Pueblos indígenas, cada vez más amenazados por megaproyectos y militarización
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Autor:
Aseneth Hernández y Viridiana García
Los pueblos indígenas no tienen nada que celebrar este 12 de octubre, Día de la Raza. Las amenazas a su cultura y a su cosmovisión son cada vez mayores. Provienen, sobre todo, de los megaproyectos promovidos por el gobierno y las empresas, así como de la militarización del país; pero también del racismo que impera en la sociedad
A más de 500 años del descubrimiento de
América, los pueblos indígenas se siguen desenvolviendo en un contexto
de violencia, discriminación y violación a sus derechos humanos. El
problema, señalan expertos, es que aún no existe legislación que los
proteja y tampoco voluntad para reconocerlos como sujetos políticos con
derechos colectivos específicos que salvaguardan su forma de vida y
organización.
La antropóloga y doctora en ciencias sociales Alicia Castellanos Guerrero explica a Contralínea
que los pueblos originarios se encuentran en un momento “crítico”
porque están amenazados por diversos megaproyectos “que atentan contra
la continuidad y vida de éstos”, como el Proyecto Integral Morelos, el
Tren Maya y el corredor Transístmico; así como por obras carreteras,
desarrollos mineros, eólicos y un “sin número de proyectos de carácter
extractivista”.
En los destinos turísticos, agrega, hay
más desigualdad: “empleos, sí, pero precarios. Hay violencia, procesos
racistas y xenofóbicos, de exclusión, principalmente en Cancún y
Oaxaca”.
La especialista añade que los pueblos
también están pasando por un “proceso de militarización en sus
territorios”. Por ello, explica, es preocupante “cuando uno los escucha
describir qué es lo que está pasando en sus comunidades” con la llegada
de las Fuerzas Armadas.
Al respecto, ejemplifica con la Asamblea
de los Pueblos Indígenas en Defensa de la Tierra y el Territorio que se
realizó en el Istmo de Tehuantepec: ahí denunciaron que ellos están
viviendo la presencia de la fuerza como una forma de presión para que se
garantice que tendrá lugar la construcción del corredor industrial en
el Istmo, que promueven el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la
iniciativa privada.
Sin embargo, están decididos a defender
sus tierras y territorios porque consideran que muchos pueblos y
comunidades podrían desaparecer “como en otros tiempos en la historia”.
Para la doctora en ciencias sociales, es claro que hay “un proceso de
eliminación y prácticas genocidas”.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas y del Atlas de los pueblos indígenas, en
México existen 25 millones de personas que se reconocen como tales. De
éstos, 7 millones 382 mil son hablantes de alguna de las 69 lenguas
indígenas que aún perviven en el territorio nacional.
Las estadísticas oficiales indican que
hay 70 pueblos indígenas distribuidos en 29 de las 32 entidades de la
República Mexicana. El estado que más pueblos indígenas tiene es Oaxaca,
con 16; le sigue Chiapas, con 14; mientras que el tercer lugar lo
ocupan Veracruz y Campeche, con 11 cada uno.
Sin voz ni voto
En la historia de México, los pueblos
originarios han visto esquilmados constantemente sus derechos. Daniela
Gleizer Salzman, investigadora del Instituto de Investigaciones
Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, subraya que
aunque muchas comunidades indígenas se han pronunciado en contra de los
megaproyectos, no se ha respetado su opinión ni su derecho a la consulta
previa, libre e informada.
Ello, a pesar de que en el apartado A,
fracción V del Artículo 2 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos se “reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y
las comunidades indígenas […] a la autonomía para conservar, mejorar el
hábitat y preservar la integridad de sus tierras en los términos
establecidos en esta Constitución”.
Además, el apartado B del mismo Artículo
señala que “la federación, los estados y los municipios […]
establecerán las instituciones y determinarán las políticas necesarias
para garantizar la vigencia de los derechos de los indígenas, eliminar
cualquier práctica discriminatoria y el desarrollo integral de sus
pueblos y comunidades, las cuales deberán ser diseñadas y operadas
conjuntamente con ellos”.
Nancy Dávila Fisman, profesora de la
Universidad Autónoma Metropolitana y maestra en derecho, considera que
la consulta a los pueblos originarios es un tema central: en la mayoría
de las ocasiones se deja de lado y eso provoca que haya “violaciones
directas a los derechos humanos de los pueblos”.
A pesar de que existen algunos
instrumentos, como la Declaración de los Pueblos Indígenas y la
ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo, la académica considera necesaria la creación de
reglamentaciones adecuadas que aseguren la protección de sus derechos.
“Hace falta que exista una regulación
del artículo segundo constitucional. Estamos muy rebasados porque hay
cuestiones que se establecieron en la Constitución de 1917 y no existe
una ley indígena”, afirma.
También explica a Contralínea
que se debe reconocer a los indígenas como sujetos de derecho colectivo
con “presencia política, ya que son grupos organizados que no necesitan
tutela y pueden defender sus derechos colectivos, y no sólo como sujetos
de políticas públicas, aunque también están olvidados en ese sentido”.
Por su parte, el abogado y especialista
en investigación ambiental, Juan Ramón García, observa que la
legislación mexicana es carente en todos los aspectos que tengan que ver
con pueblos indígenas.
La promesa de AMLO
Como candidato a la Presidencia, López
Obrador prometió visibilizar a los pueblos originarios mediante la
creación de políticas públicas. Sin embargo, Juan Ramón García opina que
en lo que va del gobierno el único cambio que observa es en la parte
discursiva.
Lo que hacen “los políticos es que cada 3
o 6 años los toman como un recurso para hacer política, para verse
incluyentes, y cuando pasan las votaciones no cumplen. Únicamente los
van utilizando”.
La doctora Alicia Castellanos tampoco
observa cambios de fondo: hay continuidad “en los asuntos que conciernen
a los pueblos originarios, como los megaproyectos que se renuevan y se
intentan incluso introducir nuevos proyectos que puedan atentar contra
la vida de éstos y amenazar su continuidad”.
Al indígena se le toma de “estampa
anual”, no se le trata como sujeto político, señala la profesora Nancy
Dávila. En general, las anteriores administraciones buscado eliminar y
abusar como de estos colectivos”.
Y es que visibilizar a los pueblos
originarios no basta. Joel Vargas Domínguez, doctor en filosofía de la
ciencia e historiador de la ciencia de los alimentos, pone en duda que
el actual gobierno tenga las habilidades para resolver los problemas de
las comunidades; no obstante, indica: “por lo menos los está haciendo
más visibles simbólicamente”.
¿Deuda histórica o compromiso?
Para la académica Alicia Castellanos,
más que una deuda hacia los pueblos originarios, los mexicanos “tenemos
un compromiso como ciudadanos y hermanos, en el sentido de alzar la voz
para impedir que se continúe afectando y despojando sus tierras y
territorios”.
En ese contexto, dice, hay que luchar
contra el racismo que les afecta más a ellos en muchos contextos de su
vida cotidiana. “Ésta es la realidad que están viviendo los pueblos
originarios, es la realidad que está viviendo México en este siglo XXI”.
Desde el punto de vista del historiador
Joel Vargas Domínguez, es necesario reconocer y respetar que son sujetos
con una cultura e identidad distinta y por esa razón no se les deben
imponer proyectos desarrollistas que atenten contra su forma de vivir y
pensar.
Pero no sólo eso. Nancy Dávila indica
que es necesario reparar “todas aquellas afectaciones que se produjeron
por cuestiones de modernización”, como los despojos y las violaciones a
derechos humanos.
Finalmente el historiador Joel Vargas
observa que este 12 de octubre, Día de la Raza, no es una fecha para
celebrar: “es la conmemoración de un encuentro que fue difícil y que
causó una serie de consecuencias muy complicadas y complejas y que no
necesariamente fueron positivas para los pueblos de América”.
Aseneth Hernández/Viridiana GarcíaFuente
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