11 de octubre: cruento golpe de Estado
El último grado de perversidad
es hacer servir las leyes para la injusticia
Voltaire
El 11 de octubre de 2009 se convirtió en una fecha que ha quedado inscrita en el memorial contemporáneo de nuestro país como el día en que un gobierno utilizó toda su fuerza policiaca y militar para despojar de su fuente de trabajo, con la intimidación y las armas, a 44 mil trabajadores bajo un escenario propio de un golpe de Estado.
A 4 años de la infamia, aún parece una
malsana pesadilla lo sucedido en una nación que hace alarde de
pertenecer a los países defensores de la democracia en el mundo; a la
fecha, los ejecutores de la cobarde agresión se niegan a aceptar su
irresponsable acción, que además de contribuir al desmantelamiento de la
industria eléctrica en la zona centro del país con el cierre de Luz y
Fuerza del Centro, dejó en la indefinición jurídica a 22 mil jubilados,
pertenecientes al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Si regresamos un poco la película,
recordaremos claramente las secuencias mostradas por los medios cuando
los electricistas del SME eran sacados a punta de fusil de sus centros
de trabajo cual si fueran criminales de la peor ralea y no trabajadores,
cuyo único “delito” era ganar honradamente el sustento de sus familias.
Para consumar su fechoría, y como sucedió
en la Alemania nazi de Hitler, cuando su perverso ministro de
Propaganda, Joseph Goebbels, manipulaba a los medios para justificar las
atrocidades del führer, Felipe Calderón inició una criminal
campaña de linchamiento mediático en contra de la lucha de resistencia
de los trabajadores del SME que rechazaron su liquidación. Millonarios
recursos públicos fueron destinados para tal fin, utilizando a medios
como Televisa, Tv Azteca, radiodifusoras y medios escritos como Milenio que,
lejos de cuestionar el empleo del inusitado despliegue policiaco y
militar, se sumaron a las directrices de descalificación previamente
dictadas por el gobierno federal.
En el libreto de la estrategia se
ponderó “el bien de la nación” como corolario del atropello. Nunca se
demostraron los temerarios argumentos con que se “justificó” la
fenomenal injusticia, entre los que destacaron: el “gravoso” contrato
colectivo del Sindicato Mexicano de Electricistas, la “imperiosa”
necesidad de mejorar el servicio y bajar las tarifas para impulsar la
economía en el centro del país y crear más empleos.
A pie juntillas, los jilgueros de
los monopolios informativos aprendieron la manipuladora tonada con la
que se dedicaron a soterrar los argumentos del SME, que explicaban a
detalle las encubiertas razones de fondo para extinguir a Luz y Fuerza
del Centro, y de paso acabar con una organización independiente que
desde hacía más de 1 década venía alertando sobre las intenciones de los
gobiernos neoliberales por privatizar los recursos energéticos del
país.
Como sucedió en los años de gloria y
poder totalitario del Tercer Reich, en México no hubo en los medios más
verdad que la emanada del Estado, al grado de calificar a las conquistas
laborales (logradas luego de décadas de trabajo y esfuerzo por los
agremiados del SME) como “privilegios” de un alto costo a las finanzas
públicas. Y así como Calderón y sus funcionarios cercenaron de tajo el
concepto del diálogo en su diccionario oficial, también los
medios olvidaron el derecho de réplica para el agredido Sindicato. Nunca
el fascista gobierno calderonista aceptó un debate de cara a la nación
para aseverar la validez de sus argumentos. Deliberadamente se mintió al
país sobre los trasfondos de una política neoliberal, que sólo ha
beneficiado a las empresas trasnacionales en perjuicio de la sociedad.
Es por eso que a 4 años el urdido montaje
se ha desmoronado: hoy, millones de mexicanos están plenamente
convencidos del engaño al que fueron sometidos cuando se les prometió
que mejoraría el servicio y bajarían las tarifas. Los abusos cometidos
en el cobro de sus recibos y la multiplicación de las fallas registradas
tras la extinción de la compañía Luz y Fuerza del Centro, no sólo en la
antes zona de trabajo del SME, sino en todo el país, han unificado el
descontento social a través de la Asamblea Nacional de Usuarios de la
Energía Eléctrica, que en el territorio nacional ha registrado más de 6
millones de “recibos locos” que han afectado la economía de igual número de hogares, la mayoría de personas de escasos recursos.
La lucha sostenida por los trabajadores
en resistencia del SME, junto con sus compañeros jubilados, ha sacado a
flote la censurable complicidad con que han operado esta agresión
sistemática tanto el Poder Ejecutivo, como el Legislativo y el Judicial;
todos ellos, piezas de un Estado que ha abandonado su compromiso con
los intereses de la nación y con la defensa de los derechos laborales de
la clase trabajadora.
Hoy, todo el país sabe que los agremiados
del SME no fueron los responsables del cierre de Luz y Fuerza, y menos
cree en el fabricado artilugio de la “clase mundial” de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) que le vendió a todo México el gobierno de
Calderón; de hecho, en la corrupción de sus exdirectivos subyace buena
parte de la responsabilidad de las constantes fallas en el servicio en
la zona centro del país, pues sin mediar licitación alguna, funcionarios
–como el procesado Néstor Moreno Díaz– entregaron a contratistas
privados la materia de trabajo de los 44 mil electricistas despedidos.
Pero en el pecado llevaron la penitencia, pues su personal
ha demostrado no estar capacitado para manejar los sistemas de
operación; además, con el desmantelamiento que se ha venido haciendo de
la red de cobre en la mediana y baja tensión, sustituyéndola por
cableado de aluminio, que es mal conductor de electricidad, se ha
demeritado aún más la calidad en el servicio.
A esta denigrante acción se han prestado,
de manera cómplice, los integrantes del Sindicato Único de Trabajadores
Electricistas de la República Mexicana, el sindicato charro de
filiación cetemista (de la Confederación de Trabajadores de México) que
ha adoptado un denigrante papel de esquirol al violentar el convenio de
delimitación de zonas firmado con el SME y elevado a laudo en 1985, en
el que quedaron definidas las áreas correspondientes a la materia de
trabajo de cada organización. Sus miembros y dirigentes han pasado por
alto sus propios compromisos sumándose a la pésima labor de los
contratistas de la CFE. De acuerdo con lo establecido en las leyes
correspondientes, deben abandonar la zona y materia de trabajo que por
derecho es del SME desde hace 99 años, si algo de dignidad, conciencia
de clase y respeto a sí mismos les queda.
A la luz de los recientes
acontecimientos, lejos de que el artero golpe perpetrado contra el SME
aquel aciago 11 de octubre de 2009 haya minado la convicción de sus
miembros, su lucha se ha renovado porque existe la franca convicción,
como en muchos millones de mexicanos, de que debemos unirnos a una voz
en la defensa de nuestro derechos laborales para recobrar nuestro
empleo; pero de igual forma salvaguardar, al lado de organizaciones
sociales como la Asamblea Nacional de Usuarios, nuestros recursos
energéticos que son y deben ser propiedad de la nación, en contra de las
pretensiones neoliberales de entregarlos, con moño y celofán incluidos, a las firmas privadas tanto del país como multinacionales.
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
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