Calderón “por la ruta del aislamiento y el rencor”: Molinar Horcasitas
27 de enero de 2015
Destacado
Juan Molinar Horcasitas, exdirector del IMSS, y Felipe Calderón, expresidente de México. Foto: Eduardo Miranda |
MÉXICO, D.F. (apro).- Luego de revelar que Felipe Calderón
amenazó con renunciar al Partido Acción Nacional (PAN) desde 2010, Juan
Molinar Horcasitas, exdirector del IMSS, aseguró que también quiso
“derrocar” a Gustavo Madero y sólo acumuló derrotas porque escogió “la
ruta del aislamiento y el rencor”.
Tras la amenaza de Calderón de renunciar al PAN para formar una nueva “opción política”, como lo declaró el miércoles de la semana pasada, al diario El Financiero, Molinar emitió hoy una carta para recordar que ya había amenazado con esa decisión desde que, en 2010, no pudo imponer a Roberto Gil Zuarth como presidente de ese partido.
Esta carta de Molinar coincide con lo que publicó el semanario Proceso esta semana, en la que el exdirector del IMSS asegura el acoso de Calderón desde la Presidencia: “No ha habido presidente del PAN más acosado desde la Presidencia de la República que Madero”.
Molinar recuerda, en su carta de hoy, que Calderón “impulsó desde Los Pinos a dos presidentes nacionales consecutivos cercanos a él” en el PAN, Germán Martínez y César Nava, y que “en esa etapa de intensa cercanía presidente-partido él participaba directamente en los procesos de designación de candidatos y en otras decisiones importantes del partido”.
Pero Molinar afirma que “cuando no pudo imponer un tercer presidente incondicional, Calderón dividió al partido y amenazó con irse del PAN” ante la victoria de Madero.
“Esta fue la primera de una serie de reveses de Calderón en los procesos políticos panistas. Él se empeñó en imponerse y el panismo se empeñó en ejercer su autonomía”, subraya Molinar.
Y recuerda: “Desde ese momento, como presidente y como expresidente de la República, Calderón se empecinó en combatir a la dirigencia formal y legítima del PAN. En algún momento de esa etapa alguien recordó una expresión atribuida a Felipe Calderón que describe su actitud: ‘El PAN es mi casa y en mi casa mando yo’.”
Y añade: “El calderonismo no pudo derrocar a Madero, pero sí fue un factor de división que le restó gobernabilidad al PAN durante el año y medio que precedió a las elecciones de 2012”.
Luego de la derrota en las elecciones de 2012 y luego de que no pudo imponer a “su delfín” Ernesto Cordero como candidato presidencial, Calderón insistió en renunciar al partido que presidió.
“Mucha gente en el PAN se enteró de este mensaje, porque en varias ocasiones respondió con exabruptos ante intervenciones de consejeros que no compartían esa idea”, subraya Molinar.
Asesor de Madero, Molinar anticipa que las más recientes declaraciones de Calderón no serán las últimas, porque sigue su patrón de conducta: controlar las organizaciones a las que él pertenece ‘está en su naturaleza’ y usar malas formas es su costumbre.
Cuenta: “Alguien me explicaba su conducta diciendo que actúa así porque es un hombre de carácter muy fuerte.
Contesté que no, que es un hombre de temperamento muy fuerte, y que le falta carácter para templar su temperamento”.
Y añade: “Por eso, a pesar de su enorme talento, sucede lo que con gran lucidez anticipó Carlos Castillo, en una conocida carta: el creciente aislamiento al que la personalidad de Calderón lo conduciría”.
Y eso ha ocurrido: “Es cosa de ver cuántos de quienes lo llevaron a la Presidencia de la República ya no están con él. Y que no se diga que todos se alejaron porque perdieron el interés cuando dejó de ser presidente”.
Añade: “Hay que recordar que entre los separados hay personas que en su momento tomamos grandes riesgos políticos para hacerlo presidente cuando él no tenía puesto público, ni empleo, ni dinero y se encontraba en el sótano de todas las encuestas. Muchas de esas personas no están ya con él porque Felipe las lastimó y las alejó”.
Por ejemplo, maltrató a muchos panistas: “Fueron muchos los episodios en los que Felipe Calderón trató de manera irrespetuosa o incluso abusiva a los líderes partidarios que se reunían con él. Estas constantes fricciones no se hicieron públicas por prudencia política y, paradójicamente, por respeto a la investidura presidencial”.
Expone: “Desde la perspectiva de Calderón, el partido le pertenecía al presidente. Eso no está en la cultura del PAN. Los panistas pensamos que el presidente pertenece al partido”.
Otra derrota de Calderón, cuenta Molinar, fue la victoria de Madero ante Cordero: “Si la razón y no sus humores hubiesen guiado las decisiones de Calderón, él hubiera entendido que su deber moral era aceptar que no todas las decisiones del partido debían amoldarse a su voluntad”.
Pero tomó la ruta opuesta: “La animosidad de Calderón en contra de Gustavo Madero escaló hasta niveles de encono cuando la planilla del actual dirigente panista derrotó a la del candidato que le opuso, Ernesto Cordero, quien ya había sido rechazado por la mayoría panista en su anterior intento de ascender al liderazgo panista como candidato presidencial”.
Agrega: “Tres reveses consecutivos debieron ser suficientes para que Calderón entendiera que, efectivamente, el PAN es su casa, pero que también es la casa de los demás panistas y que en ella manda la mayoría, como en cualquier democracia. No fue así: mientras más perdía, más se enconaba”.
Recuerda que Madero cedió a Cordero la coordinación parlamentaria en el Senado y luego apoyó a Luisa María Calderón como candidata a gobernadora de Michoacán.
Sobre Margarita Zavala, dice Molinar, compitió por la diputación contra Cecilia Romero, expresidenta del partido.
“El resultado fue una cuarta derrota importante. Nuevamente, la derrota de Calderón fue producto de una decisión democrática, asumida mediante el voto libre y secreto de los integrantes de la Comisión Permanente, tal como disponen las normas partidarias. La mayoría de ese órgano se inclinó por Cecilia Romero y una minoría votó por Margarita Zavala (sólo 12 votos de 58 posibles).”
Finalmente, Molinar dice que el “poder de Madero”, que rechazan los calderonistas, es producto de la agregación y la incorporación de líderes panistas en todos los estados y en todos los niveles, del pluralismo y la inclusión.
“Esto no lo concibe el modo de actuar político de Felipe Calderón que se ha reducido y enconado hilando derrota tras derrota. Felipe Calderón ha perdido una tras otra porque ha hecho lo contrario: dividir, discriminar entre los panistas ‘auténticos’, los que siempre acatan sus decisiones, y los “impuros”, los que no siempre coinciden con él. Esa es la ruta del aislamiento y el rencor”.
Fuente
Tras la amenaza de Calderón de renunciar al PAN para formar una nueva “opción política”, como lo declaró el miércoles de la semana pasada, al diario El Financiero, Molinar emitió hoy una carta para recordar que ya había amenazado con esa decisión desde que, en 2010, no pudo imponer a Roberto Gil Zuarth como presidente de ese partido.
Esta carta de Molinar coincide con lo que publicó el semanario Proceso esta semana, en la que el exdirector del IMSS asegura el acoso de Calderón desde la Presidencia: “No ha habido presidente del PAN más acosado desde la Presidencia de la República que Madero”.
Molinar recuerda, en su carta de hoy, que Calderón “impulsó desde Los Pinos a dos presidentes nacionales consecutivos cercanos a él” en el PAN, Germán Martínez y César Nava, y que “en esa etapa de intensa cercanía presidente-partido él participaba directamente en los procesos de designación de candidatos y en otras decisiones importantes del partido”.
Pero Molinar afirma que “cuando no pudo imponer un tercer presidente incondicional, Calderón dividió al partido y amenazó con irse del PAN” ante la victoria de Madero.
“Esta fue la primera de una serie de reveses de Calderón en los procesos políticos panistas. Él se empeñó en imponerse y el panismo se empeñó en ejercer su autonomía”, subraya Molinar.
Y recuerda: “Desde ese momento, como presidente y como expresidente de la República, Calderón se empecinó en combatir a la dirigencia formal y legítima del PAN. En algún momento de esa etapa alguien recordó una expresión atribuida a Felipe Calderón que describe su actitud: ‘El PAN es mi casa y en mi casa mando yo’.”
Y añade: “El calderonismo no pudo derrocar a Madero, pero sí fue un factor de división que le restó gobernabilidad al PAN durante el año y medio que precedió a las elecciones de 2012”.
Luego de la derrota en las elecciones de 2012 y luego de que no pudo imponer a “su delfín” Ernesto Cordero como candidato presidencial, Calderón insistió en renunciar al partido que presidió.
“Mucha gente en el PAN se enteró de este mensaje, porque en varias ocasiones respondió con exabruptos ante intervenciones de consejeros que no compartían esa idea”, subraya Molinar.
Asesor de Madero, Molinar anticipa que las más recientes declaraciones de Calderón no serán las últimas, porque sigue su patrón de conducta: controlar las organizaciones a las que él pertenece ‘está en su naturaleza’ y usar malas formas es su costumbre.
Cuenta: “Alguien me explicaba su conducta diciendo que actúa así porque es un hombre de carácter muy fuerte.
Contesté que no, que es un hombre de temperamento muy fuerte, y que le falta carácter para templar su temperamento”.
Y añade: “Por eso, a pesar de su enorme talento, sucede lo que con gran lucidez anticipó Carlos Castillo, en una conocida carta: el creciente aislamiento al que la personalidad de Calderón lo conduciría”.
Y eso ha ocurrido: “Es cosa de ver cuántos de quienes lo llevaron a la Presidencia de la República ya no están con él. Y que no se diga que todos se alejaron porque perdieron el interés cuando dejó de ser presidente”.
Añade: “Hay que recordar que entre los separados hay personas que en su momento tomamos grandes riesgos políticos para hacerlo presidente cuando él no tenía puesto público, ni empleo, ni dinero y se encontraba en el sótano de todas las encuestas. Muchas de esas personas no están ya con él porque Felipe las lastimó y las alejó”.
Por ejemplo, maltrató a muchos panistas: “Fueron muchos los episodios en los que Felipe Calderón trató de manera irrespetuosa o incluso abusiva a los líderes partidarios que se reunían con él. Estas constantes fricciones no se hicieron públicas por prudencia política y, paradójicamente, por respeto a la investidura presidencial”.
Expone: “Desde la perspectiva de Calderón, el partido le pertenecía al presidente. Eso no está en la cultura del PAN. Los panistas pensamos que el presidente pertenece al partido”.
Otra derrota de Calderón, cuenta Molinar, fue la victoria de Madero ante Cordero: “Si la razón y no sus humores hubiesen guiado las decisiones de Calderón, él hubiera entendido que su deber moral era aceptar que no todas las decisiones del partido debían amoldarse a su voluntad”.
Pero tomó la ruta opuesta: “La animosidad de Calderón en contra de Gustavo Madero escaló hasta niveles de encono cuando la planilla del actual dirigente panista derrotó a la del candidato que le opuso, Ernesto Cordero, quien ya había sido rechazado por la mayoría panista en su anterior intento de ascender al liderazgo panista como candidato presidencial”.
Agrega: “Tres reveses consecutivos debieron ser suficientes para que Calderón entendiera que, efectivamente, el PAN es su casa, pero que también es la casa de los demás panistas y que en ella manda la mayoría, como en cualquier democracia. No fue así: mientras más perdía, más se enconaba”.
Recuerda que Madero cedió a Cordero la coordinación parlamentaria en el Senado y luego apoyó a Luisa María Calderón como candidata a gobernadora de Michoacán.
Sobre Margarita Zavala, dice Molinar, compitió por la diputación contra Cecilia Romero, expresidenta del partido.
“El resultado fue una cuarta derrota importante. Nuevamente, la derrota de Calderón fue producto de una decisión democrática, asumida mediante el voto libre y secreto de los integrantes de la Comisión Permanente, tal como disponen las normas partidarias. La mayoría de ese órgano se inclinó por Cecilia Romero y una minoría votó por Margarita Zavala (sólo 12 votos de 58 posibles).”
Finalmente, Molinar dice que el “poder de Madero”, que rechazan los calderonistas, es producto de la agregación y la incorporación de líderes panistas en todos los estados y en todos los niveles, del pluralismo y la inclusión.
“Esto no lo concibe el modo de actuar político de Felipe Calderón que se ha reducido y enconado hilando derrota tras derrota. Felipe Calderón ha perdido una tras otra porque ha hecho lo contrario: dividir, discriminar entre los panistas ‘auténticos’, los que siempre acatan sus decisiones, y los “impuros”, los que no siempre coinciden con él. Esa es la ruta del aislamiento y el rencor”.
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