Los trabajadores de México, sin voz ante la OIT
CONTRALÍNEA
Secuestrados desde hace décadas por la
Confederación de Trabajadores de México, la voz y los legítimos reclamos
de millones de trabajadores mexicanos siguen sin escucharse en el seno
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra, Suiza,
donde este año se celebró su Conferencia 103 a la que asistieron
representantes de sus 185 Estados miembros, enlistando como su tema
central el reto de “Construir un futuro con trabajo decente” en el
mundo.
En esta ocasión, y casi con estruendoso
triunfalismo, a través de las secretarías del Trabajo y Previsión Social
y de Relaciones Exteriores, las autoridades festejaron que México fuera
electo como miembro titular del Consejo de Administración de la OIT
para el periodo 2014-2017. En un comunicado, señalaron que la elección
para ocupar tal sitio en el importante órgano de decisión permitirá
fortalecer la presencia del país en el ámbito laboral internacional y
contar con mayor injerencia al interior del principal foro en la
materia.
Tal distinción podría ser loable siempre y
cuando los personajes a ejercer tal representación tuvieran realmente
un compromiso con las luchas y demandas del sindicalismo independiente y
no fueran simples testaferros de la clase política, empresarial y el
decadente sindicalismo corporativo que en los foros internacionales han
maquillado la cruenta realidad que enfrentan los trabajadores de México.
El festejo oficial se debe a que tendrán un sitio de primera fila
en la OIT desde el cual puedan seguir manipulando a la opinión pública
internacional mediante la exaltación de su inexistente justicia laboral.
Debe mencionarse por ello que la tesis
principal debatida en la conferencia internacional no pudo ser más
exacta para mostrar los exabruptos vertidos por los integrantes de la
delegación mexicana, que en el foro mundial se atrevieron a comentar que
el problema de la falta de empleos en el país es por culpa de los
millones de mexicanos que trabajan en la informalidad, como si nuestra
economía y ahora sus reformas estructurales generaran realmente puestos
de trabajo estables, de calidad y bien remunerados, para alejar a
millones de cesantes de la única opción que tienen para no morir de
hambre: la informalidad.
Ni siquiera está a debate que la comisión
mexicana que viajó a Ginebra no representa en lo absoluto ni la
realidad ni el sentir de la clase obrera a la que todavía hace 1 década
los políticos panistas que arribaron al poder le prometieron sacarla de
la pobreza mediante la changarrización, y librar a los candidatos
a braceros de la “vergüenza” de irse de jardineros a Estados Unidos,
desempeñando labores sólo aceptadas por “los negros”, como lo externó en su momento el expresidente Vicente Fox.
En el contexto mundial, donde las
políticas neoliberales atentan hasta la saciedad contra el nivel de vida
y los derechos laborales de millones de personas, resulta asunto de
cínicos culpar, en un foro de tal relevancia, a los trabajadores que
subsisten en la informalidad por la ineptitud de los gobiernos para
fomentar un desarrollo económico que permita la creación de empleos bien
remunerados. La preocupación de los miembros de la OIT, al respecto, es
manifiesta, pues otro de los temas relevantes analizados en el
encuentro fue el planteamiento: “¿Cómo mejorar las condiciones de
trabajo y eliminar la explotación y la esclavitud modernas?”
Los representantes nacionales no
mencionaron en Ginebra, por ejemplo, la enfermiza intención del gobierno
mexicano para que todos los trabajadores informales se den de alta
como contribuyentes para pagar impuestos; mermando aún más sus
raquíticos ingresos como el resto de los asalariados, que son, de
acuerdo con los estudios de la OIT, víctimas de explotación y moderna
esclavitud gracias a reformas que, como la laboral, los han dejado en el
desamparo jurídico, depauperando su mano de obra y negándoles el acceso
a la seguridad social. En México, las reformas estructurales de “gran
calado” que deberán llevarnos al primer mundo, se echarán a andar sobre las espaldas de trabajadores pagados como de cuarta categoría, en vías de ser esclavizados.
Según las jubilosas declaraciones de
funcionarios como el titular del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida,
durante su participación en el órgano rector de la OIT, México buscará
en conjunto con el resto de los países electos soluciones a la atención
del sector informal y a la transición de la economía informal a la
formal. Sin pudor alguno, la parte oficial estableció que pondrá énfasis
en la importancia de la promoción del trabajo decente como medio para
erradicar la pobreza y asegurar la protección social para todos los
trabajadores, entre otros aspectos.
La pregunta que debemos hacerle a gente
como Jorge de Regil Gómez, el eternizado representante de los
empleadores de México ante la OIT y abogado patronal de Grupo Azucarero
México, Industrial Minera México, Aeroméxico y McDonald’s, entre otras
empresas; así como a Salvador Medina Torres, representante no de la
clase trabajadora del país sino de la cúpula cetemista, en donde se
desempeña como secretario de Relaciones, es cómo piensan revertir el
grave problema del desempleo y el avasallante retroceso en las
conquistas laborales si insisten en la defensa de la reforma laboral y
las aciagas secuelas de su charrismo sindical.
Un ejemplo inobjetable son las
modificaciones atentatorias al contrato colectivo de los trabajadores
del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República
Mexicana (SUTERM), aceptadas dócilmente por su líder Víctor Fuentes del
Villar –quien es uno de los secretarios sustitutos de la CTM–, en
vísperas de la aprobación de las leyes secundarias de la reforma
energética que, entre otras violaciones, permitirán a la empresa
efectuar despidos a sus agremiados, sin penalización, o separarlos de su
trabajo a petición de su dirigencia; es decir, buscarán minimizar las
inconformidades venideras al adecuar y reducir, al capricho de los
futuros patrones, los derechos laborales ganados en el pasado.
¿Es con estas traiciones a sus agremiados
como los cetemistas piensan erradicar la pobreza y asegurar la
protección social? ¿Qué entienden los representantes ante la OIT por
“empleo decente”?
Su papel en Ginebra fue el eternizado
encubrimiento de siempre: en la 103 Conferencia no se dio resolución
alguna sobre los incumplimientos a los convenios 87, sobre la libertad
sindical y el derecho de sindicación; y el 98, referente a la
negociación colectiva, por parte del gobierno mexicano. La
representación cetemista, que por décadas ha acallado sistemáticamente
en el seno de la OIT los reclamos de justicia de los verdaderos
trabajadores del país, es aún fiel intérprete de los intereses de la
clase empresarial y de la política neoliberal que está desmantelando los
derechos de los trabajadores. El charrismo cetemista negoció a espaldas
de la clase trabajadora, con panistas y priístas, la aprobación de la
reforma laboral en el Congreso de la Unión y ha guardado silencio en las
juntas federales y locales de Conciliación y Arbitraje ante el
aniquilamiento de los derechos de miles de trabajadores.
Su silencio cómplice se ha hecho
extensivo a los retrocesos laborales planteados en las leyes secundarias
de la reforma energética que pretenden eximir del pago de prestaciones,
como el reparto de utilidades, a las “empresas productivas del Estado”,
sus filiales y demás socios nacionales y extranjeros. Lo que acontece
en el SUTERM es sólo una muestra de la serie de atropellos por venir y
que serán consentidos por el anacrónico elefante blanco en que se ha
convertido la CTM. Por eso, la relevancia de convocar a los trabajadores
de todo el país para luchar por restablecer la legalidad y el estado de
derecho, hoy violentados por la clase política gobernante que, con su
anquilosado y domesticado paquidermo cetemista, insiste en
impedir que se conozca en la OIT la situación de miseria y esclavitud
que se cierne sobre millones de mexicanos.
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
Contralínea 391 / 22 de Junio al 28 de Junio
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