Chile: El valor de la vida

jueves 1 de septiembre de 2011

Andrea Dufournel (especial para ARGENPRESS.info)

Cuando nos toca la muerte, así de golpe, nos duele… pero cuando esa muerte ocurre por la mano de Estado, de quienes se supone, deben protegernos nos deja helados. Pero nuestra sociedad está acostumbrada a que, cada cierto tiempo, nos quiten a uno de nuestros hermanos de manera brutal. Ocurrió durante la dictadura, cuando el terrorismo de Estado se transformó en algo cotidiano y cada día esperábamos el nombre de algún compañero para agregar a la lista de asesinados o torturados o desaparecidos en medio de montajes elaborados sin ningún pudor por los organismos represivos.

Al lograr, luego de años de lucha, el regreso de la tan anhelada “democracia”, pensamos que aquella ignominia acabaría, pero debo decir con mucha tristeza que aquello se ha venido repitiendo cada cierto tiempo y se está haciendo costumbre el asesinato de alguno de nuestros hijos.

Comenzaron con nuestros hermanos mapuche, Jorge Antonio Suárez Marihuan (2002), Edmundo Alex Lemun Saavedra 17 años (2002), Julio Alberto Huentecura Llancaleo (2004), Xenón Alfonso Díaz Necul 17 años (2005), Juan Lorenzo Collihuin Catril 71 años (2006), Matías Valentín Catrileo Quezada 22 años (2008), Jhonny Cariqueo Yañez (2008), Jaime Facundo Mendoza Collio 24 años (2009), los anteriormente nombrados, murieron en extrañas circunstancias en medio de lo que el estado ha llamado el “conflicto mapuche” hasta hoy no se ha hecho justicia. Sus muertes no han sido reclamadas con la fuerza necesaria para que los culpables reciban el castigo merecido, tal vez el caso de Alex Lemún: disparo en la cabeza y de Matias Catrileo baleado por la espalda, sean los más emblemáticos ya que se logró establecer que los disparos que terminaron con sus jóvenes vidas provinieron de Carabineros. En estos dos casos se pretendió hacer un montaje para ocultar la responsabilidad de quienes tiraron del gatillo, hasta hoy los culpables gozan de la impune libertad. A esto se suma la muerte de 44 jóvenes conscriptos fallecidos congelados en abril de 2005, en Antuco, hoy han quedado en libertad los culpables: el mayor Cereceda y un sargento, por haber cumplido la mitad de la pena

Hoy nos conmovemos, nuevamente, por la muerte de otro adolescente chileno, Manuel Gutiérrez de 16 años, asesinato ocurrido la noche del jueves 25 de agosto. Los hechos ocurrieron en la oscuridad, esa oscuridad que da posibilidad del anonimato y que, en primera instancia el segundo jefe de la zona metropolitana general Sergio Gajardo declaró: "Descarto de plano la participación de Carabineros. Sé que hay alguna versión dada por algunas personas que estaban con él de que habría pasado un vehículo por el lugar donde ellos estaban, y ese vehículo cumpliría no sé con qué característica, que ellos lo atribuyen a que era un vehículo de Carabineros". Al mismo tiempo, el Secretario General de la Presidencia Andrés Chadwick manifestó que: "Carabineros ha señalado que no ha tenido participación en esta situación”, en tanto el Diputado RN, Alberto Cardemil manifestó: "entre los violentistas y los carabineros, yo le creo a los carabineros". Al cabo de tres días de ocurrido el alevoso crimen, aparece un carabinero confesando que él disparó aquella noche, fue dado de baja y hoy se encuentra detenido mientras se desarrolla la investigación.

Quienes hemos visto la brutalidad con que, la policía militarizada a reprimido, golpeado, y ahora asesinado a nuestros hermanos decimos basta, basta de abusos, basta de montajes, ya es hora de que quienes tienen la responsabilidad como superiores jerárquicos y autoridades civiles asuman sus responsabilidad ya que no es suficiente con dar de baja a un puñado de policías de menor rango. El director general de Carabineros Eduardo Gordon también debe renunciar, así mismo debe hacerlo el Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter pues es la autoridad civil que ordena a Carabineros de Chile “controlar” a los manifestantes, no es suficiente con dar las condolencias a las familias o pedir que el tema “no se politice” es la forma menos digna de evitar asumir sus responsabilidades.

Quienes nos prometieron alegría y democracia, que gobernaron durante 20 años, no castigaron a los culpables y hoy, quienes le prometieron al pueblo cambio, futuro y esperanza también deben hacer justicia. Jorge, Alex, Julio, Xenón, Juan, Matías, Jhonny, Jaime y ahora Manuel están esperando, para que nunca más nuestros niños, jóvenes y hermanos sean asesinados impunemente exigimos justicia, nada más pero nada menos.

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