México: Hazañas
jueves 9 de junio de 2011
Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)
“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes”
Con el Zócalo de la Ciudad de México pletórico de simpatizantes de MORENA, Andrés Manuel convocó a fortalecer el movimiento para realizar la hazaña de la transformación profunda del país. Culminó así, el pasado domingo, otra etapa del proceso de organización y estructuración de la instancia de participación popular más importante de la historia nacional.
Luego de hacer actos públicos masivos en cuarenta de las principales ciudades en el lapso de un mes, convocó a la magna asamblea en la capital en una riesgosa apuesta por su capacidad de convocatoria, habida cuenta de no contar con el respaldo del Jefe de Gobierno con quien compite por la nominación como candidato de la izquierda unificada. La concurrencia, que nuevamente rebasó la capacidad del sitio, confirmó que la mancuerna entre el líder y el proyecto políticos cala profundo en el ánimo de la gente sencilla, la que acude por su propia decisión y sus recursos.
Es ya una hazaña el haber remontado la debacle que en el ánimo de la gente produjo el fraude del 2006. Golpeado por la guerra sucia del proceso electoral; ignorado por los medios masivos de comunicación al servicio de la mafia del poder impuesto por la trampa; carente de recursos para operar y traicionado por la quintacolumna enquistada en la dirección de su propio partido, solapada por el régimen por la vía del Tribunal Electoral, López Obrador está nuevamente posicionado para volver a ganar las elecciones del 2012. Tiene el talante y el talento para hacerlo y para conducir la verdadera transformación de las instituciones nacionales. A diferencia de los políticos de pacotilla encumbrados por el contubernio de la corrupción y la promoción mercadotécnica de la televisión, que son fácilmente reemplazables al gusto de los dueños de la pantalla, el tabasqueño muestra la solidez de un liderazgo político fincado en la base de la sociedad, ciertamente a contrapelo de los poderes fácticos.
Pero tendremos que entender que son muchas e interminables las hazañas que habrá que realizar, ya no sólo por el que ha jugado el papel de líder, sino por todo el pueblo. AMLO gusta de repetir machaconamente la frase de Benito Juárez: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo”. Tendremos que realizar la hazaña de convencer a todo el pueblo, en todo el país y en todos los estratos sociales, de la pertinencia y la importancia de emprender el camino de la transformación afirmativa. En primera instancia habrá que realizar la hazaña de ganar las elecciones del 2012 y de hacer que su operación y su resultado se respeten. La competencia es entre el gigantesco poder del dinero (como el que hoy se despliega descaradamente en el Estado de México) y el incipiente poder del pueblo en vías de organización. La apuesta es entre continuar con el proceso de desintegración nacional y la oportunidad de reconstruir una patria digna y justa, capaz de recuperar el orgullo de la pertenencia, en la que priven los valores de la generosidad y la solidaridad, donde nadie carezca de las condiciones mínimas que permitan que sean el trabajo y el esfuerzo personales las llaves para acceder al bienestar y a la vida digna.
Desde luego que no será nada fácil; implica remontar vicios acendrados y vencer inercias de corrupción e individualismo. La otra alternativa sólo podrá recrudecer el régimen de la violencia y el delito, la miseria y la indignidad, a todas luces insoportables; la administración de la justicia se trastoca y se convierte en instrumento de combate en la competencia electoral: delincuentes archiconocidos son tolerados hasta el momento en que su detención rinde frutos, principalmente en el lodazal del desprestigio al competidor; el caso Hank Rohn es emblemático.
Ya es hora de que México se suba al carro de la historia. Es el momento de las hazañas, como las que se han dado en el mundo árabe y que se están registrando en la vieja Europa, con la indignación de los jóvenes por la depredación de los niveles de bienestar alcanzados, en beneficio de unos cuantos que se suponen dueños de los destinos del mundo. Es el tiempo de hazañas como la que logró el pueblo peruano con el triunfo electoral de su candidato presidencial Ollanta Humala, venciendo a la más rancia de las oligarquías latinoamericanas y a sus patrones de allende el Bravo y a sus socios de la margen sur del mismo rio.
De gran simbolismo resulta la hazaña del mexicano Leonardo Fernández Jiménez que, desde la cima del Everest, envía un mensaje videograbado a todos sus paisanos para cambiar, de una vez por todas, el régimen de oprobio en que vivimos, apoyando al MORENA y a Andrés Manuel López Obrador.
Vale la pena el esfuerzo transformador.
Fuente
Gerardo Fernández Casanova (especial para ARGENPRESS.info)
“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes”
Con el Zócalo de la Ciudad de México pletórico de simpatizantes de MORENA, Andrés Manuel convocó a fortalecer el movimiento para realizar la hazaña de la transformación profunda del país. Culminó así, el pasado domingo, otra etapa del proceso de organización y estructuración de la instancia de participación popular más importante de la historia nacional.
Luego de hacer actos públicos masivos en cuarenta de las principales ciudades en el lapso de un mes, convocó a la magna asamblea en la capital en una riesgosa apuesta por su capacidad de convocatoria, habida cuenta de no contar con el respaldo del Jefe de Gobierno con quien compite por la nominación como candidato de la izquierda unificada. La concurrencia, que nuevamente rebasó la capacidad del sitio, confirmó que la mancuerna entre el líder y el proyecto políticos cala profundo en el ánimo de la gente sencilla, la que acude por su propia decisión y sus recursos.
Es ya una hazaña el haber remontado la debacle que en el ánimo de la gente produjo el fraude del 2006. Golpeado por la guerra sucia del proceso electoral; ignorado por los medios masivos de comunicación al servicio de la mafia del poder impuesto por la trampa; carente de recursos para operar y traicionado por la quintacolumna enquistada en la dirección de su propio partido, solapada por el régimen por la vía del Tribunal Electoral, López Obrador está nuevamente posicionado para volver a ganar las elecciones del 2012. Tiene el talante y el talento para hacerlo y para conducir la verdadera transformación de las instituciones nacionales. A diferencia de los políticos de pacotilla encumbrados por el contubernio de la corrupción y la promoción mercadotécnica de la televisión, que son fácilmente reemplazables al gusto de los dueños de la pantalla, el tabasqueño muestra la solidez de un liderazgo político fincado en la base de la sociedad, ciertamente a contrapelo de los poderes fácticos.
Pero tendremos que entender que son muchas e interminables las hazañas que habrá que realizar, ya no sólo por el que ha jugado el papel de líder, sino por todo el pueblo. AMLO gusta de repetir machaconamente la frase de Benito Juárez: “Sólo el pueblo puede salvar al pueblo”. Tendremos que realizar la hazaña de convencer a todo el pueblo, en todo el país y en todos los estratos sociales, de la pertinencia y la importancia de emprender el camino de la transformación afirmativa. En primera instancia habrá que realizar la hazaña de ganar las elecciones del 2012 y de hacer que su operación y su resultado se respeten. La competencia es entre el gigantesco poder del dinero (como el que hoy se despliega descaradamente en el Estado de México) y el incipiente poder del pueblo en vías de organización. La apuesta es entre continuar con el proceso de desintegración nacional y la oportunidad de reconstruir una patria digna y justa, capaz de recuperar el orgullo de la pertenencia, en la que priven los valores de la generosidad y la solidaridad, donde nadie carezca de las condiciones mínimas que permitan que sean el trabajo y el esfuerzo personales las llaves para acceder al bienestar y a la vida digna.
Desde luego que no será nada fácil; implica remontar vicios acendrados y vencer inercias de corrupción e individualismo. La otra alternativa sólo podrá recrudecer el régimen de la violencia y el delito, la miseria y la indignidad, a todas luces insoportables; la administración de la justicia se trastoca y se convierte en instrumento de combate en la competencia electoral: delincuentes archiconocidos son tolerados hasta el momento en que su detención rinde frutos, principalmente en el lodazal del desprestigio al competidor; el caso Hank Rohn es emblemático.
Ya es hora de que México se suba al carro de la historia. Es el momento de las hazañas, como las que se han dado en el mundo árabe y que se están registrando en la vieja Europa, con la indignación de los jóvenes por la depredación de los niveles de bienestar alcanzados, en beneficio de unos cuantos que se suponen dueños de los destinos del mundo. Es el tiempo de hazañas como la que logró el pueblo peruano con el triunfo electoral de su candidato presidencial Ollanta Humala, venciendo a la más rancia de las oligarquías latinoamericanas y a sus patrones de allende el Bravo y a sus socios de la margen sur del mismo rio.
De gran simbolismo resulta la hazaña del mexicano Leonardo Fernández Jiménez que, desde la cima del Everest, envía un mensaje videograbado a todos sus paisanos para cambiar, de una vez por todas, el régimen de oprobio en que vivimos, apoyando al MORENA y a Andrés Manuel López Obrador.
Vale la pena el esfuerzo transformador.
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