Beatriz Rivas ubica "el auge de la prepotencia" con López Portillo

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Beatriz Rivas, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto Guillermo Sologuren
Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
Jueves 21 de febrero de 2013, p. 4
¿Cuándo comenzó a profundizarse la brutal brecha social que hoy separa a ricos y pobres en México? La escritora Beatriz Rivas ubica ese momento en el sexenio de José López Portillo, cuando se dio el auge de lo desmedido, la prepotencia llevada a niveles absurdos y surreales.

Entre anécdotas verídicas, como aquella en la que en una opulenta fiesta la atracción principal fue lanzar a la alberca a un oso panda bebé, en su novela Distancia (editada por Planeta) se entrelaza también una historia de amor, pretexto para plasmar no sólo las desigualdades económicas, sino para hacer una puntual descripción de los desplantes y delirios de grandeza de quienes entre 1976 y 1982 tenían el poder en el país.

La historia que da vida a la novela de Rivas se comenzó a fraguar un día que la autora viajaba en el Metro y observó un par de manos que se detenían de los tubos del tren: una pertenecía a un hombre muy elegante, con ropa de marca, parecía extranjero, la otra, era de un señor de condición humilde, imaginé que era un obrero, de dedos callosos. En ese momento tuve claro que el problema de este país son las enormes distancia sociales. Imaginé a esos dos personajes platicando en un café acerca de México y que quizá no tendrían nada que decirse, pues pertene-cían a mundos distintos, con otra educación, otra cultura, otros intereses, con formas de ver su entorno, diametralmente opuestas, lo cual les haría difícil caminar hacia el mismo rumbo.

Enormes diferencias sociales

En entrevista con La Jornada, Rivas explica: “Quise escribir un libro que de alguna manera retratara esa distancia entre dos Méxicos. Ubiqué el relato en el sexenio de López Portillo porque fue en el que se notaban más las diferencias sociales. Por ejemplo, entonces eran difíciles las importaciones de algunos productos, si veías a alguien con un auto Mercedes Benz significaba que lo había traído de Alemania, pagando los permisos que eran carísimos. No se vendía champaña, casi no había perfumes importados, y los ricos andaban luciendo sus Rolex.

“Es decir, a las personas con dinero les gustaba presumirlo mucho más, y había más impunidad. Fue la época en que los juniors cerraban Periférico para hacer carreras en sus coches. En mi escuela iba la novia del hijo de Arturo Durazo (jefe de la policía capitalina durante la administración de López Portillo), y cuando el joven llegaba por ella, siempre en un auto diferente, a veces un Ferrari, iba con un gran desplante de guaruras.

“Si bien sigue habiendo millones de mexicanos en la miseria y tenemos en el país al hombre más rico del mundo, esa ostentación, antes burda, es hoy menos visible. Quienes saben más de política y economía dicen quien realmente pavimentó el camino para que el PRI saliera del poder fue José López Portillo, porque él provocó la ruptura entre empresarios y gobierno, al estatizar la banca.

A los empresarios, que ha-bían trabajado de la mano del gobierno, se les cayó la confianza en los políticos, se apartaron, hicieron su propio gremio, pensando que en cualquier momento les podía volver a meter la zancadilla algún gobernante. Es entonces que el PAN adquirió fuerza.

Egoísmo y falta de solidaridad

Beatriz Rivas describe en su novela la forma en que funcionarios se arrodillan para no perder su empleo, las prácticas de los burócratas corruptos, los modus operandi de los delincuentes protegidos por los defensores de la ley o las extravagancias de la primera dama.

La excusa para narrar todo lo anterior es un romance entre un pianista, sobrino de un acaudalado farmacéutico, y una recamarera de un hotel de Paseo de la Reforma.

“Todas las anécdotas de esa época son reales, todos los excesos. Hice una amplia investigación, además de entrevistas, por ejemplo con el hijo de López Portillo. No dudo que algunas prácticas sigan en los actuales círculos de poder, pero ellos son más discretos, no menos terribles.

“Sigue pasando lo mismo porque quizá estamos todos adormilados, no podemos echarle la culpa sólo al gobierno o a los empresarios, sería muy fácil. Por eso en Distancia nadie es bueno o totalmente malo. Hay abusivos en los dos ámbitos, pero así somos todos.

“Los mexicanos somos profundamente egoístas, nos gusta estar bien de la puerta para adentro, y si en nuestra casa todo funciona no nos importa que afuera se estén muriendo. No tenemos solidaridad.

A quienes están arriba les conviene eso, que siga habiendo personas pobres. Es horroroso decirlo, pero es cierto: no les interesa subsanar esa brutal distancia social que existe en México, concluye la escritora.

La novela Distancia, de Beatriz Rivas, será presentada el domingo 2 de marzo a las 16 horas en el contexto de la edición 34 de la Feria Internacional del Libro de Palacio de Minería, que comenzó ayer en ese recinto de la Universidad Nacional Autónoma de México. Participan Benito Taibo y Anamari Gomís.

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