El ebrio y el charolero, dos versiones del primitivismo en el PRI
Jorge Emilio González Martinez, senador del PRI-PVEM.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
El expediente de complicidades, prepotencia y frivolidad de González Martínez es voluminoso: A él se debe, no se olvide, la impunidad de uno de los priistas más corruptos de México, Roberto Madrazo, quien libró el juicio político en 1998 gracias a que el “Ñiño verde” –entonces diputado– lo impidió con su voto.
De Rangel Espinosa poco se sabe, pero también lo acompaña la impunidad: Hace unos años, siendo diputado también, se solicitó su desafuero por disparar armas de fuego en una juerga, en Guadalajara, Jalisco. Nada pasó, porque su protegido es Emilio Chuayffet, entonces coordinador de los diputados priistas y hoy secretario de Educación.
Un dato para dimensionar el caso: Rangel es nada menos que el actual presidente de la Comisión Jurisdiccional, encargada de integrar la Sección Instructora que despoja del fuero a los legisladores que violan la Constitución y la ley.
Sobre el cacique del Partido Verde –quien con la actual senaduría sumará 21 años como legislador–, debe celebrarse que no quedó por completo impune por conducir ebrio su Mercedes Benz –auto del poder, por lo visto– y tuvo que pasar al menos seis horas en El Torito, eso sí resguardado por sus guaruras.
La personalidad de González Martínez garantiza que no será la última vez que protagonice un escándalo, más ahora que el PRI –del que es rémora– regresó a la Presidencia de la República, pero del que se sabe poco es de Rangel Espinosa, quien reaccionó con amenazas al panista Juan Pablo Adame por haber exhibido su automóvil ostentando una gigantesca charola de diputado federal.
Dos veces alcalde de San José del Rincón, un municipio colindante con Michoacán creado en 2001, Rangel es diputado del distrito con cabecera en Atlacomulco, donde nació Peña Nieto y que da nombre al grupo político priista que encarnó Carlos Hank González, cuya principal enseñanza es que “un político pobre es un pobre político”.
Se trata del político más cercano a Chuayffet, secretario de Educación, con quien ha trabajado desde que éste fundó el Instituto Federal Electoral (IFE) y luego fue el coordinador de su campaña por la gubernatura del Estado de México, donde fue director del DIF.
Pero el episodio que revela su talante político ocurrió en Guadalajara, Jalisco, en octubre de 2003, recién electo diputado federal, por hechos que protagonizó tras un jaripeo, y por lo que se solicitó dos años después, en 2005, su desafuero para que fuera procesado por portación de armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.
El columnista Salvador García Soto publicó, en El Universal, detalles del caso, en su entrega del 8 de mayo de 2006.
“En un jaripeo celebrado en las afueras de la capital jalisciense, el congresista se puso tan contento que al salir de la charreada, a bordo de su camioneta, sacó su pistola y disparó al aire en varias ocasiones; sus amigos, igual de entonados que él, le celebraban el desplante, mientras los asistentes que salían del acto huían despavoridos.
“Una patrulla municipal que se encontraba en el lugar observó la escena del alegre diputado y le dio alcance a la camioneta a la que ordenó detenerse. José Rangel escondió las armas y de inmediato sacó su charola de diputado federal para tratar de espantar a los policías. No le sirvió de mucho, los policías lo remitieron al Ministerio Público donde, al ser interrogado, negó los hechos, pero en la revisión, los agente le encontraron un arma metida en una de las botas que calzaba y otras dos pistolas debajo del asiento de su camioneta.
“Al legislador no le quedó más que reconocer que las armas eran suyas y aseguro que tenía permiso para portarlas por ser diputado federal. En las investigaciones resultó que ni la XV Zona Militar con sede en Jalisco lo tenía registrado en su lista de permisos, ni la Cámara de Diputados aceptaba que sus integrantes estuvieran autorizados a portar armas de fuego.
“En agosto del 2005, al diputado José Rangel le giraron orden de aprehensión por los delitos de uso ilegal de arma de fuego y portación de armas sin permiso de la Defensa. Para diciembre de ese año, llegó a la Cámara de Diputados una solicitud en la que la Procuraduría jalisciense pide juicio de procedencia contra el armado y pendenciero legislador, para poder actuar penalmente en su contra.”
Pero la legislatura terminó y Rangel quedó impune, gracias a Chuayffet, quien fue un tenaz promotor del desafuero de Andrés Manuel López Obrador.
Comparó García Soto: “Sólo que mientras en el proceso para desaforar a López Obrador, en abril del 2005, Chuayffet fue un operador principal para que avanzara aquel proceso con celeridad, ahora don Emilio juega un rol contrario y no sólo ha retrasado, sino que ‘congeló’ la solicitud para proteger a su amigo José Rangel Espinosa.”
Ahora, tras ser exhibido, Rangel alega que el auto es de su hijo discapacitado, que no trae placas porque es de colección y no circula, pero usa la Cámara de Diputados de cochera, porque no cabe en su casa y ahí lo dejará: “Mientras esté en la Cámara sí, ya después tendré que buscar otro lugar o cambiarme de casa”.
Este es el PRI…
Apuntes
Es preciso no perder de vista lo que publicó el exdiputado Manuel Clouthier Carrillo en su colaboración de El Universal, el viernes 15: Contó que, en 1998, el entonces gobernador de Sinaloa, Juan Millán Lizárraga, le preguntó su opinión sobre crear “escuadrones de la muerte”, que él rechazó. Luego narró los innumerables asesinatos cometidos presuntamente desde el poder. Y al final dice que un emisario, “compadre” de ese político, lo conminó a bajarle “de huevos”: “Hoy lo que me queda claro es que yo sigo siendo uno de los disidentes de Sinaloa, que hay indicios de que persisten los escuadrones de la muerte, y que estos crímenes permanecen impunes”. Cuidado.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: y @alvaro_delgado
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