Al borde del colapso, tras dos rescates financieros y seis años de recesión

Foto
Ciudadanos griegos festejaron en el Zappeion, en los Jardines Nacionales, el abrumador triunfo del no en el referendo de este domingoFoto Reuters
Ap y Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de julio de 2015, p. 8
Fráncfort.
Después de dos rescates financieros por un total de 240 mil millones de euros (266 mil millones de dólares) y seis años de recesión económica, recortes al gasto público y pérdida de empleos, Grecia está al borde del colapso.
¿Cómo llegó a este punto? ¿Por qué todo ese dinero y todo ese sacrificio no lograron levantar a un país que representa menos de 2 por ciento de la economía de la eurozona de 19 naciones?
El electorado griego dio un contundente no este domingo a las exigencias de sus acreedores representados por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el histórico referendo celebrado este domingo, más de 61 por ciento de los votos eran para el no a las duras condiciones de los acreedores vinculadas a préstamos necesarios para evitar el incumplimiento de pagos y un colapso de su sistema bancario.
A continuación algunas de las condiciones que llevaron a la situación actual.
El endeudamiento
Grecia se enfrascó en un endeudamiento desenfrenado durante tres décadas, que comenzó a principios de los 80, dinero que fue gastado en empleos gubernamentales de alto perfil para simpatizantes de los dos principales partidos políticos de la nación: el centro izquierdista Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) y el centroderechista Nueva Democracia. Turnándose en el poder, éstos pagaron bien a sus seguidores, lo que empujó hacia arriba los salarios en el sector privado y convirtió a Grecia en un lugar caro para hacer negocios. Además, los gobiernos del Pasok y Nueva Democracia fueron omisos ante la amplia evasión fiscal. Con frecuencia, profesionales independientes –incluidos médicos y abogados– reportaban ingresos menores a los de los obreros.
La entrada al euro
A pesar de sus finanzas tambaleantes, Grecia mostró un desempeño un poco mejor durante algunos años y reunió las condiciones para unirse a la divisa única en 2001. Fue una época de euforia y confianza en el euro, visto como un rival del dólar como divisa global. Había un deseo de miembros nuevos por impulsar la esperanza de la Unión Europea en una integración regional. Grecia fue aceptada, y pronto regresó a sus viejas prácticas.
La llegada del euro simplemente alimentó el desenfreno del endeudamiento. Bancos de Alemania y Francia se encontraron con que ahora podían comprar bonos del gobierno griego en euros, no en dracmas, que podían devaluarse. Grecia pidió prestado a lo que en retrospectiva fueron tasas de interés ridículamente bajas, sólo un poco más altas que las cobradas a la sólida Alemania.
Ya estaban en el euro, se pensaba, así que, ¿qué podría salir mal?
En octubre de 2009, después de que la crisis financiera global hizo que los inversionistas se mostraran más cuidadosos del riesgo, Atenas reveló que su déficit era mucho más alto que lo anunciado y que sus finanzas estaban fuera de control. Sus costos de endeudamiento se dispararon. No podía pagar.
Austeridad por rescate
Cuando la fiesta terminó, Grecia recibió un préstamo de rescate financiero de 110 mil millones de dólares en 2010 de los otros países de la eurozona y del FMI. Los acreedores adjuntaron condiciones duras para recortar el gasto público y los déficits, y para reducir una burocracia y corrupción descontroladas. Sin embargo, los recortes socavaron rápidamente el crecimiento, el cual cayó por debajo de los cálculos optimistas de los acreedores, los cuales estimaron mal qué tanto peso tendrían sobre la economía.
Había una contradicción que no podía ser resuelta: se requerían recortes al gasto público para reducir la base de costo de Grecia porque no podía devaluar. Sin embargo, el menor gasto empujó hacia abajo al producto interno bruto y simplemente hizo que la carga de la deuda fuera más grande en comparación con el tamaño de la economía.
El desempleo repuntó y la miseria se multiplicó.
Amarrada al euro
Con su propia divisa, Grecia hubiera podido incumplir sus deudas y devaluar, lo que habría borrado rápidamente su problema de costo internacional, y en unos años habría salido adelante. Recortar salarios y precios es más difícil, y toma más tiempo. En ese sentido, el euro ha prolongado la agonía.
Para 2012, era claro que el primer rescate no funcionaba. Un segundo rescate incluyó aplicar a los acreedores privados de Grecia pérdidas en sus bonos, junto con más préstamos.
No obstante, los acreedores continuaron subestimando el daño que la austeridad ocasionaría al crecimiento. El nivel de deuda, medido como una fracción de la economía, continuó aumentando. Incluso en el momento del acuerdo, la mayoría de los economistas y los que elaboran las políticas esperaban que fuera inevitable una mayor reducción de la deuda o términos más blandos.
Pero la restructuración de ésta significó que, en lugar de deber a inversionistas tenedores de bonos, los acreedores de Atenas eran ahora los contribuyentes europeos, el FMI y el BCE. Al incluir a los contribuyentes, se endureció la resistencia a otorgar más alivio a la deuda en países como Alemania, Holanda, Austria y Finlandia.
No obstante, durante algún tiempo pareció que el segundo rescate podría dar resultado. El gobierno griego, bajo el primer ministro Antonis Samaras, redujo los déficits. Se implementaron algunas reformas, mientras que otras fueron aprobadas pero realmente nunca entraron en vigor. La economía tocó fondo, después de una caída de alrededor de 25 por ciento, y parecía estar lista para comenzar a crecer. Grecia obtuvo algunos términos más blandos en intereses y tiempo para pagar.
La llegada de Syriza
En septiembre de 2014, a Atenas sólo le quedaban unas semanas para completar exitosamente el segundo rescate y transitar hacia formas más moderadas de asistencia. Sin embargo, cuando se aproximaba a la meta, Samaras tropezó.
Anunció que Grecia expulsaría a los odiados monitores de los acreedores y regresaría a los mercados de bonos sin ayuda ni asesoría externa. La idea demostró ser ineficaz. Las tasas de interés aumentaron agudamente para el resto de su deuda. En lugar de obtener el último abono del préstamo de rescate, en diciembre Samaras se vio en serios problemas y tuvo que convocar a elecciones adelantadas que se realizaron en enero.
Los votantes, hartos de años de agonía, escogieron a la Coalición de Izquierda Radical (Syriza, por su acrónimo en griego) que ganó apoyo con sus exigencias de reducción de la deuda y no más austeridad. Los acreedores dieron marcha atrás.
La incertidumbre rápidamente paró la incipiente recuperación. Primero se extendió el rescate y luego se permitió que expirara el martes sin que Syriza y los acreedores llegaran a un acuerdo.
La última entrega del dinero de ayuda, aproximadamente 7 mil 200 millones de euros, se le escapó de las manos a Grecia. Y con ello, quizá, la oportunidad de permanecer en la eurozona.
El referendo de este domingo, la primera consulta en Grecia en 41 años se celebró en un contexto inaudito.
A falta de dinero en las arcas, el gobierno no pudo pagar los mil 550 millones de euros que tenía que abonar el 30 de junio al FMI y desde el lunes 29 de junio rige un corralito que permite retirar un máximo de 60 euros por día y persona.
El gobierno griego, formado por Syriza y el partido soberanista Anel, y los acreedores del país (UE, FMI, BCE) llevan más de cinco meses de arduas negociaciones. Tras sendas líneas de créditos de 240 mil millones acordados desde 2010 a Grecia, que del lado europeo expiraron el pasado 30 de junio, el actual gobierno de izquierda radical quiere un cambio de estrategia que pasa por la restructuración de la deuda.

Fuente

Comentarios