México: Ni los veo ni los oigo

lunes 6 de junio de 2011

Eduardo Ibarra Aguirre (FORUMENLINEA)

Una de las máximas del presidencialismo absolutista, durante 1988-1944, expresada por Carlos Salinas de Gortari sin tapujos, es reivindicada a diario por el convocante a convertir a la Policía Federal en “un verdadero sacerdocio cívico”.

Con 35 mil elementos y la multiplicación por seis veces del presupuesto de la Secretaría de Seguridad Pública, la instauración por decreto presidencial del 2 de junio como Día del Policía –justamente dos años después de la creación de la PF--, un desfile policiaco y la presencia de gobernadores, exgobernadores y Elba Esther Gordillo Morales, el señor de las cinco estrellas castrenses convocó a los universitarios a integrarse a sus filas para “instaurar una nueva mística que no tolere la corrupción y el abuso, para que la reivindicación del policía venga de la fuerza de los hechos y no sólo de las palabras”.

Palabras de desmedido reconocimiento recibió Genaro García Luna, de parte de su jefe, amigo y socio –ver Los señores del narco, de Anabel Hernández, colega que se dice amenazada de muerte por el primero--, y el ingeniero obvió los requerimientos de Calderón y calificó de “héroes nacionales” a los agentes y se declaró orgulloso de sus éxitos y realizaciones porque “hace cuatro años era impensable que México contara con una policía profesional”. Recientemente, García ostentó su característica intolerancia: “Es impensable que se exprese que la ofensiva contra el narco es errónea”.

Si “la fuerza de los hechos” avalara los discursos de Felipe Calderón y de Genaro García no tendrían sentido las denuncias que muestran a integrantes de la PF asignados al “campo de batalla” que cobran sueldos y prestaciones con retrasos, además los gastos para viáticos son “rasurados hasta en 80 por cientos por los jefes policiacos”, como informó a Utopía un almirante que solicitó mantener bajo reserva su nombre.

A menos de 18 meses de concluir el mandato que le asignó el Tribunal Electoral, Calderón Hinojosa subraya sus rasgos autocráticos y se refugia en desplantes de fuerza como los dos desfiles militares, el policiaco y el ejercicio naval realizados en menos de un mes, como si el país no tuviera rezagos dramáticos.

Felipe del Sagrado Corazón de Jesús cuenta con el respaldo de la Conferencia del Episcopado Mexicano, refrendado por Carlos Aguirre Retes, próxima cabeza del Consejo Episcopal Latinoamericano, quien juzga que “los países, al menos los de América Latina, lo reconocen como el gran líder en esta batalla”.

Con el apoyo de la jerarquía católica y vaticana, más los del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, de buena parte de los dueños de México y, sobre todo, de Washington, autor intelectual de la estrategia que costó la vida a 40 mil 515 mexicanos, Calderón y su hilarante vocero Alejandro Poiré ignoran el informe de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas que dictaminó que “la guerra global contra las drogas ha fracasado, con consecuencias devastadoras para individuos y sociedades en el mundo”.

Los distinguidos comisionados de la Organización de las Naciones Unidas llaman a revisar a fondo la estrategia cincuentenaria de la ONU y la “guerra contra las drogas” que emprendió el genocida Richard Nixon, pero allende territorio estadunidense, porque de 1998 a 2008 el consumo de opiáceos se incrementó en 34.5 por ciento, el de cocaína en 27 y el de mariguana en 8.5 por ciento.

“Ni los veo ni los oigo” es la conducta presidencial ante los vigorosos reclamos de los que emprendieron la Caravana Ciudadana por la Paz con Justicia y Dignidad, de Cuernavaca a Ciudad Juárez, y ahora además de la ONU, subordinado como está a los intereses de Estados Unidos.

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