Análisis
| Banqueros y usuarios. Cartón de Rocha | 
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Según un estudio reciente
 de la Comisión Federal de Competencia, la cobertura de cajeros 
automáticos es insuficiente y está dominada por los grandes bancos. 
Además el cargo por retirar efectivo en un cajero que no es del banco 
del usuario es muy caro: entre 20 y 30 pesos en promedio.
Hacer un pago móvil a una cuenta de un banco diferente a la cuenta del usuario es imposible.
Las redes de pagos móviles operan básicamente a través de la “telefónica preponderante”, o sea Telmex.
Los bancos podrían estar tomando decisiones a favor de sus
 accionistas y no necesariamente a favor del funcionamiento eficiente 
del sistema de información crediticia.
Los bancos pequeños enfrentan limitaciones de información 
para competir de manera efectiva en productos específicos para segmentos
 de la población.
Los usuarios no cuentan con un historial para obtener 
créditos porque el gobierno no provee información sobre pagos realizados
 a Infonavit o Fovisste.
Las medianas y pequeñas empresas enfrentan serias dificultades para tener acceso a financiamiento/capital de inversión.
Los fondos de inversión instrumentan políticas de diferenciación de precios que resultan discriminatorias y discrecionales.
No hay una base de datos sobre el historial de riesgo de 
clientes en busca de seguros, lo cual lleva a que las pólizas sean muy 
caras.
La Comisión Federal de Competencia sólo cuenta con tres 
días para emitir una resolución sobre una concentración mediante 
liquidación bancaria, lo cual lleva a que el organismo no pueda 
erradicar conductas anticompetitivas o barreras a la competencia.
Los bancos no compiten entre sí para ofrecer una mejor tasa de interés con el fin de atraer clientes.
Los tarjetahabientes encuentran dificultades para 
trasladar sus saldos deudores a un banco distinto que les ofrezca 
mejores condiciones: Sólo 5% de los clientes de tarjetas de crédito 
cambiaron de banco entre 2011 y 2012.
Los usuarios afrontan serias dificultades para elegir 
productos financieros –como crédito automotriz o seguro para el retiro– 
porque no tienen acceso fácil a la información para comparar.
Los acreditados están atados a términos de contratación 
desventajosos, con altas tasas de interés o altas tasas de comisiones o 
condiciones inflexibles de plazo o formas de pago.
Hay nula movilidad de clientes entre proveedores de cuenta de nómina, lo cual obstaculiza la competencia.
Es básicamente imposible trasladar una garantía 
hipotecaria de una institución a otra, lo cual inhibe el 
refinanciamiento del crédito.
Existen acciones anticompetitivas coordinadas entre los 
bancos; en otras palabras, están coludiéndose para abusar del 
consumidor.
Los usuarios pagan sobreprecios en el ramo de los seguros ligados a crédito, especialmente el automotriz y el hipotecario.
Las autoridades regulatorias del sistema financiero actúan con una gran discrecionalidad.
La cobertura de establecimientos que aceptan pagos con tarjeta es baja.
Los usuarios que reciben o envían remesas no cuentan con 
la información necesaria y por ello se enfrentan a comisiones 
adicionales a las pactadas inicialmente en el servicio.
En ciertos sectores la banca de desarrollo es ineficiente y genera riesgos para la competencia.
El Infonavit y el Fovissste establecen condiciones de 
crédito más onerosas que otros intermediarios financieros, por lo que 
sus ventajas no se ven reflejadas en menores costos para los 
consumidores.
Los intermediarios financieros ofrecen de manera insuficiente ciertos servicios financieros a algunos sectores de la población.
Hay un serio conflicto de interés en algunos consejos de 
administración de la banca de desarrollo, que tiene participantes con 
intereses dentro de los sectores que fomentan.
Quienes ofertan servicios de ahorro para el retiro 
compiten principalmente a través de la promoción de sus servicios (43% 
del gasto de las Afores se destina a esta actividad, mientras que sólo 
4% va a la inversion). Los gastos de promoción elevan los costos de 
operación de las Afores, sin beneficios claros para los consumidores. Y 
por ello la mitad de los trabajadores que cambiaron de Afore en 2013 
fueron a dar a otra institución que les ofrecía menor rendimiento neto.
Como la información sobre transacciones que involucran 
fideicomisos es considerada “secreto bancario”, la Comisión Federal de 
Competencia no puede determinar si hay prácticas anticompetitivas en ese
 sector.
El sistema financiero no está innovando y no está 
buscando atraer a los consumidores vía calidad, innovación y mejores 
precios. En esencia, nos tiene atrapados.
Como no hay competencia, sino más bien colusión y mala 
regulación, los bancos hacen básicamente lo que se les da la gana: 
abusan, manipulan, esconden, exprimen. Por eso las filiales de bancos 
extranjeros en México tienen mayores tasas de ganancia aquí que en otras
 partes del mundo donde operan.
Ante esta lamentable realidad, lo único que hace la 
Comisión Federal de Competencia es ofrecer 36 recomendaciones “no 
vinculantes”. Mientras tanto, allí está el servicio malo y caro que 
padecemos los usuarios. Y la pasividad o la complicidad del gobierno. 
 
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