Viacrucis migrante, producto del imperialismo
14 abril, 2018| Articulistas|
Cuando en el fragor de la
Segunda Guerra Mundial, la producción de alimentos en Estados Unidos se
iba a pique por la falta de brazos para trabajar sus campos agrícolas,
el gobierno estadounidense abrió de par en par sus fronteras para que
miles y miles de mexicanos y centroamericanos acudieran al rescate de su
nación tanto en labores rurales y de otros servicios como los
ferrocarriles.
Entonces a los migrantes no se les
criminalizaba como ahora y hasta se les consideraba héroes sin fusil que
coadyuvaron con su esfuerzo y bajos salarios a ganar la guerra contra
las potencias del Eje. Una vez que la poderosa nación se proclamó
victoriosa y restablecida en su economía se olvidó de la solidaridad
mostrada por México y las naciones centroamericanas e inició contra
estas últimas y otras más del continente una estrategia intervencionista
que impuso mediante golpes de estado a dictaduras militares que por
décadas han mantenido sumidas en el atraso económico, la miseria y en
el atropello a la democracia a millones de personas.
Este atentado a sus libertades y la
anulación total de gobiernos democráticos que han buscado mejorar las
condiciones de vida de sus ciudadanos, tiene un negro historial en el
siglo pasado y representa la imposición de un modelo imperialista que ha
despojado a las naciones de sus recursos naturales como los minerales,
el gas y el petróleo, entre otras muchas riquezas, para favorecer a sus
empresas trasnacionales. Las causas que han derivado en el viacrucis
migrante.
Lo mismo en el golpe de Estado de
Guatemala en 1954 que en la brutal represión militar de El Salvador en
1980, donde fuera asesinado en plena homilía el obispo Oscar Arnulfo
Romero y más reciente en el apuntalamiento del gobierno de Juan Orlando
Hernández, que consumó un fraude en las urnas en diciembre pasado,
avasallando con las armas la voluntad del pueblo hondureño, el gobierno
estadounidense ha sido el directamente responsable del deterioro
económico y atraso social que viven las naciones centroamericanas.
Durante su estadía en la Ciudad de
México los inmigrantes, en su mayoría hondureños, se manifestaron en
contra de ser perseguidos por el solo hecho de buscar una vida más
digna. Lo que deben entender tanto el extraviado Donald Trump como el
resto de los países capitalistas es que si medio millón de personas se
aventuran cada año por nuestro territorio para llegar a los Estados
Unidos —de acuerdo a estimaciones de la ONU— es debido a la falta de
oportunidades y el miedo a morir ya sea a manos de pandillas de
criminales que de cuerpos policiales o fuerzas castrenses.
No es ocupando de manera arbitraria
regiones ni sembrando bases militares como en Panamá y Guantánamo como
se combatirá un flujo de personas que por generaciones enteras no han
conocido lo que es un nivel de vida digno. El sueño americano por el que
siguen jugándose la vida.
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