Holanda va a elecciones con la extrema derecha en auge

15 de Marzo de 2017

Los holandeses acuden este miércoles a las urnas en unos comicios para elegir a los 150 miembros de la Cámara de Representantes, que están marcados por el auge de la extrema derecha y discursos contra la Unión Europea.
El ultraderechista y xenófobo Geert Wilders, líder del Partido de la Libertad (PVV), es el favorito para ganar, según los sondeos.
Las encuestas predicen que Wilders, revolucionará el panorama político holandés con una victoria, aunque es improbable que logre formar gobierno. Su mayor rival es Mark Rutte, jefe del Gobierno liberal conservador, un auténtico superviviente que ha encabezado cuatro años de recuperación económica al frente del Partido Popular de la Libertad y Democracia (VVD).
Tras el Brexit y la entrada de Donald Trump en la Casa Blanca, una victoria del islamófobo Wilders supondría otro paso más en el avance de los movimientos de extrema derecha.
El programa electoral de Wilders, que ha tachado de “escoria” a los marroquíes y ha sido condenado por incitar a la discriminación, se resume en una sola página, se divide en 11 puntos y se titula “Holanda tiene que volver a ser nuestra”. El primer punto y el más polémico es desislamizar Holanda, para lo que propone cerrar mezquitas y escuelas islámicas, prohibir el Corán –al que compara con el ‘Mein Kampf’ de Hitler-, encerrar de manera preventiva a musulmanes radicales y vetar la inmigración musulmana.
También se compromete a convocar un referéndum para sacar a Holanda de la Unión Europea –el conocido como Nexit-, aumentar el gasto en seguridad y defensa, volver a la edad de jubilación de 65 años en lugar de los 67 y frenar los gastos en ayuda al desarrollo y energía eólica. Además, capitaliza el resentimiento de quienes más han sufrido la campaña de recortes sociales del primer ministro Mark Rutte durante los años más duros de la crisis.
“Es la identidad y no la economía el principal factor electoral en estos comicios”, explica Pablo del Hierro, profesor de Historia Europea en la Universidad de Maastricht. Tras cuatro años viviendo y trabajando en Holanda, este académico también se pregunta por qué Wilders puede ganar las elecciones. “He llegado a la conclusión de que tiene que ver con lo emocional. Wilders ha jugado muy bien la baza del miedo y su mensaje ha terminado por calar. El miedo es un sentimiento irracional muy difícil de combatir con frías estadísticas”.
“Son respuestas fáciles e incorrectas. Cuando los partidos de extrema derecha proponen cerrar fronteras, salir de la Unión Europea, proteccionismo económico y homogeneizar la sociedad quieren volver, con sólo chascar los dedos, a una idea de estado nación mitificada previa al proceso de globalización y eso no es posible”, señala el profesor Del Hierro.
Aunque Geert Wilders, de 44 años, lleva dos de rodaje político, su entrada en la escena internacional se produjo en marzo con la emisión de la película contra el Corán Fitna (Caos). La comunidad musulmana holandesa no se dejó provocar cuando el filme califica al islam de “ideología fascista”, pero Wilders insiste en su rechazo a todas sus señas externas; desde el burka a las mezquitas. También dice representar al holandés medio, “que ve diluirse su identidad ante la pasividad de las autoridades”.
“El rebrote de la derecha y de sus extremos en Europa es un fenómeno interesante y desigual. Lo vemos en Bélgica y en Italia, pero no en Alemania y España. En Austria hubo una efervescencia ya apagada, y otros, como el galo Jean Marie Le Pen, se han hundido. Todos comparten un poso nacionalista al que no es ajena una parte de la ciudadanía holandesa. Lo que ocurre es que carecía de auténtica representación política” dice Paul Schnabel, director del Instituto para la Investigación Social, organismo independiente que asesora al Gobierno.
Joep Leerssen, catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Ámsterdam, sostiene que el pujante nacionalismo holandés del XIX y XX perdió vigor en los años sesenta “al quedar asociado con el Holocausto”. El nacionalismo actual, con su fuerte carga de identidad, simbolizaría la sensación de pertenencia a una sociedad cada vez más individualista.
El Parlamento holandés está formado por 150 escaños, lo que significa que se necesitan 76 diputados para formar una mayoría. Nunca un partido ha alcanzado la cifra mágica y Holanda ha estado gobernada por coaliciones desde hace más de un siglo. La Cámara Baja se elige por representación proporcional en un distrito único de alcance nacional, por ello cualquier partido que logre el 0,67 por ciento de los votos (unos 60.000) se asegura un escaño.
LibreRed | EFE | AFP

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