Morena, una alternativa real de cambio del sistema político

Morena, una alternativa real de cambio del sistema  político
Llegó la hora de Morena, llegó la hora de que se consolide una oposición real

Revista EMET


En las actuales circunstancias, prestarse al juego de las apariencias y la simulación equivale a ser cómplice de quienes tienen al país sumido en la violencia y una profunda descomposición social. Se llegó ya a una etapa en la que no caben componendas ni fórmulas demagógicas, pues seguir por esa ruta sólo desembocará en más problemas y mayores dificultades para encontrarles solución. En este orden de ideas, es comprensible la actitud asumida por Andrés Manuel López Obrador, de separarse de los tres partidos de izquierda, en aras de hacer del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) una alternativa real de cambio del sistema político, que dé curso a una verdadera democracia participativa.

Tal decisión es un fuerte sacudimiento al Movimiento Progresista, mismo que demostró su fuerza en la pasada contienda electoral. Con todo, vale decir que es la mejor solución al problema creado por la descomposición  interna en que fueron cayendo los tres partidos que lo integran, principalmente el PRD. Seguir militando en éste significaría una incomprensible contradicción, pues sus dirigentes anunciaron su reconocimiento a Enrique Peña Nieto como presidente, mientras que López Obrador confirmó el domingo que no lo habrá de aceptar como tal, por los gravísimos delitos electorales cometidos por el PRI para regresar a Los Pinos.

Es preciso tener muy claro que la realidad nacional obliga a proceder con absoluta responsabilidad, ya que se rebasaron los límites de la sensatez en las relaciones entre gobernantes y gobernados. Han sido muchos años de burlarse de las clases mayoritarias, a extremos inaceptables, como lo ejemplifica el interés del grupo en el poder en continuar empobreciendo a los asalariados y en seguir  medrando con los bienes de la nación. La oligarquía le apuesta a la complicidad de la clase política, incluida en ella la  supuesta oposición representada por la izquierda “moderna”.

Llegó la hora de que se consolide una oposición real, sin compromisos con el grupo en el poder, única fórmula para enfrentar con éxito el reto de cambiar un estado de cosas inaceptable,  que lleva al país al caos por los terribles desequilibrios y contradicciones sociales que se derivan de su permanencia en el Estado nacional. En este contexto, es viable la conformación de una oposición comprometida con el pueblo, con el futuro del país, con la paz y la gobernabilidad, en grave riesgo en la actual coyuntura caracterizada por una corrupción sin equivalentes en el subcontinente.

Continuar por el camino de las componendas y la simulación, derivaría en mayores riesgos. Porque llegaría el momento en que no habría manera de seguir engañando al pueblo ante la evidencia de hechos contrarios a intereses básicos de las clases mayoritarias. Así lo prueba el interés en que sean aprobadas las reformas estructurales, principalmente la laboral. De ahí que los tres partidos de izquierda deban enfrentar el compromiso de aprobarlas o rechazarlas. La manera como decidan su voto determinará el rumbo de la corriente progresista. Por lo pronto, la actitud asumida por López Obrador los pone en una posición difícil: si se alían con el binomio PRI-PAN sellarán su extinción. Podrán salvarse, y debilitar la posibilidad de que Morena se convierta en partido, si votan en bloque contra las iniciativas reaccionarias del grupo en el poder.

Como quiera que sea, es un paso correcto el que dio el político tabasqueño, de patentizar su total rechazo a la simulación, pues  no hacerlo equivaldría a facilitarle a la derecha su debilitamiento como líder moral del Movimiento Progresista. Su congruencia ayudará al fortalecimiento de la corriente de izquierda, medida insoslayable para hacer realidad un cambio real en la correlación de fuerzas sociales y políticas, altamente favorable a la oligarquía desde hace tres décadas.

Está visto que la derecha no cejará en su empeño de apuntalar sus posiciones, hasta donde pueda llegar. La imposición de Peña Nieto así lo deja ver claramente, así como el apoyo que le dio Carlos Salinas de Gortari en días pasados en Cancún, con declaraciones que despejan cualquier duda sobre los vínculos tan estrechos que los ligan y los hacen actuar como un solo grupo de presión muy firme y dispuesto a todo con tal de apuntalar sus intereses.

De ahí la trascendencia del paso dado por López Obrador, que lo enaltece y confirma su calidad moral. La izquierda tiene posibilidades reales de avanzar, si aprovecha eficazmente las dramáticas contradicciones en que está inmerso el país, las cuales  tienen empantanada a la democracia. Cabe decir que no habría otra oportunidad para concretar avances, porque de afianzarse la derecha, con la complicidad de la “izquierda” oportunista y corrupta, pasaría mucho tiempo antes de que el régimen fascista comenzara a debilitarse. Sin una izquierda unida y con  firmeza de principios, no habrá viabilidad de que México avance hacia una democratización real.
Guillermo Fabela - Opinión EMET
 

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