Nuevos presidentes del Senado y Cámara de Diputados en Bolivia

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▲ Campesinos aymaras, conocidos como ponchos rojos, llegaron ayer a La Paz, en respaldo del derrocado Evo Morales.Foto Afp
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Periódico La Jornada
Viernes 15 de noviembre de 2019, p. 30
La Paz. Esta vez fueron campesinos con ponchos rojos, hombres y mujeres con sombreros, venidos de lejos, de arriba en los altiplanos. Luego se sumaron de la ciudad de El Alto, los que pudieron llegar, otros fueron retenidos al intentar acercarse hasta el centro. La Paz ha pasado a ser el escenario de movilizaciones masivas diarias, cabildos, represiones, un río revuelto contra un golpe de Estado.
La jornada esta vez terminó sin gases lacrimógenos ni motos y los policías y militares se mantuvieron en el habitual cerco a la Plaza Murillo, centro del poder político nacional, donde se encuentra la sede de gobierno, el Poder Legislativo y la vicepresidencia.
En esas cuadras tuvieron lugar hechos centrales ocurridos ayer. Por un lado, el Senado eligió a una nueva presidenta: Eva Copa, oriunda de la ciudad de El Alto, al igual que el presidente de la Cámara de Diputados elegido la noche anterior, Sergio Choque. Con el juramento de ambas nuevas presidencias, pertenecientes al partido del Movimiento Al Socialismo (MAS), el cual cuenta con dos tercios, quedó así redefinida la directiva del Poder Legislativo.
En simultáneo, la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez dio posesión a cinco ministros más en su gabinete. Dos de ellos, nombrados el miércoles, hicieron declaraciones que alertaron sobre las políticas que llevará adelante el gobierno nombrado fuera de la Constitución, en un intento por construir una imagen institucional.
El primero fue el ministro de gobierno transitorio, Arturo Murillo, quien anunció que emprenderá una cacería contra tres ex funcionarios de la administración derrocada: Raúl García Linera, Juan Ramón Quintana y Hugo Moldiz, por sediciosos.
La segunda fue la ministra de Comunicación, Roxana Lizarraga, quien amenazó a los periodistas o seudoperiodistas, tanto nacionales como internacionales, que hagan sedición.
Los pocos anuncios que ha dado el gobierno transitorio, donde también fueron electos altos mandos de la Fuerza Armada Bolivia y de la Policía Nacional, han sido un redoble de amenazas dentro de un cuadro general de noticias de represiones, muertos, heridos, enfrentamientos y militares desplegados en calles y carreteras.
La estrategia golpista enfrenta una contradicción inevitable. En efecto, se trata de un golpe de Estado que niega serlo, busca construirse una institucionalidad fuera de la ley para sostener esa narrativa, pero en los actos de autoproclamación y anuncios de cacerías contra dirigentes y periodistas deja ver su carácter antidemocrático.
Eso ha quedado claro para quienes se movilizan día tras día y tienen entre sus demandas principales la renuncia de Añez, a quien acusan de golpista y de racista. Esas razones, junto con el reclamo del retorno de Evo –que no es homogéneo en las movilizaciones– han puesto en marcha un levantamiento en diferentes puntos del país en un proceso de confluencia hacia La Paz.
Se espera así que entre el viernes y el sábado lleguen quienes se movilizan desde zonas rurales del interior del país, como los cocaleros del Trópico, que ayer estuvieron de protesta en la ciudad de Cochabamba.
El cuadro se configura así de manera incierta para el golpe de Estado. Por un lado, debe enfrentar un proceso creciente de movilización nacional atravesado cada vez más por el clivaje racial: quienes se movilizan reconocen en la autoproclamada Áñez, Fernando Camacho, o Carlos Mesa, dirigentes contrarios a las naciones indígenas, por su historia larga, reciente y el atropello a la bandera whipala.
Por otro lado, quienes encabezan el golpe deben resolver la promesa anunciada: la celebración de elecciones presidenciales en un plazo no mayor a 90 días. Esto forma parte de la arquitectura que cuenta con cuatro pasos centrales: el derrocamiento, la conformación de un nuevo gobierno de transición, el llamado a elecciones y la celebración de las mismas.
El proceso se encuentra actualmente en el momento de conformación del gobierno, y encara una dificultad: debe nombrar a nuevas autoridades del Tribunal Supremo Electoral, algo que debe proceder por conducto del Congreso, donde el MAS tiene presidencias y mayorías. ¿Buscará un acuerdo con quien persigue o avanzará contra el Poder Legislativo evidenciando aún más su carácter golpista? ¿El MAS aceptará un acuerdo con el objetivo de lograr un cauce electoral?
Se espera que las movilizaciones aumenten en los próximos días con la llegada de quienes vienen de diferentes departamentos del país y la presencia masiva de El Alto, donde la noche del jueves se velaban los muertos. Ya se habla de más de 10 en el país, y más de 200 detenidos, cifra provisoria y aproximada en un contexto de ruptura del estado de derecho y persecución a los periodistas que no cumplen con la orden golpista.

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