Estados Unidos y su disyuntiva energética

 

Estados Unidos

De las secuelas de la invasión de Rusia a Ucrania sobresale el incremento de los precios internacionales del petróleo y el gas

Guillermo Gutiérrez Nieto
Internacionalista y miembro del Servicio Exterior Mexicano
y desde 2018 forma parte de la delegación de México ante la OCDE

Las sanciones de Estados Unidos y Europa contra Rusia incluyeron el cese de las importaciones de petróleo y productos refinados provenientes de ese país, quebrantando los flujos de oferta y distribución y detonando un alza en su costo. Para contener el impacto económico de esa tendencia, Estados Unidos ha desarrollado una estrategia con resultados inmediatos en los precios, pero con repercusiones en su seguridad energética a largo plazo.

A finales de marzo, se comprometió con la Comisión Europea a reducir la dependencia de Europa de la energía rusa. Ambos actores reafirmaron su compromiso con la seguridad y la sostenibilidad energética, y con la aceleración de la transición hacia energías limpias. Así, crearon un grupo para establecer los parámetros de una cooperación; que conlleva un incremento en los volúmenes de gas natural licuado (GNL) proveniente de Estados Unidos; la reducción de los gases de efecto invernadero en las nuevas infraestructuras de GNL y en los gasoductos asociados; y el desarrollo de un entorno regulatorio favorable a la exportación de GNL y la construcción de infraestructura.

Este compromiso conjunto ha generado repercusiones inmediatas en Estados Unidos, en lo referente a autorizaciones de explotación en terrenos federales; permisos para desarrollar infraestructura en tierra y altamar, y licencias de exportación de GNL a países con los cuales no existen acuerdos de libre comercio. De esta manera, la Comisión Federal Reguladora de Energía expidió una nueva orientación política amplia para proyectos de gas natural; incluidas las terminales de GNL y los gasoductos necesarios para nuevas exportaciones a Europa.

Estrategia de EU

Por su parte, el Departamento de Energía ya ha autorizado a tres empresas realizar exportaciones de GNL a largo plazo: Cheniere Energy Sabine Pass, en Luisiana; y Corpus Christi, en Texas, las cuales diseñan todavía su logística de ingreso al mercado europeo; y Venture Global Calcasieu Pass, también en Luisiana, que envía LNG a Europa desde principios de marzo.

En el caso del petróleo, EU desarrolló durante marzo una estrategia conjunta con los integrantes de la Agencia Internacional de Energía (AIE); a fin de colocar 62 millones de barriles de crudo en el mercado. Adicionalmente, el 1 de abril anunció la colocación diaria de 1 millón de barriles de petróleo durante los próximos seis meses; es decir, 180 millones de barriles que serán extraídos de su Reserva Estratégica de Petróleo (SPR): 90 millones entre mayo y julio, y 90 más entre agosto y octubre.

Su estrategia es lograr un descenso en el precio del barril de crudo y comenzar a recomprar cuando el nivel llegue a los 80 dólares, lo cual -según expertos- motivará precios altos en el mercado mundial a mediano plazo. Se trataría de una acción pendular entre la creación de oferta inmediata para impactar precios; y un estímulo en la demanda futura que inevitablemente impactará los precios; además, la liberación de su SPR es un riesgo para su abastecimiento estratégico futuro, ya que, al concluir su compromiso, llegará a sus niveles de 1984, colocándolo en una situación de riesgo si la guerra se prolonga.

Un aliciente a este nebuloso proceder sucedió el 7 de abril, cuando la AIE logró un nuevo acuerdo para contribuir con 120 millones de barriles adicionales durante los próximos de seis meses, aun cuando de ese total Estados Unidos aportará la mitad.

Acciones impactarán a mercado global

Todas estas acciones seguramente amainarán las oscilaciones del mercado global de petróleo; pero se debe tener presente que en el mercado de sus derivados los efectos pueden ser más pernicioso; debido a la reorganización de los flujos de crudo hacia las refinerías. Desde hace varias semanas es evidente que la interrupción de las cadenas de suministro de esos bienes atiza los niveles de inflación en todo el mundo (7.5% en marzo en los países europeos) impactando la estabilidad económica de todos los países.

Otros aspectos que trastocan el modelo energético de Estados Unidos incluyen el rechazo de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos; para colocar en el mercado internacional barriles adicionales de crudo para acelerar su estabilidad. Esto luego de diversos factores. Primeramente, por el distanciamiento de Estados Unidos de estos países a raíz de sus acciones beligerantes contra Yemen. Asimismo, por la interrupción de la venta de equipo armado estadounidense a esos países; y por el curso de las negociaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el tema nuclear.

El resultado en el mercado mundial es evidente y tiende a agravarse con el reciente señalamiento de Arabia Saudita respecto a dejar considerar a la AIE como el principal proveedor internacional de datos e informes energéticos y, en cambio, considerar a la OPEP como el principal referente.

Ante estas realidades, es evidente que las decisiones en materia de energía en Estados Unidos involucran numerosos factores cuya conjugación evidencia riesgo más que oportunidad. Es cierto que este país puede estimular la inversión, la exploración y la innovación a fin de conservar su rol de actor preponderante en el mercado mundial de energéticos; empero su comportamiento trasluce más una gestión de crisis que una prevención de ésta.

Es cierto que su comportamiento actual en los frentes interno e internacional contiene una crisis mayor, pero su liderazgo energético deja al margen un objetivo superior: evitar las crisis, dando forma a los acontecimientos en lugar de reaccionar ante ellos.

 

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