Soberanía de México, cada vez más comprometida con Estados Unidos
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CONTRALÍNEA
México conmemora 210 años del movimiento de Independencia con un sometimiento cada vez mayor a su vecino del Norte. La subordinación económica, sin cambios, condiciona toda la relación de manera transexenal. Sólo un aspecto, en materia de seguridad nacional, consigue relativa soberanía luego de una tutela estadunidense casi total, explican expertos. Los mexicanos, contra el tiempo para evitar que la caída de Estados Unidos frente a China y Rusia no los arrastre a un desastre generalizado
“La independencia política es una ficción cuando no hay independencia económica”, advierte el doctor en relaciones internacionales Eduardo Alfonso Rosales Herrera. Investigador y catedrático adscrito a la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el internacionalista señala que México es cada vez más dependiente de Estados Unidos.
La Independencia, que un movimiento popular y armado inició en 1810 –hace 210 años– y que firmaron las elites 11 años después, hoy sigue siendo una aspiración más que una realidad. De hecho, de acuerdo con investigadores consultados por Contralínea, hoy México vive un proceso de mayor sometimiento a una metrópoli. Si del Siglo XVI al XVIII fue España, hoy es Estados Unidos.
Explican que tal dependencia ha
trascendido sexenios y aunque cambien los estilos de gobernar de los
presidentes mexicanos, el proceso se afianza ahora que Estados Unidos
necesita todos los recursos de sus colonias o patios traseros para enfrentar el mayor reto de toda su historia: el ascenso de China y Rusia.
Pero la subordinación de México a Estados Unidos no es ineludible o imposible de sacudirse, ataja el doctor en Economía José Luis Calva Téllez. Al final, es un asunto de decisión política que, por falta de conocimiento o de voluntad, no se desarrolla.
Adscrito al Instituto de Investigaciones Económicas (Iiec) de la UNAM, el investigador especialista en economía mundial y geopolítica señala que el modelo económico neoliberal que abrazó México a principios de la década de 1980 no sólo ha empobrecido al país: ha profundizado la dependencia de los mexicanos hacia los estadunidenses.
Premio Universidad Nacional en
Investigación en Ciencias Económico-Administrativas, explica que
mientras el modelo no cambie, México no podrá sacudirse la tutela de
Estados Unidos en materia económica y, por lo tanto, en los demás
aspectos bilaterales y geopolíticos.
Niega que el gobierno actual haya roto con el modelo neoliberal. Acaso
combate aspectos de la corrupción de ese modelo pero sigue vigente.
Donde sí ha habido un proceso de defensa
de la soberanía es en el aspecto de la seguridad y defensa nacionales,
explica el doctor en Relaciones Internacionales y Políticas Comparadas
por la Universidad de Miami Abelardo Rodríguez Sumano.
El profesor-investigador adscrito al Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana
(Uia) y especialista en seguridad nacional, señala que México sí cuenta
con un margen de maniobra con respecto de Estados Unidos. “Aunque
algunas veces, en algunos sexenios, se busca la alineación, en otros se
busca una separación respecto de los intereses del país vecino del
Norte. No es una subordinación tácita, hay relaciones de poder y
resistencias, en algunos casos”.
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y autor de, entre otros libros, La Urgente seguridad democrática. La relación de México con Estados Unidos, explica que las Fuerzas Armadas Mexicanas mantienen una posición “muy clara” de independencia frente a los estadunidenses. A tal determinación se suma la del servicio exterior mexicano. Ambas permean al poder civil, es decir, imponen límites a los gobiernos en turno.
Es la economía, mexicano
Internacionalista por la UNAM y doctor
en relaciones internacionales por la estadunidense Atlantic
International University, Eduardo Alfonso Rosales Herrera señala que
toda la economía de México está subordinada a la de Estados Unidos. La
economía estadunidense, explica, es 20 veces mayor que la de México. Por
ello, ambos países mantienen una relación asimétrica que ha sido
aprovechada por la hasta ahora potencia hegemónica mundial.
En números cerrados, actualmente el 80 por ciento de las exportaciones
de México va a Estados Unidos. La situación es similar a la de la época
del porfiriato. “Esto te establece un marco de subordinación”, señala
Rosales Herrera.
El también maestro en habilidades
directivas y en derechos humanos por la Universidad de Columbia indica
que, además y hoy más que nunca, la principal entrada de divisas a México la constituyen las remesas.
En efecto, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador,
dijo el pasado 1 de septiembre que se superarán en 2020 las
expectativas del envío de remesas de los migrantes mexicanos en Estados
Unidos.
Durante su mensaje con motivo de la
entrega de su Segundo Informe de Gobierno al Congreso de la Unión, el
titular del Poder Ejecutivo previó que al finalizar el año los braceros
de México en la Unión Americana habrán enviado 40 mil millones de dólares al finalizar el año.
“Si Estados Unidos corta las remesas o
les aplica un impuesto a las transferencias bancarias, nos arruinan”
observa Alfonso Rosales. Y “no hay ningún otro rubro de la economía que
nos provea de esa cantidad de dinero; subsistimos por Estados Unidos”.
La asimetría entre las economías
mexicana y estadunidense no sólo es un asunto de tamaños, sino de nivel
de desarrollo. El profesor del posgrado de la FES Acatlán de la UNAM
explica que la economía de Estados Unidos es postindustrial, mientras que la mexicana es postagrícola.
“Somos [México] una economía maquiladora, economía ensambladora. Ni siquiera hemos dado el salto a la fase industrial, cuando Estados Unidos ya va más allá: va a la economía del conocimiento.”
La asimetría económica permea toda la
relación bilateral. Esto incluye las decisiones políticas que deberían
ser soberanas. Como ejemplo cita el caso de las decisiones en materia
migratoria. Al inicio del presente sexenio se dio un giro de 180 grados a
lo que se había desarrollado en los sexenios pasados. La administración
lopezobradorista aplicó una política de puertas abiertas para los migrantes latinoamericanos, específicamente de Centroamérica.
“Y Estados Unidos dijo que si México aplicaba esa política, nos iban a aplicar aranceles. Entonces, regresamos al mismo punto, una política migratoria
de contención para evitar que los centroamericanos lleguen a la
frontera Norte o, en el peor de los casos, nos convertimos en el tercer país seguro.”
Incluso la nueva Fuerza Armada, la Guardia Nacional, ha servido como instrumento para detener a los migrantes, observa.
Además, México perdió hace años, por lo menos desde principios de la década de 1990, la capacidad de separar la política exterior
de todos los otros elementos de la relación bilateral con Estados
Unidos, como lo relacionado con el comercio y la migración
internacional. Con Donald Trump en la presidencia estadunidense, la posibilidad de que los mexicanos recuperen esa capacidad es más remota.
Lo cierto es que México perdió autoridad con los demás países de América Latina y, paradójicamente con el propio Estados Unidos desde la suscripción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
en 1993 y su entrada en vigor en 1994. Los mexicanos se decantaron
hacia Estados Unidos y entregaron la política exterior al país del
Norte.
Una de las imposiciones de Estados Unidos a México más costosas es la militarización ordenada por el entonces presidente Felipe Calderón en 2006. “Esa decisión se tomó en Washington; la continuó el gobierno de Enrique Peña Nieto, y la continua la actual administración”.
La relación con México que le interesa a
Estados Unidos, a decir del investigador universitario, es de
sometimiento. Que los mexicanos se subordinen a los intereses
estadunidenses cada vez sin mayores apariencias. Otro ejemplo es el
actual Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), firmado por el gobierno saliente de Peña Nieto con la aprobación del entrante de López Obrador.
Se trata de una continuación del TLCAN. Pero incluso aquel se firmó en medio de discursos sobre un proceso de integración de América,
a imagen y semejanza de la Unión Europea: pasar de la preferencia de
zonas arancelarias a la zona de libre comercio, la unión aduanera y
unión económica, hasta llegar a la unión política.
Ahora no hubo ni ese maquillaje. A decir
de Rosales Herrera se firmó un tratado de nueva cuenta de primera
generación, incluso con regresiones en materias como las reglas de origen.
Y un candado para que México no firme tratados con China, lo que mete
al país en la lucha geopolítica que Estados Unidos mantiene con la
potencia asiática en vías de convertirse en la hegemonía mundial.
Lo anterior “acentúa la subordinación y
dependencia que tenemos para con los estadunidenses”. Se sigue al pie de
la letra lo que quería Jorge G Castañeda Gutman, secretario de Relaciones Exteriores con Vicente Fox
Quesada (200-2006): ‘ver para el Norte’. En esencia, seguimos viendo al
Norte, pese a los cambios de gobierno. México ha venido desperdiciando
el tiempo y las oportunidades de ese famoso concepto que se llama diversificación”.
Además, México ata su fututo al de
Estados Unidos, cuando este país ya no es el del Siglo XX, el de la post
Guerra. Hoy prácticamente Estados Unidos es una potencia en decadencia.
“Los centros gravitacionales económicos ya están en Asia. México
tendría que dar un salto que le permita ver a otras partes del mundo
que, si espera más tiempo, ya no va a ser tan fácil dejar de ser el
equilibrio de la periferia estadunidense”.
De acuerdo con el internacionalista, la decadencia de Estados Unidos se puede observar en las crisis social, política y económica que padece. “Cada vez más aumenta la cantidad de pobres. Estamos hablando de 50 millones de estadunidenses en la pobreza; de una brutal concentración de la riqueza; de un creciente déficit comercial: cada mes tienen déficits por 55 mil millones de dólares, y el principal elemento, que es el endeudamiento,
ya está en los 22 billones (millones de millones) de dólares, una cifra
impagable que ya supera su PIB [producto interno bruto], y eso es
endeudamiento público, aparte está el privado, de las familias o de los
estudiantes.
El académico universitario señala que
estos datos deberían indicarnos que tenemos que “definitivamente
desvincularnos de esa dependencia. El mismo Trump es síntoma de esa
decadencia de Estados Unidos”.
Neoliberalismo, vigente, profundiza dependencia
José Luis Calva Téllez, con líneas de
investigación en política macroeconómica, política hacendaría y reforma
fiscal, niega que el gobierno de López Obrador haya erradicado el
neoliberalismo. Por el contrario, aplica puntualmente los postulados de
esta doctrina económica. Advierte que, de no haber
cambios, México seguirá perdiendo soberanía, profundizando la
dependencia hacia Estados Unidos y empobreciendo a la población.
“No hay cambios fundamentales de
política económica con el nuevo gobierno. La estrategia económica que se
ha puesto en marcha a partir de la presidencia de Miguel de la Madrid de 1982 se mantiene intacta hasta el día de hoy.”
Autor de México más allá del neoliberalismo. Opciones dentro del cambio global,
entre otros libros, explica que el presidente de la República habla
insistentemente de poner fin al gobierno económico neoliberal. Pero, si
acaso, con lo que busca acabar es sólo con la corrupción neoliberal. Y el gran problema de México no es la corrupción, que es grave y sí existe, sino el modelo de desarrollo.
Adscrito al Sistema Nacional de
Investigadores con nivel II, José Luis Calva explica que la corrupción
no es relevante cuando se habla de crecimiento económico. Ejemplifica:
“Tenemos en las últimas cuatro décadas que China es la economía que
crece más rápidamente. Este país ya es la primera potencia económica del
mundo y la primera potencia industrial del planeta, y el nivel de
corrupción es muy alto”.
Si China puede crecer y alcanzar la hegemonía económica mundial no ha sido gracias a que combata la corrupción. El éxito de China es su modelo de desarrollo, contrario diametralmente a lo que ha hecho México desde 1982.
“La estrategia mexicana, desde Miguel de
la Madrid hasta López Obrador, es una estrategia neoliberal basada en
los 10 principios de política económica del Consenso de Washington.”
Tal “consenso” fue presentado en 1989
por John Williamson, economista del Instituto Peterson, con 10 grupos de
“recomendaciones” en materia de política económica: 1) disciplina en la política fiscal (evitar déficits fiscales); 2) suprimir subsidios y redireccionar el gasto público hacia inversiones específicas; 3) ampliar la base tributaria; 4) que las tasas de interés sean determinadas por el mercado; 5) mantener tipos de cambio “competitivos”; 6) liberalizar el comercio; 7) liberalizar las barreras a la inversión extranjera directa (IED); 8) privatizar las empresas estatales; 9) abolir regulaciones que impidan acceso al mercado o restrinjan la competencia; 10) garantizar la “seguridad jurídica” para los derechos de propiedad.
Al respecto, ?José Luis Calva señala que hoy en México “la liberalización del comercio exterior se mantiene como religión
de la política de comercio exterior; la liberalización del sistema
financiero; iniciativas de desregulación bancaria; liberalización de la
inversión extranjera”.
En contraste, “el éxito chino es que regula su inversión extranjera para que sirva a los intereses de industrialización
de China; regula también su sistema financiero. China se ha negado a
liberalizar su sistema financiero y, desde luego, mantienen regulado su
comercio exterior.”
Mientras, en México mantiene la disciplina fiscal a toda costa. Incluso a pesar de la crisis agravada con la pandemia. “Lo que hacen los gobiernos exitosos en el mundo es que, en el caso de la desaceleración de la economía, aplican política fiscales expansivas,
lo que está haciendo China, Estados Unidos”. También se profundiza el
recorte al gasto público y se mantiene al banco central [el Banco de
México] estrictamente orientado al control de la inflación. “En la
mayoría de los países, sus bancos centrales están obligados a vigilar la
inflación, pero también el crecimiento económico y el empleo. Aquí se mantiene el dogma neoliberal”.
Para el investigador titular C del Iiec
de la UNAM, el actual gobierno sólo presenta cambios en el estilo. Pero
“si no hay cambios en la política económica, pues no hay cambios en el
rumbo del país”.
Advierte que no se obtendrán resultados
distintos a los que ya se aplican desde 1982. El investigador y
catedrático resume: “Desde que empezó a aplicarse esta política en
México el PIB ha crecido a una tasa del 2.3 por ciento anual. Durante
los 48 años anteriores a esta estrategia de desarrollo neoliberal, la
estrategia de desarrollo liderada por el Estado de Lázaro Cárdenas, de 1934 a 1982, el PIB creció a una tasa de 6.1 por ciento anual”.
Y en los últimos 37 años ni siquiera se
creó la mitad de los empleos formales para dar ocupación remunerada a
los jóvenes que cada año ingresan a la población económicamente activa.
“Para que la economía mexicana asegure
empleo para sus jóvenes, la economía mexicana debe crecer a una tasa de 6
por ciento anual y la expectativa para el sexenio es que el crecimiento
económico va a ser cero, va a ser igual que en el sexenio de Miguel de
la Madrid, un sexenio perdido para el desarrollo.”
—Probablemente México no tiene muchas
opciones dada la vecindad con Estados Unidos y la dependencia económica
de décadas –se le cuestiona.
—Esas son narrativas inventadas
por el pensamiento económico neoliberal. En este mundo global, le
mencionaba el caso de China. China está en este mismo mundo y padece las
mismas presiones, incluyendo las presiones de Estados Unidos.
—Aunque China tiene más capacidades para responder y defenderse de esas presiones –se le objeta.
—Sí, pero la clave no es la lejanía ni
las capacidades. China tiene soberanía, decide hacerlo. El gobierno
mexicano optó por la estrategia neoliberal desde 1982, desde la llegada
de Miguel de la Madrid, cuando llega el grupo de neoliberales al
gobierno. No ha estado siempre. El grupo neoliberal en México se fundó
en la época de Lázaro Cárdenas, en oposición al desarrollismo mexicano.
Fue encabezado por dos empresarios: Raúl Bailleres y Aníbal de Iturbide, y por un grupo de intelectuales, encabezados por Luis Montes de Oca; eran discípulos de [Friedrich August von] Hayek y de Milton Friedman. Ellos crearon un movimiento neoliberal que se plasmó en 1946 en la fundación del Instituto Tecnológico Autónomo de México.
Para quienes gobernaron el país desde
1982 y hasta 2018 se trató de una cuestión de ideología. Estudiaron
neoliberalismo económico y a pesar de los resultados lo siguieron
aplicando.
Lo que sorprende a José Luis Calva es
“que un presidente [López Obrador], que en campaña había prometido
ponerle fin al neoliberalismo, mantenga las políticas del gobierno
económico neoliberal”.
Por ello el científico social percibe
una creciente decepción de los votantes que creyeron que se pondría fin
al gobierno económico neoliberal. “Los economistas hemos hecho nuestro
trabajo desde que empezó el modelo neoliberal en México. Hemos
demostrado ya varias veces que no es el camino adecuado. El camino
adecuado es una estrategia de desarrollo económico liderada por el
Estado, como la que estuvo en México durante 48 años. No hay un solo
rasgo de gobierno neoliberal en los países del mundo que crecen
aceleradamente y se industrializan”.
Explica que en 1982 la economía mexicana
era más grande que la economía china. Ambas siguieron caminos opuestos,
la primera acatando el Consenso de Washington. La segunda aplicando un
modelo de desarrollo. Actualmente, el PIB de México es la décima parte
del PIB chino.
“China hizo exactamente lo contrario a
México: no liberalizó su inversión extranjera, no privatizó sus empresas
públicas, no liberalizó su sistema bancario, no liberalizó su comercio
exterior, no aplicó políticas de disciplina fiscal a ultranza; aumentó
el gasto público siempre que fuera necesario. En suma, no orientó su
economía solamente al mercado externo, sigue principalmente al mercado interno, sin desatender el mercado externo. México aplicó la estrategia neoliberal y las consecuencias son éstas.”
El investigador señala que México tiene
una capacidad de crecimiento similar a la de los países asiáticos.
“Puede crecer perfectamente arriba del 6 por ciento anual, solo así se pueden asegurar empleos bien remunerados para los jóvenes y una independencia frente a Estaos Unidos.”
Seguridad nacional, un dique
Abelardo Rodríguez Sumano, ponente y organizador en el Woodrow Wilson International Center for Scholars, el Centro de Estudios Superiores Navales
de la Armada de México y la Universidad de Guadalajara, desestima que
México haya subordinado sus intereses nacionales a los de Estados
Unidos.
El también maestro en Estudios Latinoamericanos por la Escuela del Servicio Exterior Edmund A Walsh de la Universidad de Georgetown y posgraduado en Relaciones Internaciones y América Latina por la Universidad de California
en Berkeley, señala que uno de los actores principales de la operación y
de la aplicación de la seguridad nacional son las Fuerzas Armadas
Mexicanas.
“Ellas han mantenido, sobre todo la
Secretaría de la Defensa Nacional, una distancia muy clara con respecto
de la relación con Estados Unidos. Ellos tienen dentro de su doctrina,
justamente por la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio en la guerra con Estados Unidos en el siglo XIX, un elemento de reticencia hacia ellos.”
Explica que aunque la Secretaría de
Marina también mantiene una distancia indudable, “por una cuestión
doctrinal, es más globalizada ya que está en alta mar alrededor de todo
el planeta. Ello ha implicado que los marinos tengan una mayor
vinculación con el exterior, sobre todo con las Fuerzas Armadas de
Estados Unidos”.
Rodríguez Sumano explica que los probables intentos de Estados Unidos por incidir
en los asuntos de seguridad de México encuentran “freno” en “actores y
recursos dentro del Estado mexicano”. Estos actores incluso obligan a
los presidentes a mantener esa distancia.
Además de las Fuerzas Armadas, el otro
factor de defensa de la soberanía en materia de política internacional y
seguridad es el servicio exterior mexicano. “Sin importar quién esté al
frente, ellos tienen una misión también en el tema de la autodeterminación, la defensa de los intereses mexicanos”.
Por ello, las decisiones en estas
materias no las toman los presidentes en turno de manera solitaria.
“Aunque son los jefes de Estado, los contrapesos se dan
dentro del gabinete”. Por ello, no observa una subordinación abierta.
Lo que sí reconoce es que la relación de México con Estados Unidos “es
profundamente interdependiente y abarca todos los aspectos de la vida
nacional, lo cual nos pone en una situación asimétrica”.
—Pero México ha tenido que adoptar la agenda de Estados Unidos en materia de seguridad –se le cuestiona.
—Se ha venido alineando, integrando en algunos aspectos, pero no creo que esté completamente subordinada.
Explica que en las negociaciones
México-Estados Unidos se puede ver que la relación es asimétrica, porque
Estados Unidos tiene una visión global, continental y
regional. México representa un papel importante para ellos porque es el
flanco sur y desde esa aproximación Washington siempre va a buscar
alinear a México a estos intereses.
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