Marichuy y el CNI en medio de la tormenta

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A Eloísa Vega Castro, in memóriam
Qué fácil hubiera sido para el Congreso Nacional Indígena (CNI) plegarse a una de las candidaturas derechistas que se disputan la Presidencia de la República: PRI, Morena, PAN. Qué fácil, subirse a uno de esos trenes para ver qué se puede negociar y con qué se puede lucrar. Treparse a uno de los cabús para recibir la bendición de alguno de los políticos de arriba y la promesa de que se verá “la cuestión indígena” cuando se consiga la Silla Presidencial. Qué fácil. Y qué irresponsable. E indigno.
Peor aún. Los pueblos indígenas sólo podrían hacerlo traicionando principios y traicionándose ellos mismos; cancelando su futuro. Así que era imposible que sucumbieran, primero, a los halagos, el dinero, las promesas y, luego, los regaños, los reclamos y las condenas.
El CNI (del cual forman parte los pueblos zapatistas junto con otras decenas de tribus, pueblos y naciones indígenas del país) es una de las organizaciones con mayor credibilidad y autoridad moral de toda la nación. No está exento de contradicciones y disputas internas. De hecho, sus discusiones son intensas, vivas. Y son honestas, entre hermanos y entre iguales. Sería interminable enlistar a quienes con su trabajo cotidiano, incansable, inquebrantable, han logrado construir un espacio de encuentro, diálogo y acción entre los pueblos originarios. Tal vez sea injusto mencionar apenas a una persona. O tal vez no, por el reconocimiento de “hermano mayor” o “tata” que –en vida y luego después de muerto– le dieron los propios pueblos al purépecha Juan Chávez Alonso.
Desde hace 5 lustros, el CNI ha venido explorando las vías pacíficas de resistencia y trasformación. La decisión de participar en el actual proceso electoral con un Concejo de Gobierno Indígena en el que una vocera figurara como candidata a la Presidencia de la República, ha sido una propuesta, sobre todo, para generar organización ante lo que viene: el remate final del país, el desgarramiento de todo vestigio de propiedad comunitaria, colectiva o nacional.
Los programas de los candidatos “punteros” en realidad son uno solo. Apenas modificaciones cosméticas cada vez más difíciles de distinguir los hacen supuestamente distintos. Anteriormente se podía decir que en la lucha de los de arriba al menos se encontraban personajes y grupos diferentes. Hoy se han reagrupado y los enemigos son amigos y hasta compañeros de causa.
El país está al borde del abismo y los pueblos indígenas lo ven con claridad. Se han echado a cuestas la organización que enfrente la peor tormenta que ya se cierne sobre el país y que amenaza incluso su existencia. En el CNI ya lo vieron, como también lo han visto millones que no se sienten representados en el sistema de partidos vigentes.
La campaña de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, ha sido la única impulsada desde las entrañas de este país que aún se llama México. Sin la cobertura de los grandes consorcios mediáticos y sin el presupuesto del Instituto Nacional Electoral, la indígena nahua ha recorrido casi toda la República para reunirse con los pueblos indios, las colectividades agrarias, los ejidos, los pueblos de pescadores, los trabajadores de fábricas, los estudiantes, los familiares de víctimas de desaparición forzada… Sus viajes han sido siempre modestos, costeados por los pueblos indígenas representados en el CNI y por los anfitriones que la han recibido en los cuatro puntos cardinales de la nación.
No les ha prometido absolutamente nada. Ni crecimiento de 7 por ciento de la economía, ni becas para estudiantes, ni dinero para todos como una “renta universal”. En realidad Marichuy, principalmente, escucha. Y convoca a encontrar y construir las soluciones entre los propios afectados. Es la campaña (precampaña, si nos atenemos a las disposiciones ilógicas pero legales del sistema electoral mexicano) por la Presidencia de la República más honesta que se ha realizado en mucho tiempo.
Concejalas y concejales la acompañan en los recorridos. Por supuesto también participan en los encuentros y en los diálogos. Todo con los propios medios de quienes los invitan. Muchas veces en comunidades enclavadas en sierras o montañas a los que nunca acudirán los candidatos “punteros”.
Desde un principio, el CNI y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) dijeron que era una propuesta muy arriesgada. Que tal encomienda los pondría en peligro. Aun así, se empeñaron en llevarla a cabo.
Cumplieron los engorrosos requisitos para registrar la precandidatura y se enfrentaron a un sistema electoral profundamente discriminatorio y clasista, donde resulta casi imposible recibir el apoyo legal para que el nombre de una candidata indígena aparezca en la boleta electoral. El sabotaje oficial es claro, pero el CNI decidió continuar porque la precampaña sí estaba dando frutos en lo realmente importante: la generación de organización y celebración de acuerdos.
Antes del muy lamentable accidente de este 14 de febrero, el recorrido por el país real ya había implicado otros incidentes, como el asalto en Michoacán a reporteros que se habían rezagado de la caravana el 21 de enero pasado.
Hoy otro dolor se acumula entre los integrantes del CNI. La volcadura del vehículo en que se trasladaban representantes del Concejo Indígena en una zona desértica de Baja California Sur dejó como saldo irreparable la muerte de Eloísa Vega Castro, de la Red Sudcaliforniana de Apoyo al CIG, y en estado grave al concejal del pueblo cochimi, Francisco Grado. Marichuy resultó con fractura de brazo e inflamación de la cabeza. La concejala kumiai, Lucero Yslava Meza; Juana Villa Poblano, delegada comichi del CNI; Lorena Moreno Gómez, y Ramona Avilés Aviña presentan contusiones. Además, con lesiones leves Carlos González y Oscar Espino, de la coordinación del Concejo Indígena de Gobierno.
El CNI ha suspendido el recorrido de Marichuy, por respeto y solidaridad con la compañera muerta y los lesionados. Pero advierte que la organización y las actividades seguirán. La tormenta recrudece. Los pueblos indios la miran de frente.
Zósimo Camacho
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]

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