Putin alerta contra extremismos manipulados y ‘revoluciones de colores’


Rusia debe protegerse de la instrumentalización del extremismo por potencias extranjeras para crear inestabilidad mediante ‘revoluciones de colores’, advirtió el jueves el presidente ruso, Vladimir Putin.
“En el mundo moderno, el extremismo se usa como herramienta geopolítica para redistribuir esferas de interés. Y las trágicas consecuencias se pueden ver en la ola de lo que llaman ‘revoluciones de colores’ y el choque que sufre la gente de los países que han padecido esos experimentos irresponsables de intromisión en sus vidas, ya fuera esta oculta o en ocasiones directa y brutal”, analizó Putin en una reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Rusia.
El mandatario ruso calificó esos fenómenos como “una lección y un aviso” y anunció que su Gobierno hará todo lo posible para que tales procesos no se produzcan en Rusia.
Tras advertir de que los derechos de reunión y de expresión conllevan ciertas responsabilidades, el presidente ruso aclaró lo que constituyen para él manifestaciones de extremismo apuntando a “la instigación de conflictos entre gente con distinto origen étnico o religioso, la promoción de ideologías nacionalistas, las violaciones masivas del orden público o los llamamientos al derrocamiento por la fuerza del régimen en vigor”.
Recordando las destructivas consecuencias de tales actos, instó a los responsables políticos regionales a asumir sus responsabilidades en la lucha contra el extremismo y a permanecer atentos a las relaciones entre los distintos grupos étnicos y sociales.
Putin no dejó, sin embargo, de aclarar que esta lucha no debe degenerar en campañas contra disidentes, y recalcó el derecho de todos a sugerir soluciones y enfoques para los problemas actuales o a formar partidos políticos y asociaciones, garantizando simplemente que los procesos participativos se desarrollen de manera civilizada y legal.
A finales de junio, Putin firmó un conjunto de leyes contra los llamamientos públicos a cometer actos extremistas -incluidos los difundidos a través de Internet- y contra la financiación de tales actividades, bajo penas de cárcel de hasta seis años.
Dentro de su estrategia de lucha contra el extremismo, el Ministerio del Interior ruso identificó entonces como principales amenazas a su seguridad a “grupos nacionalistas regionales, hooligans, inmigrantes ilegales y ciertas ONG extranjeras y sectas religiosas”, además de los movimientos radicales como los takfiríes.
Se conoce como “revolución de colores” a una serie de revueltas antigubernamentales o incluso golpistas observadas a partir del año 2000 en países de la antigua Unión Soviética, caracterizadas por tácticas similares (como la movilización ‘transversal’ a través de la identificación a un simple color o muchas otras) y la importancia en ellas de supuestas o reales ‘organizaciones no gubernamentales’, a menudo financiadas o manipuladas por servicios de Inteligencia o lobbies extranjeros más o menos ocultos.
PressTV 

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