Raquel Tibol defendió el petróleo mexicano, en su última aparición en público
22 de febrero de 2015
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Raquel Tibol recibe la Medalla Bellas Artes en 2008. Foto: Miguel Dimayuga |
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Hasta en el día de su
homenaje con motivo de sus 90 años -la última vez que apareció en
público-, la crítica de arte de origen argentino Raquel Tibol
(1923-2015), rodeada de colegas, amigos y familiares, levantó la voz y
defendió el petróleo mexicano.
En esa aparición, el 11 de diciembre de 2013 en el Palacio de Bellas Artes, durante el homenaje que le rindió el Instituto Nacional de Bellas Artes, Raquel Rabinovich Grayevsky reprobó las modificaciones a la Constitución que el Senado de la República realizó justo un día antes, y que abren el sector petrolero y eléctrico a las transnacionales:
“Los herederos de Lázaro Cárdenas no están a su altura, su familia ha llevado a Michoacán a la ruina. Es el pueblo mexicano en su conjunto el que debe de establecer los lineamientos principales de la política, pero son los líderes los que lo hacen, el pueblo mexicano es un pueblo que hay que ponerlo en la esquina a que haga su tarea de pueblo, porque se deja impresionar por los líderes bonitos de copetito. No me gusta ni decir su nombre porque dice y hace de todo menos lo que debe hacer, que es mostrar la solidaridad con el pueblo campesino. ¿Cuántos muertos hay a la fecha?
“¿Ustedes creen que las modificaciones del Senado son para bien? Andrés Manuel López Obrador es el último auténtico patriota que tiene México, pues defiende lo básico, que son las recursos naturales, ha defendido el cultivo agrario, los bosques y, a riesgo de su vida, realmente la defensa la ha hecho él con una lógica de la historia mexicana impecable, y no soy devota de él ni de nadie, nunca he militado en partido alguno, pero soy de izquierda”, dijo en su intervención en la sala Manuel M. Ponce del máximo recinto cultural.
Ahí, visiblemente emocionada y en compañía de su hijo Simón Leopoldo Rossen -a quien tuvo con Boris Rosen Jelomer, uno de los más importantes especialistas en literatura mexicana decimonónica-, su nuera Judith González y sus nietas Daniela y Carolina, compartió algunas anécdotas sobre personajes del muralismo mexicano, pero también se escucharon voces de sus invitados en la mesa de honor, como la de Renato Gonzales Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quién expresó:
“Alguien que escribe con una disciplina como la de Raquel, que semana a semana deja una huella, que a veces puede ser fuerte, porque en México la comunicación, sobre todo la intelectual, tiene sus formas consecuentes y ajenas. Hace tiempo leí que el New York Times explicaba por qué Orozco no es tan famoso: ‘Porque es un país de besos en la mejilla’ decía, y con Raquel ocurre lo contrario, no tiene límites pero es enormemente generosa, responde siempre a las críticas, pero no convierte el desacuerdo en una cosa personal y, lo que más le agrada, creo, es la discusión misma”.
Mientras que la historiadora Teresa del Conde comentó:
“Uno a veces puede tenerle miedo a Raquel Tibol, porque es una mujer contundente y la contundencia siempre provoca una reacción en la otra persona”, al tiempo que dio varias referencias de trabajos en la que ambas han participado, concluyendo con la frase: “La vida cultural de México no sería lo mismo sin su presencia”.
Y en su turno, Armando Ponce dejó que fueran las palabras del propio Diego Rivera las que describieran a Tibol a través de la lectura de una carta que el pintor enviara como respuesta al Partido Comunista, que discutía su reingreso como militante en 1954 (Proceso, 44), y cuya pregunta explícita apuntaba:
“¿Cuál es el concepto de Diego sobre la moral?; explique sus relaciones con una mujer argentina y diga lo que sepa sobre la personalidad política de ella”, y la respuesta de Rivera, a quien se debe la llegada de Tibol a México, luego de que la conociera en mayo de 1953 en Chile y tras invitarla a México a trabajar:
“La mujer argentina a que se refiere la cuarta pregunta, en anónimo, supongo que será la escritora y periodista Raquel Tibol, en su pasaporte Raquel Rabinovich, a quien tomé en Santiago de Chile como secretaria voluntaria durante el Congreso de la Cultura y, más tarde, contraté como secretaria personal, al dejar Santiago de Chile, con el sueldo de mil pesos mexicanos mensuales…
“Terminado mi trabajo, sin haberse podido realizar aquí el congreso nacional que el Congreso Continental había acordado, Raquel Tibol cesó en su empleo y colaboración conmigo. Cesé todo género de relación cercana con ella, debido a las dudas que sobre su posición política y sospechas respecto de su conducta ídem me expuso verbal y personalmente el secretario general del Partido Comunista Mexicano, Dionisio Encinas, en mi calidad de amigo que soy de ese partido.
“A causa de ello me informé respecto a Raquel Rabinovich, llamada Tibol, y fuentes seguras de Argentina, nada, en los informes que recibí la acreditaban ni como espía ni como agente tenebroso y disimulado peronista; se trataba simplemente de una muchacha escritora, acostumbrada mucho a hablar en foros públicos de discusión desde los ocho o nueve años de edad, constituyendo una curiosidad en los medios intelectual y obrero de Buenos Aires como ‘niño prodigio’ parlanchina, alegre, gustando de beber, un poco pedante ya a veces bastante impertinente, presumiendo de marxista sin ser miembro del partido, es decir, el típico ejemplar de ‘izquierdista’ de redacción, facultad universitaria, teatros, cafés, y cenáculos, sin disciplina ni militancia verdadera, pero en realidad inofensiva”.
Así Rivera dio referencia de Tibol, Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez 1998 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; poseedora de la Medalla de Bellas Artes del INBA en 2008, Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) 2007 y, Premio al Mérito Cultural concedido en la Feria Internacional del Libro del Zócalo de 2010.
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En esa aparición, el 11 de diciembre de 2013 en el Palacio de Bellas Artes, durante el homenaje que le rindió el Instituto Nacional de Bellas Artes, Raquel Rabinovich Grayevsky reprobó las modificaciones a la Constitución que el Senado de la República realizó justo un día antes, y que abren el sector petrolero y eléctrico a las transnacionales:
“Los herederos de Lázaro Cárdenas no están a su altura, su familia ha llevado a Michoacán a la ruina. Es el pueblo mexicano en su conjunto el que debe de establecer los lineamientos principales de la política, pero son los líderes los que lo hacen, el pueblo mexicano es un pueblo que hay que ponerlo en la esquina a que haga su tarea de pueblo, porque se deja impresionar por los líderes bonitos de copetito. No me gusta ni decir su nombre porque dice y hace de todo menos lo que debe hacer, que es mostrar la solidaridad con el pueblo campesino. ¿Cuántos muertos hay a la fecha?
“¿Ustedes creen que las modificaciones del Senado son para bien? Andrés Manuel López Obrador es el último auténtico patriota que tiene México, pues defiende lo básico, que son las recursos naturales, ha defendido el cultivo agrario, los bosques y, a riesgo de su vida, realmente la defensa la ha hecho él con una lógica de la historia mexicana impecable, y no soy devota de él ni de nadie, nunca he militado en partido alguno, pero soy de izquierda”, dijo en su intervención en la sala Manuel M. Ponce del máximo recinto cultural.
Ahí, visiblemente emocionada y en compañía de su hijo Simón Leopoldo Rossen -a quien tuvo con Boris Rosen Jelomer, uno de los más importantes especialistas en literatura mexicana decimonónica-, su nuera Judith González y sus nietas Daniela y Carolina, compartió algunas anécdotas sobre personajes del muralismo mexicano, pero también se escucharon voces de sus invitados en la mesa de honor, como la de Renato Gonzales Mello, director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, quién expresó:
“Alguien que escribe con una disciplina como la de Raquel, que semana a semana deja una huella, que a veces puede ser fuerte, porque en México la comunicación, sobre todo la intelectual, tiene sus formas consecuentes y ajenas. Hace tiempo leí que el New York Times explicaba por qué Orozco no es tan famoso: ‘Porque es un país de besos en la mejilla’ decía, y con Raquel ocurre lo contrario, no tiene límites pero es enormemente generosa, responde siempre a las críticas, pero no convierte el desacuerdo en una cosa personal y, lo que más le agrada, creo, es la discusión misma”.
Mientras que la historiadora Teresa del Conde comentó:
“Uno a veces puede tenerle miedo a Raquel Tibol, porque es una mujer contundente y la contundencia siempre provoca una reacción en la otra persona”, al tiempo que dio varias referencias de trabajos en la que ambas han participado, concluyendo con la frase: “La vida cultural de México no sería lo mismo sin su presencia”.
Y en su turno, Armando Ponce dejó que fueran las palabras del propio Diego Rivera las que describieran a Tibol a través de la lectura de una carta que el pintor enviara como respuesta al Partido Comunista, que discutía su reingreso como militante en 1954 (Proceso, 44), y cuya pregunta explícita apuntaba:
“¿Cuál es el concepto de Diego sobre la moral?; explique sus relaciones con una mujer argentina y diga lo que sepa sobre la personalidad política de ella”, y la respuesta de Rivera, a quien se debe la llegada de Tibol a México, luego de que la conociera en mayo de 1953 en Chile y tras invitarla a México a trabajar:
“La mujer argentina a que se refiere la cuarta pregunta, en anónimo, supongo que será la escritora y periodista Raquel Tibol, en su pasaporte Raquel Rabinovich, a quien tomé en Santiago de Chile como secretaria voluntaria durante el Congreso de la Cultura y, más tarde, contraté como secretaria personal, al dejar Santiago de Chile, con el sueldo de mil pesos mexicanos mensuales…
“Terminado mi trabajo, sin haberse podido realizar aquí el congreso nacional que el Congreso Continental había acordado, Raquel Tibol cesó en su empleo y colaboración conmigo. Cesé todo género de relación cercana con ella, debido a las dudas que sobre su posición política y sospechas respecto de su conducta ídem me expuso verbal y personalmente el secretario general del Partido Comunista Mexicano, Dionisio Encinas, en mi calidad de amigo que soy de ese partido.
“A causa de ello me informé respecto a Raquel Rabinovich, llamada Tibol, y fuentes seguras de Argentina, nada, en los informes que recibí la acreditaban ni como espía ni como agente tenebroso y disimulado peronista; se trataba simplemente de una muchacha escritora, acostumbrada mucho a hablar en foros públicos de discusión desde los ocho o nueve años de edad, constituyendo una curiosidad en los medios intelectual y obrero de Buenos Aires como ‘niño prodigio’ parlanchina, alegre, gustando de beber, un poco pedante ya a veces bastante impertinente, presumiendo de marxista sin ser miembro del partido, es decir, el típico ejemplar de ‘izquierdista’ de redacción, facultad universitaria, teatros, cafés, y cenáculos, sin disciplina ni militancia verdadera, pero en realidad inofensiva”.
Así Rivera dio referencia de Tibol, Premio Nacional de Periodismo Fernando Benítez 1998 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; poseedora de la Medalla de Bellas Artes del INBA en 2008, Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) 2007 y, Premio al Mérito Cultural concedido en la Feria Internacional del Libro del Zócalo de 2010.
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