Cuba, la isla de las utopías

20 de Marzo de 2017

Mi primera visita a Cuba, fue con motivo del primer encuentro argentino cubano de psicología. Éramos alrededor de 100 psicólogos argentinos; mayoría de ellos, clase media alta y con muchas presunciones acerca de la situación política y social de la isla. Interesante experiencia fue verlos llorar en el aeropuerto José Martí, cuando regresábamos a Argentina, conmovidos por todo lo vivido a lo largo de tres semanas en Cuba.
No había tantos turistas en esos años, ni se veían negocios o emprendimientos privados como los que observé en este, mi segundo viaje.
Diez días caminando por La Habana y Santiago de Cuba me sirvieron para comprobar que a pesar de algunos cambios, la esencia de la revolución permanece intacta. Salud y Educación siguen siendo los pilares de la revolución; ningún cubano paga por esos servicios; si, hay gente proveniente de otros países que vienen en busca de medicación para tratar el cáncer. La medicina cumple un objetivo social, los médicos e investigadores cubanos han creado medicamentos que ayudan al tratamiento de esa enfermedad.
Caminando por el vedado se puede encontrar estudiantes africanos o de otros países pertenecientes al tercer mundo a los cuales el gobierno Cubano les ofrece educación en forma gratuita. Parece raro que un país con tantas necesidades económicas y con un bloqueo criminal de la primera potencia del mundo, tenga capacidad y sobre todo conciencia internacionalista para continuar colaborando en la formación de miles de jóvenes de todo el mundo.
Algunas de las dificultades con la cual se enfrentan los cubanos es la problemática para acceder al internet en cualquier lugar; por ahora solo hay acceso en algunas zonas, donde la gente se agrupa, además de obtener el acceso a la web, también es una forma de compartir la calle. Con todos los cubanos que pude conversar, expresaron la capacidad de soportar las vicisitudes así como crear soluciones y seguir el camino que en el año 1959 empezaron Fidel y Raúl.
En mi caminata por La Habana, “tropecé” con muchos turistas norteamericanos y sus miradas absortas esperando encontrar “monstruos”, policías reprimiendo, chicos pidiendo golosinas, ciudadanos cubanos pidiendo a gritos escaparse rumbo a la libertad capitalista; por supuesto se encuentran con otra realidad; como le sucedió a un joven americano, con el cual mantuve una charla en Casa de las Américas, donde se encuentra haciendo un curso de español – “Nos mintieron todo el tiempo en Estados Unidos con respecto a Cuba; hay mucha seguridad, volví anoche de Camagüey a la madrugada, sin problemas, la gente es muy amable aquí”, comentaba el joven.
De todos modos, es verdad que los “gringos” o al menos muchos de ellos, cambian de actitud , cuando descubren que les habían hecho creer algo inexistente – una realidad producida por CNN en asociación con los cubanos de Miami- ;entonces se relajan e intentan aprender a bailar el “son” acompañado de un vaso de ron. Entre romances, música y licores la mayoría vuelve contenta, de haber disfrutado unos días sin noticias de Donald Trump.
También tuve oportunidad de hablar sobre el tema de la mujer, con coordinadoras de la Federación de Mujeres Cubanas. Esta organización fue creada en 1960 y dirigida por Vilma Espín por 40 años. Vilma fue una revolucionaria, quien dirigió la resistencia civil en Santiago de Cuba desde 1950, contra la dictadura de Fulgencio Batista, además de pelear luego codo a codo con su compañero Raúl Castro, en la Sierra Maestra.
Vilma falleció en 2007, pero sus continuadoras siguen trabajando por la representación de las mujeres en todo el país. Temas como la violencia doméstica; entre otros, son tratados a través de los Centros de Orientación, donde las mujeres son asesoradas por psicólogos, abogados, trabajadores sociales para mejorar sus conflictos y relaciones a todo nivel.
Podría seguir escribiendo horas sobre todo lo que viví en 10 días , pero la realidad que es muy difícil transmitir sentimientos , todo es muy fuerte; La Habana, es una ciudad que vibra todo el tiempo; una mezcla de casonas coloniales , con paredes pintadas rememorando a Fidel y su épica revolucionaria. Jóvenes pioneros, estudiantes universitarios, vendedores de dulces, taxistas de autos viejos, bici taxis, carros con caballos; pasiones, sonrisas, chistes, deseos de cambios pero sin cambiar la estructura revolucionaria. Un pueblo orgulloso y consciente que lucha día a día contra todas las vicisitudes creadas mayormente por el bloqueo.
Y como dejar de mencionar la experiencia en Santiago de Cuba, una ciudad con aires provincianos, muchos colores y música; rodeada por la majestuosa Sierra Maestra, donde empezó la revolución .A 20 minutos de “guagua” se encuentra el cementerio de Santa Ifigenia, donde está “sembrado” Fidel Castro. Hay que hacer una línea, para poder estar unos minutos, sacar fotos, o simplemente emocionarse al estar cerca del cubano más grande que diera esa tierra.
Aunque la verdad, sentí que Fidel no estaba ahí, encerrado dentro de esa gran piedra; nuevamente se había escabullido, como lo hizo en sus más de 600 atentados contra su vida. Fidel está en las montañas, planeando nuevas revoluciones. Ya se lo había comentado a Nicolás Maduro, un año antes de que partiera. “Yo llego hasta los 90, después sigan ustedes”.
Ahí seguimos Fidel; con los maestros de Argentina, con el pueblo Sirio, con los inmigrantes Mexicanos, con todos los que creemos que luchando es posible otro mundo mejor; sin muros y con utopías, las mismas que nos legó la revolución cubana.
Anahi Rubin 

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