La mujer y la reforma energética
Hoy en México se tiene en la mesa de discusión el tema de la reforma constitucional en materia energética, cuya iniciativa ha sido enviada al Congreso de la Unión en septiembre de 2021 por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Uno de los objetivos de dicha reforma es la de recuperar la soberanía energética y la regulación del litio, mineral estratégico para el desarrollo del país. Se espera como resultado de esta reforma se concurra en un equilibrio en los precios, que las grandes empresas paguen lo que les corresponde y los hogares mexicanos tengan precios más justos.
Es importante ahora que se discute la reforma energética, se tenga en cuenta la voz de las mujeres para que se impacte en la reducción de la brecha de género, pues los proyectos energéticos constituyen parte de la vida cotidiana. Según el informe del Banco Mundial (2019) en su diagnóstico de Género en México, señala que uno de los elementos que incide en la existencia de brechas de género entre mujeres y hombres son las diferencias en el uso del tiempo. Las mujeres mexicanas ocupan de 9 a 12 horas más en labores de cuidado (de los hijos, adultos mayores y los enfermos) que los hombres y pasan de 17 a 26 horas, en labores del hogar, lo que no permite que las mujeres tengan tiempo para estudiar, tener un trabajo remunerado, consumar actividades recreativas, e incrustarse en el mercado de trabajo.
García-Ochoa investigador de El Colegio de la Frontera Norte, apunta que en México hay pobreza energética, y la define como la carencia de al menos uno de los servicios o bienes económicos que se consideran básicos para satisfacer “las necesidades humanas fundamentales”, como lo es la “iluminación, entretenimiento, calentamiento de agua, cocción de alimentos, refrigeración y confort térmico en la vivienda”, de acuerdo con su investigación halló que ésta afecta a 46 millones de personas que no tienen acceso a energéticos de calidad. Por otro lado, un comunicado de México Evalúa basado en datos del Inegi marca que, en México, 4.8 millones de hogares mexicanos consumen leña o carbón para calentar agua y alimentos y solo la cuarta parte de estos cuenta con chimenea o ducto para expulsar el humo, lo que implica que 3.6 millones de hogares viven con alto riesgo de intoxicación, situación que recae en los hogares con menos ingresos y está relacionada con enfermedades pulmonares por estar expuestos al humo de la leña
En este contexto deben existir mayores oportunidades y acceso a la energía encaminadas a buscar la igualdad de género, pues hasta ahora lo que se percibe es que, las oportunidades y obtención de la energía sigue siendo diferenciada y que va directamente relacionada al uso de combustibles y de la energía eléctrica con fines domésticos, lo que complica que las mujeres participen con mayor presencia en las actividades económicas primarias y secundarias, sin embargo, se incrustan en mayor medida en el sector terciario y esencialmente en el mercado informal, mientras que a los hombres se les registra en el sector energético en puestos directivos y como generadores de valor en las áreas de producción remunerando su trabajo.
Finalmente, no podemos soslayar que hay marcos internacionales como la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en los que se establecen objetivos y metas enfocados a mejorar la eficiencia y la disponibilidad energética y entre ellos poner fin a las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas. Se hace imperativo, que los gobiernos generen acciones para cumplir con las metas propuestas en los marcos nacionales e internacionales.
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