Guerra a los bancos. Prohibido hipotecarse
Jaime Richart (especial para ARGENPRESS.info)
El ex futbolista Cantona propuso hace poco retirar los fondos de los bancos para destruir o debilitar el sistema. No sé qué efectos habrá tenido esa propuesta pintoresca venida de un millonario como es él, pero me sospecho que la cosa no ha pasado de la anécdota. A fin de cuentas los que tienen buenos depósitos en los bancos no suelen ser precisamente muy antisistema.
Para hacerse antisistema de verdad hay que proceder de otra manera respecto a la banca: puesto que la cuenta bancaria se ha hecho inevitable en el sistema tanto para percibir nóminas, pensiones o subsidios como para hacer tres pagos esenciales: la luz, el agua y eventualmente el alquiler del nido, limitemos el uso de la cuenta exclusivamente a estas operaciones de debe y haber. Pues todo lo demás es prescindible y no precisa domiciliarse en la cuenta abierta en el banco. Así es que negándonos a domiciliar recibos que no sean los implacables; negándonos a solicitar créditos y a aceptar los que se nos puedan ofrecer (a veces pasa eso), el daño a la banca y al sistema está asegurado.
Es decir, en la medida de lo posible lo que hay que hacer es evitar en todo a los bancos. Pero no retirando fondos, pues la inmensa mayoría o no los tiene o son irrisorios. Eso de proponer la retirada de fondos es pura extravagancia. La trampa nos la tienden incitándonos a endeudarnos. Endeudarnos es la descomunal torpeza que ha traído esta situación económica al mundo y al país. Endeudándonos se mete en la cárcel (aunque sólo sea la psicológica) el ciudadano honrado y con escasos recursos que valora la libertad personal como el bien más preciado del mundo. Y la principal causa de endeudamiento es la hipoteca...
La construcción ha generado durante años en España cifras siderales de beneficios para unos cuantos que pueden contarse por miles o por centenares de miles. Todos expertos en extraer el máximo jugo a la sociedad sin poner de su parte más que verborrea. Pero ha llegado la hora de la verdad, la hora del balance. Y la construcción, el ladrillo y todo cuanto tiene que ver con ellos ha terminado desencadenando en España una crisis sin precedentes que lleva camino de ser irreversible y está dejando en la miseria material y moral a una gran parte de la sociedad.
Habida cuenta la situación, la única manera de defenderse de este vil sistema, del dinero y de los bancos es rehuir en la medida de lo posible a estos. (Algo así habrá que inventar para impedir que se apoderen de nosotros las operadoras telefónicas). En este país sólo prosperan unos cuantos que siguen una especie de secuencia en los sectores productivos. Y dentro del juego explotador que el capitalismo organiza para extorsionar a quienes ni tienen dinero ni lo tendrán, es la hipoteca inmobiliaria. El vencimiento de los plazos es tan cierto como la muerte, pero el dinero para pagarlos es tan incierto como la lluvia en la estación seca.
Asi pues, si aprendemos a vivir sin tratar de ser dueños del techo en que vivimos, estaremos salvados. Si rápidamente la gente va renunciando a hacerse pírrico "propietario", el mercado inmobiliario no tendrá más remedio que hundirse más de lo hundido que ya está, o recurrir masivamente a la solución arrendaticia. El arrendamiento, además, irá siendo cada vez más barato.
No quedan más paraísos que los virtuales y los fiscales. Los reales los han destrozado el papel moneda, el dinero crediticio, las finanzas, el petróleo, el ladrillo, y el cemento: en suma, la ambición, la desmesura y al final la estupidez. Pero quedan algunas soluciones. Y una de ellas es que, para vivir en paz y al mismo tiempo acabar con este sistema antes de que el sistema arruine al mundo, no es preciso retirar los fondos (que no tenemos) de los bancos, como propuso Cantona. Bastará resistirse como gato panza arriba a contraer el más mínimo crédito, obligar a que pasen por encima de nuestro cadáver antes de firmar una hipoteca, evitar la domiciliación de recibos… y alquilar.
Si hacemos así tumultuariamente, la banca y el sistema recibirán el tiro de gracia y se obligarán a adecuar el mundo a las coordenadas que el mundo viene exigiendo desde hace mucho tiempo.
POSTDATA
Yo vivo con mi esposa desde hace tres años en un municipio del noroeste peninsular. Alquilé un piso a una empresa S.L. La vivienda tiene tres dormitorios, salón, dos baños, cocina y trastero y maravillosas vistas a la ría. Ah, y plaza de garaje. Pago una renta de 350 euros. Si añadimos los 50 euros de luz y los 20 de agua al mes, y 12 euros al año por tasa de basura (no pago gastos de comunidad), por 400 euros puedo vivir, y vivir magnificamente rodeado de belleza.
Cuento con una pensión más alta, pero me entreno todos los días para adaptarme lo más posible a esos 462 euros que el gobierno va a retirar a casi un millón de ciudadanos desempleados. Y del entrenamiento forma parte el alimentarme de los frutos que este bello y fértil país gallego ofrenda al paseante en sus parajes extraordinarios. Estoy a un paso de la Edad de Oro cervantina: “donde a nadie le es necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas que liberalmente nos están convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas nos ofrecen”…
Imítenme quienes puedan: verán cómo la vida se les hace más amable, y al capitalismo como algo putrefacto que no les queda cerca…
Fuente
El ex futbolista Cantona propuso hace poco retirar los fondos de los bancos para destruir o debilitar el sistema. No sé qué efectos habrá tenido esa propuesta pintoresca venida de un millonario como es él, pero me sospecho que la cosa no ha pasado de la anécdota. A fin de cuentas los que tienen buenos depósitos en los bancos no suelen ser precisamente muy antisistema.
Para hacerse antisistema de verdad hay que proceder de otra manera respecto a la banca: puesto que la cuenta bancaria se ha hecho inevitable en el sistema tanto para percibir nóminas, pensiones o subsidios como para hacer tres pagos esenciales: la luz, el agua y eventualmente el alquiler del nido, limitemos el uso de la cuenta exclusivamente a estas operaciones de debe y haber. Pues todo lo demás es prescindible y no precisa domiciliarse en la cuenta abierta en el banco. Así es que negándonos a domiciliar recibos que no sean los implacables; negándonos a solicitar créditos y a aceptar los que se nos puedan ofrecer (a veces pasa eso), el daño a la banca y al sistema está asegurado.
Es decir, en la medida de lo posible lo que hay que hacer es evitar en todo a los bancos. Pero no retirando fondos, pues la inmensa mayoría o no los tiene o son irrisorios. Eso de proponer la retirada de fondos es pura extravagancia. La trampa nos la tienden incitándonos a endeudarnos. Endeudarnos es la descomunal torpeza que ha traído esta situación económica al mundo y al país. Endeudándonos se mete en la cárcel (aunque sólo sea la psicológica) el ciudadano honrado y con escasos recursos que valora la libertad personal como el bien más preciado del mundo. Y la principal causa de endeudamiento es la hipoteca...
La construcción ha generado durante años en España cifras siderales de beneficios para unos cuantos que pueden contarse por miles o por centenares de miles. Todos expertos en extraer el máximo jugo a la sociedad sin poner de su parte más que verborrea. Pero ha llegado la hora de la verdad, la hora del balance. Y la construcción, el ladrillo y todo cuanto tiene que ver con ellos ha terminado desencadenando en España una crisis sin precedentes que lleva camino de ser irreversible y está dejando en la miseria material y moral a una gran parte de la sociedad.
Habida cuenta la situación, la única manera de defenderse de este vil sistema, del dinero y de los bancos es rehuir en la medida de lo posible a estos. (Algo así habrá que inventar para impedir que se apoderen de nosotros las operadoras telefónicas). En este país sólo prosperan unos cuantos que siguen una especie de secuencia en los sectores productivos. Y dentro del juego explotador que el capitalismo organiza para extorsionar a quienes ni tienen dinero ni lo tendrán, es la hipoteca inmobiliaria. El vencimiento de los plazos es tan cierto como la muerte, pero el dinero para pagarlos es tan incierto como la lluvia en la estación seca.
Asi pues, si aprendemos a vivir sin tratar de ser dueños del techo en que vivimos, estaremos salvados. Si rápidamente la gente va renunciando a hacerse pírrico "propietario", el mercado inmobiliario no tendrá más remedio que hundirse más de lo hundido que ya está, o recurrir masivamente a la solución arrendaticia. El arrendamiento, además, irá siendo cada vez más barato.
No quedan más paraísos que los virtuales y los fiscales. Los reales los han destrozado el papel moneda, el dinero crediticio, las finanzas, el petróleo, el ladrillo, y el cemento: en suma, la ambición, la desmesura y al final la estupidez. Pero quedan algunas soluciones. Y una de ellas es que, para vivir en paz y al mismo tiempo acabar con este sistema antes de que el sistema arruine al mundo, no es preciso retirar los fondos (que no tenemos) de los bancos, como propuso Cantona. Bastará resistirse como gato panza arriba a contraer el más mínimo crédito, obligar a que pasen por encima de nuestro cadáver antes de firmar una hipoteca, evitar la domiciliación de recibos… y alquilar.
Si hacemos así tumultuariamente, la banca y el sistema recibirán el tiro de gracia y se obligarán a adecuar el mundo a las coordenadas que el mundo viene exigiendo desde hace mucho tiempo.
POSTDATA
Yo vivo con mi esposa desde hace tres años en un municipio del noroeste peninsular. Alquilé un piso a una empresa S.L. La vivienda tiene tres dormitorios, salón, dos baños, cocina y trastero y maravillosas vistas a la ría. Ah, y plaza de garaje. Pago una renta de 350 euros. Si añadimos los 50 euros de luz y los 20 de agua al mes, y 12 euros al año por tasa de basura (no pago gastos de comunidad), por 400 euros puedo vivir, y vivir magnificamente rodeado de belleza.
Cuento con una pensión más alta, pero me entreno todos los días para adaptarme lo más posible a esos 462 euros que el gobierno va a retirar a casi un millón de ciudadanos desempleados. Y del entrenamiento forma parte el alimentarme de los frutos que este bello y fértil país gallego ofrenda al paseante en sus parajes extraordinarios. Estoy a un paso de la Edad de Oro cervantina: “donde a nadie le es necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas que liberalmente nos están convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas nos ofrecen”…
Imítenme quienes puedan: verán cómo la vida se les hace más amable, y al capitalismo como algo putrefacto que no les queda cerca…
Fuente
Comentarios